La Justicia investiga la financiación de la campaña electoral de Sarkozy
INTERNACIONAL
Las primeras averiguaciones confirman las denuncias de la ex contable de la heredera de L'Oréal
08 jul 2010 . Actualizado a las 02:00 h.La Justicia francesa investiga ya las denuncias de la ex contable de Liliane de Bettencourt, que siembran la sospecha sobre la legalidad de la financiación de la campaña que llevó a Nicolas Sarkozy a la presidencia de la República. La policía ha confirmado que Claire Thibout dijo la verdad sobre la retirada de 50.000 euros el 26 de marzo del 2007. Los cuadernos donde apuntaba cada retirada de dinero y su destinatario van a ser examinados con lupa.
La Fiscalía de Nanterre ha confiado la investigación preliminar a dos brigadas policiales después de que se encontrara la pista de los 50.000 euros en la agencia bancaria a la que dijo haber acudido. La ex contable sostiene que son una parte de los 150.000 euros que el administrador de la heredera de L'Oréal, Patrice de Maistre, le ordenó retirar para entregárselos a Eric Woerth, el actual ministro de trabajo que fue tesorero de la campaña presidencial de Sarkozy. Los otros 100.000 habrían salido de una cuenta secreta en Suiza.
Tras comprobar la veracidad de esta primera información, la policía intentaba ayer sin éxito localizar a Claire Thibout, que prestó declaración el lunes. Quieren someterla a un careo con el administrador, que niega haberle dado esas instrucciones. Ella afirma que dos veces al mes retiraba 50.000 euros que eran entregados a los conservadores. El desfile de políticos de la derecha era constante.
Nicolas Sarkozy solo ha dicho de momento que se trata de calumnias. La ex contable asegura que era asiduo de la mansión Bettencourt y que también él recibió sobres mientras era alcalde de Neuilly. Lo implica además en la financiación ilegal de la campaña de Edouard Balladur, de la que fue tesorero. Ayer, durante el Consejo de Ministros, pidió «sangre fría» y «solidaridad» a los miembros del Gobierno que, respetando las consignas de silencio, se abstuvieron de hacer declaraciones.
La batuta la tomó el primer ministro. En una reunión con los parlamentarios, que por primera vez retransmitieron en directo varias cadenas de televisión, y en un tono especialmente enérgico, François Fillon aseguró que «el Ejecutivo no cederá a la agitación» porque «nos enfrentamos a un adversario invisible y pérfido que se llama rumor».
Fillon defendió que el presidente «es dueño de su calendario» frente a quienes piden una comparecencia urgente de Sarkozy, incluidos algunos destacados dirigentes de su propio partido. El jefe del Estado no tiene prevista ninguna comparecencia pública hasta el día 13, cuando su ministro de Trabajo, Eric Woerth, presente su plan para la reforma de las pensiones.
Woerth, el primer político salpicado por el escándalo, espera el informe que la Inspección General de Finanzas hará público el viernes para aclarar si hubo conflicto de intereses mientras su esposa trabajaba para el administrador de Liliane Bettencourt. De momento, ha presentado una denuncia por calumnias, aunque sin identificar a un presunto culpable.
Sarkozy, alcanzado de lleno por el escándalo, es ahora mismo el presidente más impopular de los últimos treinta años. La última encuesta del Instituto BVA revela que solo aprueban su gestión un 33% de los franceses.