La peor crisis desde la de los misiles de Cuba

Mercedes gallego NUEVA YORK / COLPISA

INTERNACIONAL

11 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Las televisiones emiten desde los centros de emergencia de Hawái, adonde una bomba nuclear de Corea del Norte podría llegar en 20 minutos. Las autoridades resucitan los simulacros para probar las sirenas que no se han usado desde la guerra fría. Los bañistas en las playas miran el horizonte inquietos. Congresistas como el demócrata Brendan Boyle, del Comité de Exteriores, confirman la opinión de los expertos: «Esta es la mayor crisis nuclear que vivimos desde octubre de 1962», en los que John F. Kennedy logró abortar la crisis de los misiles en Cuba, desoyendo a los militares.

En la Casa Blanca de Trump la voz de los generales es mucho más poderosa que en el reino de Camelot. Incluso el poderoso Steve Bannon y varios de sus asociados han sido desplazados de las reuniones del Consejo de Seguridad Nacional por el general McMaster, que aguanta la furia de sus seguidores en las redes sociales bajo la etiqueta #FireMcMaster gracias al firme apoyo del comandante en jefe.

Juego de roles

Bannon es partidario de la línea dura contra Irán, pero no contra Corea del Norte, que considera «un subconjunto de China». En el Departamento de Estado, Rex Tillerson también busca desactivar la crisis. El resultado es una suerte de juego de roles en el que Tillerson es el poli bueno» y Trump, el malo. Según el análisis de Eurasia Group, hay un 10 % de posibilidades de que la tensión acabe en ataque militar, mientras que las esperanzas de una solución diplomática llegan al 70 %.

El historiador Thomas Ricks recomendó al presidente que siga el ejemplo de Churchill: «Habla con suavidad pero lleva contigo un gran palo». Con dos locos al volante, es difícil predecir el resultado. Trump está acostumbrado a intimidar a sus rivales y actúa con Kim Jong-un como si estuviera en el negocio de los casinos. Ni siquiera sus asesores sabían lo que iba a salir de su boca. Tampoco avisó previamente de sus declaraciones a Seúl y Japón como es habitual. Al menos uno de estos generales, John Kelly, recién nombrado jefe del Gabinete, quedó horrorizado, según The New York Times.