Urgen a Kim Jong-un a participar en conversaciones multilaterales «creíbles y auténticas» sobre desnuclearización
11 abr 2013 . Actualizado a las 23:02 h.Los ministros de Relaciones Exteriores del G8 condenaron enérgicamente el jueves en Londres las actividades nucleares de Corea del Norte y le amenazaron con más sanciones si lanza un misil, pero no zanjaron sus diferencias sobre Siria más allá de mostrarse «horrorizados» por el número de muertos del conflicto.
Al término de una reunión de dos días, los representantes de los siete países más industrializados y Rusia condenaron «en los términos más fuertes posibles el desarrollo continuado de los programas de armas nucleares y misiles balísticos» por parte del régimen norcoreano, que «constituyen una violación directa» de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, según la declaración final de la reunión.
«Si Corea del Norte lleva a cabo otro lanzamiento de misil o ensayo nuclear, nos comprometimos a adoptar más medidas importantes», precisó posteriormente en una rueda de prensa el ministro británico William Hague, anfitrión de la reunión.
Esa posibilidad de «medidas adicionales» estaba ya contemplada en la última resolución de la ONU, adoptada unánimemente en marzo en el Consejo de Seguridad tras un nuevo ensayo nuclear -el tercero desde 2006- por parte de Pyongyang el 12 de febrero.
El líder norcoreano, Kim Jong-un, amenaza ahora con el lanzamiento de uno o más misiles de prueba en torno al aniversario del nacimiento del fundador del país, su abuelo Kim Il Sung, el 15 de abril, una «retórica agresiva», según los ministros, que no servirá más que para profundizar el aislamiento del país, por lo que le urgen a participar en conversaciones multilaterales «creíbles y auténticas» sobre la desnuclearización.
No hubo consenso con respecto a Siria
Si el consenso reinó respecto a Corea del Norte entre los jefes de la diplomacia de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia, no ocurrió lo mismo con Siria, la otra gran crisis actual en el mundo que se ha cobrado 70.000 vidas en algo más de dos años, según la ONU.
Un responsable de la administración estadounidense había anunciado una «declaración bastante fuerte», reconociendo sin embargo que el texto había sido objeto de «duras discusiones», debido sobre todo a objeciones rusas.
En su comunicado final, los ministros del G8 se limitaron a declararse «horrorizados» por el elevado número de víctimas, el millón de refugiados en países vecinos y los dos millones de desplazados internos del conflicto, y a urgir a la comunidad internacional a «aumentar sus contribuciones» a las últimas peticiones de ayuda de la ONU para el pueblo sirio. «El mundo ha fallado hasta ahora en su responsabilidad y sigue haciéndolo», admitió en su rueda de prensa William Hague.
«No hemos logrado ningún avance sobre este asunto pero es vital que sigamos discutiendo», agregó, señalando que la crisis siria estaba en camino de convertirse en «la mayor catástrofe humanitaria de lo que va de siglo XXI».
El G8, y especialmente Estados Unidos, buscaba lograr que Moscú, aliado incondicional de Damasco, flexibilizara su posición, y Kerry se había entrevistado con el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov.