La UE lleva lustros intentando pacificar los Balcanes, pero cada vez que adopta una medida destinada a mejorar las perspectivas de la zona, la llama del conflicto no se debilita, sino que se reaviva.
El Consejo de Asuntos Exteriores de los Veintisiete invitó ayer a Serbia a firmar un acuerdo de asociación y estabilización que sitúa al país balcánico a las puertas de la adhesión al club comunitario, una oferta sujeta a la colaboración de Belgrado con el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, pero que flexibiliza las condiciones que la UE había impuesto hasta ahora a cualquier acercamiento. Entre ellas, la entrega de los presuntos criminales de guerra Radovan Karadzic y Ratko Mladic.
Aun así, lejos de calmar los ánimos, la decisión de los Veintisiete los ha soliviantado. Mientras el presidente serbio, el nacionalista moderado Boris Tadic, viajaba a Luxemburgo para estampar su rúbrica en el pacto y comprometía a su país en el cumplimiento de sus «obligaciones internacionales», el primer ministro Vojislav Kostunica, nacionalista y euroescéptico, declaraba que ese refrendo carece de valor, y advertía que Tadic estaba avalando la independencia de Kosovo, que la mayoría de los socios de la UE han reconocido ya.
Desaire a Rusia
La decisión del Consejo ha desairado también a Rusia, que recela de la posibilidad de que un aliado tradicional como Serbia bascule ahora hacia la órbita de influencia de la UE. Pero su mayor efecto ha sido provocar una nueva división en el país pocos días antes de las elecciones del próximo 11 de mayo, unos comicios cruciales para su futuro y en los que el partido de Kostunica, fruto de una escisión de la formación de Tadic, parte como favorito en todos los sondeos.
Con el acuerdo de asociación y estabilización, primer paso para la adhesión de Serbia al club comunitario, los Veintisiete pretenden también lanzar un mensaje de apoyo a Tadic de cara a las elecciones. Y eso que el pacto solo entrará en vigor cuando se constate que Serbia está colaborando con el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia para entregar a los principales acusados de crímenes contra la humanidad en aquel conflicto. Especialmente Karadzic, líder de los serbios de Bosnia, y Mladic, su jefe militar.
La Haya los culpa de atrocidades como la matanza de Sbrenica, en la que miles de bosnios fueron asesinados en una zona controlada por cascos azules holandeses. Quizá por el vergonzoso recuerdo de la pasividad que mantuvieron entonces sus tropas, los Países Bajos, apoyados por Bélgica, se habían negado hasta ahora a aceptar la candidatura serbia si Belgrado no demostraba con hechos su plena colaboración con la Justicia internacional.
Eslovenia ya es miembro de la UE, y Croacia, Bosnia y Macedonia esperan serlo en breve. El alto representante de la UE para la Política Exterior y de Seguridad, Javier Solana, recordó ayer que la Unión no estará completa hasta que no integre también a Serbia.