Pese a la insistencia del Mallorca por cambiar la hora del partido, el Celta tuvo que jugar a 30 grados y en un campo seco tras entrenar en un clima benigno
24 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El Mallorca entrenó durante toda la semana a las nueve y media de la mañana huyendo del calor de Palma, mientras que el Celta lo hizo a partir de las once, con una climatología bastante más agradable en la Cidade Deportiva de Mos, en los montes de Pereiras. En ese espacio de tiempo, el conjunto balear le insistió a la LFP para que retrasase la hora del partido, pero la patronal dejó los dos partidos fijados para las cinco de la tarde (este domingo le toca al Valencia) en el mismo horario. Eso provocó que la contienda de Son Moix se jugase en la caldera de Dimonió, la mascota del equipo local que simboliza un diablo, aunque muy simpático.
Dimonió debió ser el único que se sintió cómodo sobre el seco césped de Son Moix a lo largo de la tarde y con 30 grados de temperatura en los termómetros y una humedad del 80%, lo que provocaba desgaste en el campo e insolaciones en las gradas. Ese desgaste se hizo palpable en la segunda mitad, con menos ritmo y con un campo cada vez más seco en donde el balón no rodaba como es habitual. Las pausas de hidratación de cada tiempo apenas se notaron, aunque, curiosamente, los dos goles llegaron después del respiro.
Las condiciones fueron iguales para los dos equipos, pero la adaptación al calor, no. Porque los bermellones lo viven día a día y esta semana en Vigo las temperaturas habían dado una pequeña tregua. El ambiente de Son Moix nada tuvo que ver con el del pasado domingo en Balaídos, con un día mucho mas benigno aunque se jugase el partido a la misma hora. Algo que se repetirá el domingo ante el Villarreal.