Emilia Pardo Bazán, la escritora y precursora del feminismo a la que rechazaron en la RAE

C. Barbería

INFORMACIÓN

La gallega, que alcanzó la excelencia literaria, fue foco de los «dimes y diretes» de su época por pelearse con el mundo por la igualdad de sexos

16 sep 2017 . Actualizado a las 18:22 h.

Emilia Pardo Bazán fue una adelantada para su tiempo. Su cuidada educación la colocó entre los ilustres teóricos de su tiempo pero también le supuso más de un problema. «Mira, hija mía, los hombres somos muy egoístas, y si te dicen alguna vez que hay cosas que pueden hacer los hombres y las mujeres no, di que es mentira, porque no puede haber dos morales para dos sexos». A juzgar por lo que hizo y escribió de mayor, la pequeña Emilia Pardo Bazán debió de seguir al pie de la letra este consejo de su padre, que le inculcó el amor por la lectura y los libros, el placer por el conocimiento, la conveniencia de cuestionarse el mundo para su mejor gobierno personal y la obligación moral de defender sus convicciones, por poco convencionales que fuesen. Así se forjó una de las inteligencias más inquietas y polémicas de la literatura española.

Hija de una familia pudiente, Emilia Pardo Bazán demuestra su amor por las letras desde bien pequeña. Dueña de un espíritu libre e inquieto, tenía claro que sin educación no se iba a ninguna parte, especialmente si se era mujer. Y se puso manos a la obra. Contra la opinión imperante, según la cual la mujer debía cumplir como «esposa, madre y amante», defendió la formación femenina en pie de igualdad con los hombres. Su argumento era inapelable: un país que quisiera prosperar y ser dueño de su destino no podía relegar a las mujeres a funciones domésticas.

A los nueve años compone sus primeros versos y a los quince demuestra su facilidad con la plumilla al componer su primer cuento Un matrimonio del siglo XIX. Sus primeros años transcurren entre su amada Galicia y Madrid, lugar al que la familia se ve arrastrado a causa de los vínculos de su padre con el partido liberal progresista.

Toda la vida de Emilia Pardo Bazán da un giro radical en el 1968, año del que ella misma deja constancia en sus escritos: «Tres acontecimientos importantes en mi vida se siguieron muy de cerca. me vestí de largo, me casé y estalló la Revolución de septiembre de 1968». Con solo dieciséis años, Emilia Pardo Bazán contraía matrimonio con José Quiroga, un estudiante de derecho de 20 con el que años más tarde tendría más que palabras.

Siendo mujer y casada, Emilia Pardo Bazán se negaba a aceptar el ultimátum de su marido -«o la literatura o yo»- y se dedicó a escribir profesionalmente. No era este el único episodio que la convertiría en foco de los dimes y diretes de la época. Porque Emilia Pardo Bazán se atrevió a enfrentarse a los hombres en un mundo diseñado por ellos y para ellos, tanto que hasta le negaron tres veces un escaño en la Real Academia Española. Su excelencia literaria no fue suficiente para los iguales con los que se movía en sus años. Puta, marimacho, fea o gorda son solo algunas de las palabras que los ilustres académicos de la lengua de su época le dedicaron sin ningún tipo de miramiento. La escritora gallega fue una terrible víctima de las intransigencias de su época.

Al separarse de su marido cuando apenas tenía 40 años, con tres niños, y al dedicarse por entero a escribir y a participar de la vida del país, Emilia Pardo Bazán puso al descubierto la falsedad de los preceptos decimonónicos con respecto al sexo femenino y contribuyó a levantar el edificio de derechos y libertades en que vive la mujer moderna, además de verter paladas de dura literatura sobre el machismo en que se había criado.

Sensible, maniática, ambiciosa... Pero sobre todo talentosa. Porque si algo era Emilia Pardo Bazán era precisamente eso: una mujer de gran talento en una época que no quería entender lo que tenía delante. La autora de Los pazos de Ulloa demostró en muchos de sus escritos su adelanto en el tiempo y su sobrada condición de abanderada por los derechos de las mujeres. En el año 1901 Emilia Pardo Bazán publicaba acerca del matrimonio de dos lesbianas: «Pensar que [...] nos entregamos exclusivamente a discutir lo que no es discutible, porque es del fuero de conciencia y cada cual lo resuelve sin coacción posible; pensar que andamos todavía como en el siglo XVII, enzarzados en esa lucha religiosa que nos fue tan funesta».

Y hay más, mucho más. Ocho años más tarde, publicaba esta reflexión sobre la violencia contra la mujer: «La lenidad con esta clase de crímenes es grande. Sale bastante barato dar muerte a una mujer». Emilia Pardo Bazán aprovechaba cada uno de sus escritos, cada una de sus obras para incorporar todas sus ideas acerca de la necesidad de modernizar la sociedad española, sobre la imperiosa necesidad de educar a las mujeres y sobre la obligatoriedad de ofrecer a las mujeres un acceso justo a todos los derechos y oportunidades que tenían los hombres.

No se arredró ante las dificultades. Emilia Pardo Bazán plantó cara a los asuntos que, como individuo, le concernían y participó con ardor en toda cuanta polémica sacudía a su tiempo. La del divorcio, por ejemplo, no le fue ajena. Lo defendió -con reservas debido a su formación católica- como recurso de la mujer para vivir sin ataduras, como también defendió la libertad de elegir marido y de aceptar o no el matrimonio, muchas veces concertado.

Emilia Pardo Bazán tiene sobrados méritos para haber conseguido escribir su nombre en las páginas de la historia. Novelista, poeta, ensayista, gastrónoma, periodista, biógrafa, crítica literaria, conferenciante, cronista, esposa y madre, y amante de Galdós durante veinte años, a quien le fue infiel como él le fue infiel a ella, fue una mujer que hizo lo que quiso. Por convicción.

La escritora gallega es hoy imagen de uno de los Doodles con los que el gigante Google homenajea a algunos de los personajes más icónicos de la historia. 

Con la aportación de Guillermo Pardo.