Un país sin ilusión en su futuro

María Signo

INTERNACIONAL

Los italianos acudirán a las urnas los días 13 y 14 preocupados por cómo ?llegar a fin de mes y por la escasa credibilidad que les merecen sus políticos

09 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

La campaña electoral italiana llega a su recta final, aunque los italianos poco esperan del resultado de las urnas del 13 y 14 de abril. La escasa credibilidad de los políticos ha llevado al desencanto y al pesimismo, sobre todo en lo económico. En medio de mozarelas contaminadas, crisis sin fin de Alitalia y basura de Nápoles, la elección de Milán como sede de la Expo 2015 ha sido acogida con indiferencia y frialdad en un país sin ilusión sobre su futuro.

Al ciudadano medio lo que de verdad le preocupa es llegar a fin de mes con los salarios más bajos de Europa y en un país en el que la inflación aumenta cada día, un 3,3% en marzo, la más alta desde 1996.

Con la entrada del euro en el 2002 se agravaron algunos de los problemas estructurales italianos como la escasa competitividad, la enorme dependencia energética, la falta de inversiones en infraestructuras, la gran evasión fiscal y el mayor déficit público de Europa. El anuncio de que España había superado a Italia en crecimiento económico supuso una gran herida en el orgullo de los italianos, que viven la situación con una mezcla de envidia y rabia.

El sentimiento de pérdida de poder adquisitivo y de estatus social están cada vez más extendidos entre las clases medias. Las encuestas hablan de un 51,4% de italianos que consideran que su situación económica ha empeorado en los últimos meses. Cáritas ha denunciado el aumento de «nuevos pobres» entre familias jóvenes y jubilados.

Si el Gobierno de Romano Prodi en dos años había conseguido sanear las maltrechas cuentas públicas y dar una tenue esperanza a la economía del país, la actual situación internacional pronostica un negro futuro para Italia, con un crecimiento de tan solo el 0,6% del PIB.

A quien gane las elecciones le espera un reto muy duro. La brecha entre el rico norte y el sur pobre aumenta cada vez más como demuestra la nueva oleada de emigrantes en busca de trabajo en las ciudades norteñas.

El índice de desempleo se encuentra a buen nivel, un 6,6%, pero preocupa la calidad del empleo, ya que los contratos temporales han aumentado hasta llegar a superar a los fijos, sobre todo entre los jóvenes. Se entiende así que el índice de confianza de los hogares, sofocados por constantes aumentos de hipotecas y facturas, haya alcanzado su nivel más bajo de los últimos años. Gran parte de las familias creen que el futuro de sus hijos será peor que el suyo, muy a pesar de las promesas electorales que se escuchan estos días.

Para el Pueblo de la Libertad de Silvio Bersluconi la solución pasa por bajar los impuestos, sobre todo a las empresas, aumentar el empleo y controlar las finanzas públicas mientras diseña un plan de ayuda familiar.

El programa del Partido Democrático de Walter Veltroni no difiere mucho en los temas principales, como son los impuestos, y también habla de ayudas a las familias. La única novedad es la propuesta de introducir un salario mínimo para los trabajadores precarios.

El gran interrogante es cómo llevará a cabo estas reformas el partido que gane las elecciones, en un momento de gran impopularidad de la clase política, acusada de ser una casta que vive a expensas del ciudadano y lejana de sus verdaderas necesidades.