La cúpula militar avala su candidatura y su triunfo se da por garantizado
28 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.La cúpula militar despejó ayer el camino para que el jefe del Ejército y ministro de Defensa, Abdel Fatah al Sisi, artífice del golpe de Estado que derrocó al islamista Mohamed Mursi, se presente como candidato a las elecciones presidenciales, que muy probablemente se celebrarán a finales de abril. La victoria en las urnas del hombre fuerte del país se da por garantizada.
Horas antes de que el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, el máximo órgano militar egipcio, escenificará públicamente un apoyo que se daba por hecho al general Al Sisi, este fue promovido al rango de mariscal de campo, el más alto del Ejército. El militar anunciará su candidatura a finales de esta semana, según la web de Al Yazira.
Aunque antes tendrá que desvincularse del Ejército, ya que el jefe de Estado de Egipto debe ser un civil, según estipula Constitución redactada por el Gobierno interino respaldado por los militares y recién ratificada en referendo.
El plazo de inscripción de los candidatos para las presidenciales comienza el 18 de febrero. El único que ha anunciado que se presentará es el izquierdista Hamden Sabahi, que quedó en tercer lugar en las elecciones del 2012. Otros posibles contendientes, como el ex primer ministro Ahmed Shafik y el exgeneral Sami Anan, iban a esperar los movimientos de Al Sisi.
Después de meses de dudas, primero rechazando presentarse y luego siendo ambiguo, Al Sisi, de 59 años, anunció el día 11 que concurriría a las urnas si el pueblo así se lo pedía y el Ejército se lo permitía. La luz verde de la cúpula militar se produce un día después de que el presidente interino, Adli Mansur, anunciase que las presidenciales se celebrarán antes que las legislativas, invirtiendo el orden establecido en la hoja de ruta de la transición perfilada tras el derrocamiento de Mursi.
Gran parte de los egipcios ven al mariscal como el héroe que acabó con el poder de los islamistas y el hombre que necesitan para tirar del país y superar la crisis política y económica. Otros temen que su elección marque el regreso del régimen autoritario y represivo que la revuelta en Tahrir buscó poner fin en enero del 2011.
Héroe o villano, se da por hecho que será el próximo presidente de Egipto. Tendrá entonces que lidiar con un país dividido y arruinado. Si no logra dar una respuesta rápida podría enfrentarse a la ira de una población hambrienta y hastiada.
El viceprimer ministro Ziad Baha el Din, uno de las voces más moderadas del Gobierno y crítico con la represión contra los Hermanos Musulmanes y los movimientos revolucionarios, presentó ayer su dimisión.