Emplaza a su país a cerrar un año de duelo nacional
23 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Noruega recordó a las 77 víctimas de los atentados perpetrados hace un año por el ultraderechista Anders Behring Breivik, en una jornada de homenajes y elogios al modelo de sociedad noruega y a la respuesta de la ciudadanía ante la mayor tragedia del país desde la ocupación nazi. Los principales actos se celebraron en los escenarios del doble atentado: en Oslo, donde Breivik hizo estallar una bomba, y en la isla de Utøya, en la que cometió una matanza en el campamento de las Juventudes Laboristas (AUF).
La jornada comenzó con un acto oficial en Høyblokka, sede del poder político, que aún conserva huellas visibles del atentado, y en donde el primer ministro, el laborista Jens Stoltenberg, y el rey Harald V hicieron una ofrenda floral. Stoltenberg resaltó el «fracaso» de Breivik y elogió la reacción del pueblo noruego, que «abrazó nuestros valores», una sociedad abierta y democrática, una idea que el primer ministro volvió a repetir a lo largo del día.
Stoltenberg resaltó la necesidad de no olvidar a las víctimas y de apoyar a sus allegados y a los supervivientes, pero también se refirió a la necesidad de seguir adelante y cerrar un año de «duelo nacional».
A unas decenas de kilómetros, en la iglesia de Hole, municipio al que pertenece Utøya, se celebró otra ceremonia, a la que acudieron los príncipes herederos Haakon y Mette-Marit y varios ministros. Pero las víctimas fueron igualmente recordadas en todas las misas mayores en las iglesias noruegas, también en las del extranjero. Por todo el país se descubrieron placas conmemorativas y hubo otros actos como marchas silenciosas con rosas o antorchas.
El punto central del programa transcurrió en Utøya, que antes y después de ese acto estuvo cerrada al público para que pudieran recorrer la isla familiares y amigos de las víctimas, así como supervivientes. La cúpula del Partido Laborista, invitados de otros países nórdicos, como la primera ministra danesa, Helle Thorning-Schmidt, y más de un millar de miembros de las AUF se sentaron sobre la hierba para asistir a una ceremonia donde la música y las palabras se mezclaron con las sonrisas, los aplausos y las lágrimas.
Particularmente emotiva fue la actuación de Renate Tårnes, quien justo un año antes había tocado sobre el mismo escenario, horas antes de que Breivik llegara a la isla y matara en su presencia a su novio, aunque ella se salvó escondiéndose en un baño. Ese viernes «en el que nunca dejó de llover», «nos cambió la vida a todos, también a las AUF», dijo su líder, Eskil Pedersen, «orgulloso» de que sus compañeros sean, con su defensa de la diversidad y la igualdad, la imagen de la «derrota» de Breivik.