El presidente egipcio nombra a dos militares para puestos clave
30 ene 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Decenas de miles de egipcios siguieron ayer desafiando el toque de queda y la ocupación militar de las calles para exigir la renuncia del presidente Hosni Mubarak, pese a las medidas tomadas por este para calmar la revuelta inicida el martes, que ya se ha cobrado al menos 92 vidas y ha causado más de mil heridos.
Mubarak, decidido a aferrarse al poder, en el que lleva desde hace 30 años, designó ayer a dos generales para ocupar puestos clave en el Estado. Por primera vez nombró a un vicepresidente, el general Omar Suleiman, y encargó a otro militar, Ahmed Shafiq, que forme un nuevo Gobierno. Ambos son hombres de confianza de Mubarak y acuden en su ayuda en el peor momento del presidente.
El cargo que ocupará Suleiman, hasta ahora jefe del odiado servicio secreto egipcio, llevaba vacante desde la llegada al poder de Mubarak (1981), lo que había fomentado los rumores de que heredaría el poder su hijo Gamal. Shafiq proviene de la Fuerza Aérea y ha estado varias veces en boca de todo el mundo como posible sucesor del presidente.
Estos cambios en el Estado para intentar atajar la crisis han sido considerados insuficientes tanto por los ciudadanos como por la oposición. «¡Fuera Mubarak!»; «Quien quiere a Egipto no lo destruye», gritaban miles de personas, que rasgaban fotos del jefe de Estado en la plaza de Tahrir, epicentro de la protesta.
Mohamed el Baradei calificó los nombramientos de insuficientes y pidió a Mubarak que renuncie para abrir un proceso democrático, en declaraciones a la cadena Al Yazira. «Le digo al presidente Mubarak y a su régimen que se vayan de Egipto lo antes posible. Será lo mejor para Egipto y para ustedes», afirmó.
El discurso que pronunció la noche del viernes el presidente, su primera aparición pública tras la revuelta y en el que no abordó la renuncia que le pide la población, fue «prácticamente un insulto a la inteligencia de la gente», dijo el premio Nobel al canal France 24.
El jeque Yusef Al Qardaui, considerado como el predicador de mayor influencia del mundo árabe, afirmó que solo la renuncia de Mubarak podría resolver la crisis.
Mohamed el Beltagui, miembro de los Hermanos Musulmanes, uno de los grupos opositores más fuertes del país, dijo: «Lo que Mubarak ha llamado cambio no responde a las demandas de la gente [...], nosotros pedimos democracia real y derechos civiles, pero él no ha dicho nada sobre eso en su discurso».
El Ejército pidió al «gran pueblo de Egipto» que «respete el toque de queda» y no se congregue en lugares públicos, pero el llamamiento fue desoído, pues tras el inicio de la medida de excepción decenas de miles de personas seguían congregadas en el centro de El Cairo.