
El «no» a Evo Morales parece confirmar el inicio de un cambio político en América Latina
23 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Ano ser que se produzca un milagro o un pucherazo, dos hipótesis harto improbables, cuando en el año 2019 concluya el tercer mandato presidencial Evo Morales, el primer presidente indígena del nuevo continente, tendrá la oportunidad de hacer realidad una vieja aspiración suya: dirigir una entidad deportiva. La mayoría de los bolivianos, las tres cuartas partes indígenas como él, han dicho no a su pretensión de concurrir a un cuarto mandato. Los bolivianos parecen haber tomado buena nota de los riesgos que entraña el respaldar la obsesión de los líderes populistas del nuevo continente de perpetuarse en el poder con el beneplácito de las urnas.
Evo no ha sido el único en apostar por esta vía para morir con las botas puestas. En esto, como en otras muchas cosas, el pionero ha sido Hugo Chávez. En ello está el ecuatoriano Rafael Correa, que también quiere seguir, no tanto por gusto cuanto porque no tiene en su entorno ningún correligionario que le garantice un triunfo en las próximas elecciones presidenciales.
Tampoco será el primero en ver frustradas sus aspiraciones continuistas en las urnas. Al venezolano Chávez le pasó lo mismo en diciembre del 2007, pero se salió con la suya colando una enmienda constitucional a través de la Asamblea Nacional, en la que entonces disponía de una holgada mayoría.
Cambio de ciclo político
Para muchos analistas, el varapalo recibido por Evo es la confirmación de un cambio de ciclo político en la región, que empezó con el triunfo de Macri en Argentina, que desalojó del poder a un kirchnerismo alineado en la órbita bolivariana, la estrepitosa derrota del madurismo en las parlamentarias venezolanas de diciembre y el cambio de órbita de los Castro en La Habana.
La guinda del pastel ha sido la espectacular caída del precio del petróleo, cuya no menos espectacular subida en la década anterior permitió a Chávez y a Fidel, su cabeza pensante, montar el tinglado del ALBA (Alianza Bolivariana para los pueblos de América), que colocó en su órbita a doce países de América Latina y el Caribe. El ALBA sirvió fundamentalmente para que unos recibiesen petróleo venezolano a precio de saldo, a cambio de hacerle la ola al comandante en los foros intencionales.
Con el invento ganaron casi todos, menos la gran mayoría de los venezolanos, que pagaron la factura de todo ese dispendio y ahora se encuentran con las arcas vacías para afrontar el tiempo de las vacas flacas. Es el ocaso del ALBA.