Sócrates pone a Cavaco a pedalear

INTERNACIONAL

El propio partido del presidente luso cree que tras los comicios este debería dar explicaciones sobre las escuchas ilegales

24 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Lo que comenzó siendo un auténtico obús en la línea de flotación del Gobierno de mayoría absoluta del socialista José Sócrates ha girado hasta estamparse, de donde supuestamente salió, de la propia sede de la presidencia de la República. Las sospechas que el equipo de Aníbal Cavaco Silva dejó caer en un periódico respecto a las escuchas que el Ejecutivo estaría realizando de las conversaciones presidenciales están minando la credibilidad de la primera figura del Estado, garante y árbitro de la vida política del país.

El silencio de Cavaco sobre el supuesto espionaje y su negativa a dar explicaciones por el cese de su jefe de comunicación ha puesto nerviosa hasta a su propia formación, el Partido Social Demócrata.

El PSD es ahora víctima de las acusaciones que desde todo el arco parlamentario le hacen al considerar que todo es fruto de una estrategia electoral contra el Gobierno del Partido Socialista (PS). Por ello, Pacheco Pereira, jefe del grupo parlamentario del PSD, no dudó ayer en asegurar que «el presidente de la República está comprometido con todo el país a contar después de las elecciones todo lo que sabe», dijo, rompiendo el silencio que rodea a la candidatura de la centroderechista Manuela Ferreira Leite respecto al conflicto institucional.

Explicaciones aplazadas

Pereira se refería a la única frase que ha salido del palacio de Belem hasta ahora después de que se conocieron las sospechas de espionaje, al comunicar Cavaco Silva que tras los comicios del domingo será él quien pida explicaciones.

Mientras, José Sócrates, al que el escándalo pareció afectarle en un primer momento, pisa ahora fuerte en la recta final de la campaña llegando incluso a evidenciar ante la opinión pública la falta de sintonía con el presidente de la República. «Cada uno pedalea su bicicleta», dijo para desmarcarse del laberinto en el que se ha metido Cavaco Silva.

La tensión entre ambos líderes alcanza así un nivel inédito a lo largo de la legislatura, aunque ha vivido grandes choques en cada una de las doce veces que el presidente de la República ha vetado proyectos de ley gubernamentales por considerarlos inconstitucionales, aunque en muchos de los casos, como en el de la regulación de las parejas de hecho, se esconde una evidente discordancia ideológica.

Lo que es evidente y extraño para todos los portugueses es, en todo caso, la injerencia del presidente de la República en la campaña electoral legislativa, cuando ahora le toca más que nunca ejercer de árbitro. Politólogos y analistas no aciertan a explicar por qué las sospechas de espionaje explotaron en plena campaña y no lo hicieron después de las elecciones.