El Congreso condena la conducta del legislador sureño que gritó al presidente que era un mentiroso
17 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.El ex presidente de EE.UU. Jimmy Carter cree que a su sucesor en la Casa Blanca la gente no lo juzga por su gestión sino por el color de su piel. «Creo que una aplastante porción de la animosidad intensamente demostrada contra el presidente Barack Obama se basa en el hecho de que es un hombre negro», declaró la noche del martes a la cadena NBC el ex dirigente demócrata de origen sureño. «Y creo que ha salido a la superficie por la creencia entre muchos blancos, no solo en el sur sino en todo el país, de que los afroamericanos no están cualificados para dirigir este gran país», agregó.
Carter repasó el capítulo protagonizado la semana pasada por el congresista de Carolina del Sur, Joe Wilson, que se atrevió a violar por primera vez el código de honor del Capitolio al interrumpir una comparecencia de Obama al grito de «!Mentiroso!». A pesar de que Wilson se disculpó inmediatamente su acción ha dejado en el aire una pregunta: «¿Hubiera actuado igual si el presidente hubiera sido blanco?». Algunos medios alimentaron esa pregunta al evidenciar el hecho de que Wilson representa a un estado sureño y pertenece a la asociación Hijos de los Veteranos Confederados. «Mi padre no tiene ni un solo hueso racista en su cuerpo», le defendió su hijo.
«Lo cierto es que hay personas en este país que no quieren que su presidente sea negro y nunca lo aceptarán», afirmaba la periodista Maureen Dowd en The New York Times . «Supongo que dentro de poco veremos aquí a gente con capirotes blancos y persiguiendo a los congresistas por el campo si no actuamos a tiempo», se atrevió a aventurar el congresista afroamericano Hank Johnson en referencia a los capuchones blancos usados por el Ku Klux Clan.
Muchos consideran que los sentimientos racistas estaban latentes y que la reforma sanitaria fue la excusa perfecta para que la ultraderecha saltará sobre Barack Obama y comenzará a divulgar bulos sobre la creación de «comités de la muerte» o carteles del presidente con el bigote de Hitler. Carter así lo cree: «Ese tipo de cosas no son solo un resultado casual de un debate sincero sobre si deberíamos tener o no un programa de salud. Hay algo más profundo».
Bajar el tono
La Casa Blanca ha tratado de bajar el tono de la cuestión racial, preocupada por que esto desvíe la atención de su prioridad: aprobar la reforma sanitaria. «No pienso que el presidente crea que la gente está enfadada por el color de su piel», afirmó el portavoz Robert Gibbs.
Mientras desde el Partido Republicano se aseguraba que la polémica por el caso Wilson no es más que un intento de distraer la atención del verdadero debate política.
A la espera de que la opinión pública acabe dando su veredicto los demócratas de la Cámara de Representantes aprobó una resolución de condena a la conducta de Wilson, horas antes antes de la denuncia de Carter. La moción fue aprobada por 240 votos a favor y 179 en contra . Contó con el apoyo de tan solo siete republicanos, mientras que doce demócratas decidieron no apoyar la recriminación al congresista.