Deserciones y nuevos combates recrudecen el conflicto
26 jun 2012 . Actualizado a las 22:59 h.La ONU mantiene suspendidas las operaciones de sus observadores en Siria, donde la situación es todavía «demasiado peligrosa», dijo hoy al Consejo de Seguridad el jefe de los «cascos azules», el francés Hervé Ladsous.
«Las operaciones militares continúan y los civiles están en peligro creciente. Actualmente no se dan las condiciones para reanudar las operaciones de los observadores», dijo Ladsous en la reunión a puerta cerrada con el máximo órgano internacional de seguridad, explicó a Efe una fuente diplomática.
Según la misma fuente, Ladsous confirmó el recrudecimiento de los enfrentamientos entre la oposición y las fuerzas del Gobierno de Bachar al Asad, así como su gran impacto en la población civil, y denunció que Damasco ha rechazado colaborar «en materia logística» con los militares desarmados de la ONU.
El Gobierno sirio se ha negado concretamente a que los expertos de la ONU utilicen teléfonos por satélite para comunicarse, algo «muy importante» y que facilitaría «tanto su trabajo como su seguridad», explicó la citada fuente.
El jefe de la UNSMIS, el general noruego Robert Mood, suspendió el 16 de junio las operaciones de los observadores ante el incremento de la violencia armada en Siria, donde han visto limitada su «capacidad para observar, verificar e informar, así como para apoyar el diálogo local y los proyectos de estabilidad».
Ladsous advirtió al Consejo que cuanto más dure la violencia, más tardará la misión en reanudar sus operaciones, al tiempo que destacó que, pese a esa suspensión, los cerca de 300 observadores tratan de prestar ayuda «no con mucho éxito» a las organizaciones humanitarias que trabajan en el país árabe.
El mandato de la UNSMIS concluye a finales de julio por lo que la ONU estudia ya opciones para su futuro, que oscilan desde su completa suspensión hasta su reducción si se mantiene el actual nivel de crisis, indicaron fuentes diplomáticas en la ONU.
De acuerdo con esas mismas fuentes, todas las opciones están abiertas, pero gana enteros entre los miembros del Consejo la idea de dotar a la misión de «una nueva forma, con una menor presencia y una mayor implicación política y civil, quizás reagrupada en ciertos puntos del país».
En la reunión con los miembros del Consejo de Seguridad también participó por videoconferencia el exministro palestino de Asuntos Exteriores Naser Qudua, adjunto al enviado especial para Siria, Kofi Annan, quien trata de salvar su plan de paz.
Según detallaron a Efe fuentes del Consejo, Qudua informó de que en estos momentos no se produce «ningún diálogo político» en Siria, donde «continúan las violaciones masivas de derechos humanos y siguen muriendo civiles, ya que el Gobierno no cumple con su responsabilidad de proteger a la población».
También se refirió a la reunión que Annan trata de organizar para el 30 de junio en Ginebra, una cumbre que sólo merece la pena convocar, según Qudua, «si hay un acuerdo previo sobre la necesidad de que de ella salga una conclusión».
«Si tiene lugar la reunión, de ella debe salir una conclusión productiva que respete ciertas líneas roja, como la no equiparación de la responsabilidad entre el Gobierno y la oposición», señaló una fuente diplomática del Consejo de Seguridad, que aseguró que, «por el momento, esa reunión no existe formalmente».
El portavoz de la ONU, Martin Nesirky, reconoció, por su parte, ante la prensa que las características y condiciones del encuentro que desea organizar Annan están aún «bajo discusión» en lo referente al «lugar, la fecha y los participantes» al mismo.
Ese encuentro debería reunir a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia) y a Estados con influencia sobre la región, entre los que debería estar Irán, según ha defendido el propio enviado especial, pero no hay acuerdo todavía para ello.
Rusia ya ha aceptado la idea y asistirá a la reunión, dijo su embajador ante la ONU, Vitaly Churkin, quien respaldó la presencia de Irán en la misma e invitó a todos a participar en la que definió como «una intensiva interacción entre los interesados para fomentar el acercamiento entre las partes».
Ante el agravamiento de la situación sobre el terreno, Francia pidió hoy formalmente una comparecencia ante el Consejo de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navy Pillay.
«Con unos 15.000 muertos sobre la mesa, nos parece normal que venga a explicarnos la situación de los derechos humanos en Siria», dijo a Efe el portavoz de la misión de Francia ante la ONU, Brieuc Pont.
El diplomático confió en que la presidencia, en poder este mes de China, acepte la petición y no fuerce a que se someta a un voto de procedimiento, en el que no existe el derecho a veto.
Deserciones y nuevos combates recrudecen el conflicto
Los rebeldes sirios anunciaron hoy la deserción de unos doscientos soldados en el norte de Siria, mientras se intensificaron los combates entre ambos bandos, que se registraron incluso cerca de uno de los palacios presidenciales en Damasco.
Este repunte de la violencia en Siria, donde hoy ha muerto más de medio centenar de personas según la oposición, ha llevado a la ONU a decidir que se prolongue la suspensión de las operaciones de sus observadores al considerar que las condiciones sobre el terreno son «demasiado peligrosas».
El consejero de comunicación del rebelde Ejército Libre Sirio (ELS), Fahd al Masri, anunció en un comunicado la masiva deserción de uniformados en la provincia de Idleb, uno de los principales feudos opositores.
También en esta región septentrional, Al Masri informó de que los rebeldes lograron derribar un helicóptero de las fuerzas leales al presidente Bachar al Asad tras fuertes enfrentamientos en la zona de Jan al Subul.
El opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos señaló que al menos un rebelde y cinco militares perdieron la vida en esos combates en Jan al Subul, mientras que otros cuatro soldados fallecieron por una explosión en un puesto de control en el área próxima de Yabal al Zauiya.
Entretanto, se registraron duros choques entre los insurgentes y los efectivos del régimen en las afueras de Damasco y cerca de uno de los palacios presidenciales, donde, según el representante del ELS, al menos doce personas han muerto.
El palacio, uno de las principales sedes de Al Asad, se encuentra en la carretera que une los suburbios de Qadsaya y Al Hama, al oeste de Damasco, con la plaza de los Omeyas, en pleno centro de la capital.
El portavoz del ELS precisó que las fuerzas gubernamentales comenzaron a bombardear sobre las 03.00 hora local (00.00 hora GMT) Al Hama y Qadsaya, donde en solo media hora cayeron 50 proyectiles.
Estos bombardeos causaron la muerte de una treintena de personas, según los opositores Comités de Coordinación Local, que apuntaron que la cifra total de víctimas en Siria en esta jornada supera los 80 muertos.
Por su parte, la agencia de noticias oficial siria, Sana, indicó que decenas de «terroristas» murieron hoy en enfrentamientos entre las autoridades y «grupos armados» en Al Hama.
Los supuestos terroristas habían bloqueado una carretera para emplearla para el tráfico de armas, según Sana, que también informó de los citados combates en la provincia de Idleb.
Estas informaciones no han podido ser verificadas de forma independiente debido a las restricciones impuestas por el régimen de Al Asad a los periodistas.
En medio de la violencia, las autoridades continúan con su programa de reformas -que hasta el momento no han contentado a la oposición-, como la formación de un nuevo Gobierno, cuyos miembros prestaron hoy juramento ante Al Asad.
Este Ejecutivo, el tercero desde el estallido de la revuelta, está encabezado por Riad Hiyab, anterior ministro de Agricultura y ex secretario general del partido gubernamental Al Baaz en la provincia de Deir el Zur (este) entre 2004 y 2008.
Entre los integrantes del nuevo gabinete, que cuenta con un Ministerio para la Reconciliación Nacional, hay algunas figuras de la llamada «oposición interna» que dirigen formaciones toleradas por el régimen.
Sin embargo, no parece probable que el cambio de gobierno calme la situación en Siria, donde después de dieciséis meses de conflicto se calcula que han muerto más de 15.000 personas, según datos de Naciones Unidas.