Sarkozy teme que se produzca en Francia una «revuelta de masas»

Hans-Hermann Nikolei

INTERNACIONAL

Los asesores del Elíseo alertan ante la posibilidad de que las protestas se radicalicen como en Grecia

29 ene 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

La escalada de la crisis económica ha hecho crecer en el Gobierno francés los temores a una explosión social descontrolada como la que se produjo en Grecia o Islandia. El asesor presidencial, Henri Guaino, ve en el horizonte una «revuelta de masas», mientras en conversaciones privadas los ministros citan como referencia los incidentes que sacudieron el país heleno en diciembre y advierten del surgimiento de episodios violentos similares a los de 1968. El anuncio de la huelga general, que hoy medirá el respaldo con que cuenta en la calle el presidente francés frente al pulso de la izquierda y los sindicatos, ha abierto la espita para la expresión de ese temor. «La crisis ha hecho a la sociedad más frágil», considera Guaino. «Se siente una revuelta de las masas y de las clases medias contra la desigualdad salarial, que no alcanzaba una dimensión similar desde el siglo XIX». También el asesor social de Sarkozy, Raymond Soubie, advierte de la inminencia de una «gran crisis social», aunque para no parecer derrotista puntualiza que «la predicción meteorológica social no es una ciencia exacta». Hace algunos meses parecía que las huelgas en Francia pasaban de moda y que los sindicatos quemaban sus últimos cartuchos. Con la introducción legal de servicios de emergencia, la lucha trabajadora en las escuelas y en el transporte perdió en el 2008 su poder de intimidación y el ya tradicional otoño caliente se convirtió en un templado ritual. Triunfante, Sarkozy anunciaba: «Se hacen huelgas ¡y nadie lo nota!». Pero desde hace dos semanas esa premisa ya no está en vigor. El clima social ha cambiado. Muchos afirman que el punto de quiebra, el hecho que ha invertido la tendencia, debe situarse en el día en que la unión sindical de izquierda SUD paralizó la estación de trenes de Saint Lazare (París) con una huelga. En total, 400.000 viajeros se quedaron atrapados y se produjo un caos de tráfico. Sarkozy, indignado, anunció mano dura pero, desde entonces, Saint Lazare se ha convertido en el sinónimo del conflicto social en escalada. El Gobierno teme para el verano escenas como las vividas en el 2000, cuando los empleados de la firma química Cellatex amenazados por el desempleo intentaron volcar ácido clorhídrico en el río Mosa. Esta es la razón por la que el ministro de Trabajo, Brice Hortefeux, se está preparando con el anuncio de leyes más duras contra la lucha trabajadora. «Todos pueden ejercer su derecho a la huelga, pero todos deben poder tomar el tren o el autobús para ir al trabajo», dijo. El Gobierno no desea la confrontación. Antes de Saint Lazare, Sarkozy consideraba aún la huelga como una bienvenida válvula de salida para los conflicto sociales. «Prefiero un día de protestas con una buena contestación que muchos conflictos descontrolados», dijo el intérprete de su pensamiento en esta materia, Soubie. Pero las noticias cada vez peores de la economía cambian la situación: los sindicatos tradicionales se ven presionados por el SUD, fundado en 1998, y con un talante más reivindicativo. «La jornada de protesta es solo una etapa», afirma su dirigente, Christian Mahieux. «Representamos a un sindicato de la lucha trabajadora. La crisis actual del capitalismo hace más urgente la constitución de un movimiento social de dimensiones muy grandes. Estamos trabajando en ello», afirma.