
Manuel Fernández Amado valora el debut de su nieto Manu en la élite; el actual céltico es la tercera generación de la familia que llega a la máxima categoría y el padre de su madre también fue futbolista profesional
25 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Manuel Fernández Amado (1950) disputó más de 200 partidos en Primera, categoría en la que debutó siendo jugador del Celta, y luego vio hacer lo propio a su hijo, Manel Fernández Anidos (1972), también de celeste. El sábado, en Son Moix, fue el turno de su nieto, Manu Fernández Arroyo (2001), que completó una gesta única: tres generaciones que llegan a la élite del fútbol español y que lo hacen vistiendo una misma camiseta. «Parece ser que es la primera vez que pasa en la historia del Celta. Supongo que es importante para el club y, desde luego, lo es para toda nuestra familia. Estamos muy orgullosos», expresa el abuelo del debutante.
Dice Fernández Amado que vio el partido solo, porque su mujer «con Manu no es capaz», aunque sí veía los partidos cuando era su marido quien estaba sobre el terreno de juego: «Será que le duelen más los nietos», bromea. Los nervios, no obstante, eran compartidos. «Estaba muy intranquilo, porque debutar siempre es complicado, pero muy satisfecho al final», detalla. Admite que no imaginaba verlo en un once tan pronto: «Pensaba que tendría su oportunidad, pero dentro de más tiempo».
Valora que «para ser la primera vez», estuvo «muy bien». «Se le vio tranquilo, pero yo sé que también estaba nervioso», comenta quien ha sido testigo de toda la trayectoria de Manu y de sus aspiraciones desde niño. «De pequeño, cuando le hablaban de otros equipos, él siempre decía que quería ir al Celta. Siempre, siempre —enfatiza—. Al resto decía que no, que él quería jugar en Primera, pero donde papá y el abuelo».
Sin embargo, tras vestir esa camiseta siendo cadete y juvenil, Manu tuvo un paréntesis fuera. Regresaría al club vigués para enrolarse en el C Gran Peña, que en ese momento estaba en Preferente y luchaba por un ascenso que, efectivamente, logró en el 2022, con el ferrolano en su plantel. «Lo hizo todo seguido, de Preferente a Tercera, Celta B y ahora, primer equipo. No se podía saber que iba a llegar, pero fue una decisión acertada, a las pruebas me remito», comenta.
Detrás de esta carrera meteórica si se miran estos tres últimos años hay, no obstante, «muchísimo esfuerzo» por parte de este buen estudiante que está a pocas asignaturas de finalizar INEF. «Es un chico muy trabajador, muy constante. Quiere mejorar y lo pide, está atento a lo que le digas», aunque su Fernández Amado dice nos ser «de mucho consejos». Sí tiene su propia idea sobre las cualidades de Manu y sobre qué aspectos necesita trabajar más. «Quizás debe mejorar un poco la agresividad, pero tiene muy buena salida de balón y es rápido para su estarura. Tiene que pulir cosas, pero como todos», apunta. Por encima de lo demás, destaca que «es muy noble, se adapta a todo y está preparado».
Pero su mensaje para él también es de mantener los pies en el suelo más allá de este momento inolvidable que acaba de vivir y de las alabanzas. «Yo le doy la enhorabuena, pero también le digo que esto acaba de empezar, que le queda mucho por demostrar todavía», señala. Le encantaría que acabara siendo el más destacado de los Fernández y que superara su partidos en la élite, aunque el listón está alto. «Desearía que su carrera fuera más fructífera que la mía, por supuesto. Es verdad que son muchos partidos y está complicado, pero tiempo tiene y nunca se sabe. Además, van a jugar Europa», algo que él no tuvo ocasión de hacer como céltico y le hace «especial ilusión».
Fernández Amado, que afirma que él y su nieto se parecen «muy poco» futbolísticamente, ha rememorado su debut a raíz del de su descendiente. «Curiosamente, también fue fuera y con empate, pero en Granada y a dos goles», recuerda. El de su hijo Manel, que solo jugó un partido, también lo tiene muy presente. «Los padres y abuelos nunca nos olvidamos de esas cosas. Estamos muy orgullosos». Y, además, no son los únicos antepasados del actual céltico que fueron profesionales del fútbol. «Lo lleva en la sangre por las dos partes. Su abuelo materno, Ignacio Arroyo, fue un futbolista muy bueno», y también jugó en Primera.
El modelo de Claudio
Fernández Amado sabe que el éxito de su nieto es fruto de su propio trabajo, pero también de la filosofía de Claudio Giráldez. «Es una cosa muy interesante y que está dando resultados. A mi manera de ver, él sabe muy bien cómo hacerlo y está dando resultados. Y para los chicos es una ilusión enorme, claro», indica.
Con esa ilusión comenzó Manu una pretemporada en la que quiso pelearlo hasta el último momento y apurar sus opciones. «Siempre esperas lo mejor para él y confiaba en que se quedara, pero sabía que era complicado y que ya no era una decisión nuestra». Sí era cosa de Manu la determinación de seguir los pasos de su abuelo y su padre. Lo ha logrado.