Aznar asume que Niza «no es la Biblia» y está abierto a negociar la Constitución

Domingos Sampedro
Domingos Sampedro CORRESPONSAL | BRUSELAS

INTERNACIONAL

PATRICK KOVARIK

La presidencia italiana estudia compensar a España otorgándole dos comisarios y más eurodiputados Madrid advierte de que si el país más poblado tiene más poder, en el futuro será Turquía.

16 oct 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

Empezó plantado en el Tratado de Niza y negando cualquier modificación del peso político que España tiene en Europa, pero ahora empiezan a verse signos de apertura. El Gobierno español dio ayer un tímido paso para desatascar las negociaciones en torno a la primera Constitución de la Unión Europea (UE), al admitir que «Niza no es la Biblia» y exhibir una mayor predisposición a «discutir abiertamente» nuevas propuestas que retoquen el edificio institucional de la Comunidad. Los jefes de Estado y de Gobierno de la Europa de los Veinticinco se vieron ayer las caras en Bruselas en lo que es la tercera ronda de negociaciones en torno al borrador de la Carta Magna, después de que el pasado día 4 se lanzara en Roma la Conferencia Intergubernamental (CIG). Capacidad de bloqueo El borrador constitucional, muy avalado por el club de los seis países fundadores de la UE -Francia, Alemania, Italia y el Benelux- porque concede más poder a los Estados más poblados, es duramente cuestionado por España y Polonia, pues no quieren que varíe su capacidad de bloquear las decisiones con las que no están de acuerdo. Pero mientras Polonia se mantuvo ayer férreamente plantada en su «no a la Constitución», la ministra de Exteriores española, Ana Palacio, dijo que empezaba a ser hora de «abordar propuestas nuevas». No obstante, el presidente del Gobierno español, José María Aznar, puso dos condiciones para entablar ese diálogo. La primera es que el «paquete institucional» constituye un todo, es decir, que si retoca el reparto de votos en el Consejo, debe revisarse también la composición de la Comisión y de la Eurocámara. Y la segunda es que debe garantizarse «el equilibrio entre países», pues, según Aznar, constituye uno de los pilares de la construcción europea. Madrid, por tanto, es partidaria de una Carta Europea que refleje el peso de la población, pero también el de los Estados. Uno al lado del otro, pero sin solaparse. De hecho, Palacio previno que si ahora se decide que debe dársele más peso al país más poblado, dentro de 25 años será Turquía el que tenga mayor capacidad de decisión, pues tendrá más habitantes que cualquier otro socio. En cualquier caso, el intercambio de puntos de vista no permitieron ayer sacar el texto constitucional del atasco en que se halla. La presidencia italiana anunció que tiene previsto hacer una propuesta formal hacia finales de noviembre, aunque en Bruselas comenzaron a aflorar algunas ideas. Por ejemplo, Roma no descarta «compensar» la pérdida de poder de España en el Consejo otorgándole el derecho a nombrar dos miembros en la Comisión Europea y a elegir a siete u ocho eurodiputados más de los que tiene, actualmente 54.