El escándalo Bettencourt no habría alcanzado dimensión política alguna sin la rebelión del servicio doméstico de la heredera del imperio L'Oréal. Tras la muerte de su marido André en el 2007, Liliane da plena credibilidad al fotógrafo Jean-Marie Banier y sigue ciegamente las instrucciones de su administrador, Patrice de Maistre. Todos los que intentaron defender los intereses de su patrona fueron despedidos de forma fulminante.
«Claire es quien más sabe de las cuentas de la familia», según ha reconocido un próximo de los Bettencourt al diario Le Parisien . La ex contable tiene fama de ser una mujer recta y leal, «alguien de fiar», según el chófer de André Bettencourt, que también fue despedido, al igual que la doncella de cámara y la secretaria particular de la millonaria, todos con más de una década al servicio a la familia. Y por supuesto el mayordomo, que durante más de un año dejó un dictáfono conectado en el salón cada vez que servía el té a la señora y a sus invitados.
Las cintas llegaron en junio al tribunal de Nanterre, donde la única hija de los Bettencourt, Françoise, persigue por abuso a Banier, el amante al que acusa de haberse beneficiado de regalos y donaciones de su madre por un valor que cifra en mil millones de euros. Y en las cintas, que todavía no han sido transcritas por completo, aparecen el fraude fiscal, las cuentas suizas y la mujer del ministro de Sarkozy encargado de las cuentas en el partido, Eric Woerth.
El abogado de Claire Thibout y el mayordomo Pascal niegan que se trate de una venganza del servicio. Antoine Guillot recalca que todo lo que ha dicho hasta el momento la ex contable ha sido verificado, como los 30 millones de euros que le devolvió Hacienda gracias al escudo fiscal implantado por Sarkozy, una medida legal pero altamente impopular. El mayordomo habría actuado por iniciativa propia al ver «el ambiente que reinaba en la mansión y sobre todo a una mujer debilitada, manipulada por su entorno».
En las cintas se habla de gestiones del Elíseo para suspender el juicio contra Banier que, efectivamente, fue aplazado sine die el pasado día 1.