La oposición afirma que las dos renuncias en el Gobierno francés buscan tapar el escándalo L'Oréal
INTERNACIONAL
A Nicolas Sarkozy le ha estallado la crisis de Gobierno en uno de sus momentos más bajos de popularidad. La dimisión de dos de sus secretarios de Estado, sospechosos de excesos variados con cargo al dinero público, ha tenido lugar cuatro meses antes de lo que el presidente francés había previsto. La oposición lo acusa de tender una cortina de humo para ocultar el verdadero problema, la implicación de su ministro de Trabajo en el escándalo de la heredera de L'Oréal.
El Elíseo, el Gobierno y su partido, la UMP, se esforzaron ayer por atribuir al propio Sarkozy y a su primer ministro, François Fillon, la iniciativa del cese de Alain Joyandet y de Christian Blanc. Ambos se adelantaron, sin embargo, a cualquier anuncio oficial. Joyandet, ex secretario de Estado de Cooperación, en el punto de mira por gastarse casi 117.000 euros en el alquiler de un avión privado, defendió en su blog de Internet su condición de «hombre de honor».
Christian Blanc, ex responsable del proyecto Grand Paris, que , gastó en diez meses 12.000 euros en cigarros puros, aseguró en un comunicado que tomó la decisión de dimitir para «hacer frente a un linchamiento público».
Las cabezas de ambos han rodado antes de lo previsto. El pasado miércoles, Sarkozy descartó cualquier cambio en el Ejecutivo hasta octubre. Según un ministro que cita Le Nouvel Observarteur, «anunciar con cuatro meses de adelanto que ciertos ministros iban a ser destituidos fue un error», puesto que les restó cualquier credibilidad.
Los dos dimisionarios se sienten agraviados frente al llamamiento de cierre de filas en torno a Eric Woerth que han hecho tanto Sarkozy como Fillon. El ministro de Trabajo tiene en sus manos la delicada reforma del sistema de pensiones, la medida estrella del Gobierno galo contra la crisis.
La Fiscalía de Nanterre investigará las condiciones en las que la empresa que administra los bienes de Liliane Bettencourt contrató a Florence Woerth en el 2007, cuando su marido era ministro de Presupuesto. Se investigan también las cuentas de la millonaria en Suiza y en las Seychelles y un presunto fraude fiscal. Una comisión parlamentaria deberá determinar después del verano si Woerth ha incurrido en un conflicto de intereses que él insiste en negar.
Ahora mismo, a Sarkozy solo lo apoyan un 35% de franceses, aunque ha conseguido subir un punto en las encuestas. Ha lanzado la consigna de la «República irreprochable», llamando a los ministros a suprimir gastos ostentosos, a coger el tren y a renunciar a parte de sus colaboradores.