El «brexit» agranda las brechas entre el norte y el sur de la Unión Europea

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

LUDOVIC MARIN / POOL | EFE

Holanda, los países nórdicos y los bálticos optan por suavizar las negociaciones

23 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Las decisiones importantes en la UE suelen cocinarse en los márgenes de las cumbres y lejos de Bruselas, donde hoy se reúnen los Veintisiete líderes del bloque sin la británica Theresa May. A la cita no acude la premier porque sus socios tienen que revisar si ha hecho los deberes del brexit antes de dar luz verde a las nuevas directrices que guiarán las negociaciones sobre la futura relación de la UE y el Reino Unido cuando se consume el divorcio.

Hasta ahora todo ha sido unidad, al menos de fachada. El acuerdo de salida está encarrilado y May está convencida de que su país obtendrá una prórroga de 21 meses para desconectarse del mercado único tras la fecha de salida, prevista para el 29 de marzo del 2019. «Hicimos progresos considerables para dar certidumbre a las empresas y los ciudadanos. Nos movemos rápido para construir juntos el acuerdo futuro», aseguró a su llegada.

Pero no todos los países están de acuerdo. Emmanuel Macron encabeza una dura entente contraria a ablandar las exigencias a Londres. No solo quiere un pasaporte post-brexit a la francesa, también garantías sobre el papel de que los británicos no obtendrán ventajas en el mercado financiero, donde París quiere competir. El enrocamiento de Macron preocupa, y mucho, a los amigos del brexit a la carta. Holanda capitanea el grupo, al que se han sumado los países nórdicos y bálticos. El primer ministro holandés, Mark Rutte, trató de ablandar al presidente galo en una cena que organizó el miércoles en La Haya. Francia está dispuesta a plantar batalla comercial. Holanda, una de las economías que más sufrirá con el brexit por su alta dependencia del Reino Unido, quiere camelar a la UE. Hay terreno para acercar posturas, pero París quiere que cedan en la reforma de la zona euro, donde sus roles cambian. Los halcones holandeses se niegan a aceptar más flexibilidad y mutualización de los riesgos.

Disputa sobre Gibraltar

¿Cuenta Macron con algún socio? Alemania mantiene una posición de árbitro. España ha dejado claro que el período transitorio no se puede dar por cerrado si no se soluciona la disputa sobre Gibraltar. Portugal e Italia también respaldan, con la boca pequeña, a París. El verso libre tiene acento irlandés. El Taoiseach, Leo Varadkar, pidió ayer «calma» para tratar de alcanzar un acuerdo con los británicos. Irlanda no quiere una nueva frontera física en el Úlster. Quiere que la UE cierre un acuerdo de libre comercio tan «profundo y cercano» que no haga falta crear un estatuto especial para Irlanda del Norte o levantar un muro en la frontera.

La división de opiniones sobre cómo encarar las nuevas negociaciones del brexit también salieron a relucir ayer a costa del ataque perpetrado en Salisbury contra un exespía ruso. Aunque la UE mostró su solidaridad unánime con el Reino Unido, lo cierto es que algunos países como Italia y Grecia presionaron para rebajar el tono de las acusaciones que apuntan a Rusia como responsable del ataque químico. «Creo que necesitamos usar todas las herramientas políticas que tenemos a nuestra disposición», sugirió el primer ministro griego, Alexis Tsipras. Otros, como Lituania, estudian la posibilidad de expulsar a diplomáticos rusos como represalia. «No necesitamos diplomacia barroca», reprochó la presidenta del país báltico, Dalia Grybauskaité.

May dejó claro que la amenaza de Moscú no se ciñe a su país: «No respeta fronteras. El incidente en Salisbury es parte de una cadena de agresiones de Rusia contra la UE y sus vecinos cercanos», alertó.

El actual pasaporte britanico junto al antiguo, que se recuperará tras el brexit
El actual pasaporte britanico junto al antiguo, que se recuperará tras el brexit HANDOUT | AFP

El pasaporte británico «post-brexit» se hará en Francia

Rita A. Tudela

Los partidarios del brexit están indignados. Su alegría por recuperar sus antiguos pasaportes británicos de color azul marino con el adiós a la UE -y deshacerse del documento rojo bermellón compartido por todos los ciudadanos comunitarios- se ha visto empañada por la noticia de que en el reverso figurará el made in Francia. La compañía franco-holandesa Gemalto, especialista en seguridad digital, ganó una licitación pública y tomará el testigo de la británica De La Rue, la encargada en los últimos diez años. Un dolido presidente de la firma, Martin Sutherland, apeló al sentimiento patriótico para exigir a Theresa May que explique a los trabajadores de su empresa por qué cree que es una decisión sensata que el «símbolo de identidad británico sea fabricado en Francia». La diputada conservadora Priti Patel calificó la situación de «humillante». El regreso del color azul, utilizado por primera vez en 1921, es visto como una victoria de los diputados brexiters.

Tras varias horas evitando confirmar la información Downing Street, el Ministerio de Interior, a cargo de Amber Rudd, anunció la decisión alegando que los contribuyentes se ahorrarán alrededor de 120 millones de libras (unos 140 millones de euros), durante los cinco años que dura el nuevo contrato.

Un portavoz del ministro defendió que con la nueva empresa se conseguirá un «producto seguro y de alta calidad con la mejor relación calidad-precio para nuestros clientes y el contribuyente». Además, explicó que la selección había sido hecha tras un proceso «riguroso, justo y abierto» y como todos los candidatos fueron notificados del resultado final, dándoles diez días para apelar la decisión.

Londres recuerda a las víctimas de Westminster

TOBY MELVILLE | Reuters

Hace ayer un año, el británico converso al islam Khalid Masood, atropelló a los peatones que pasaban por el puente de Westminster, luego salió de su coche y apuñaló a un policía antes de ser abatido. Cinco personas murieron, entre ellas Aysha Frade, con raíces en Betanzos (A Coruña). La acción de Masood abrió una racha de cuatro atentados yihadistas que dejaron 36 muertos en tres meses. Bruselas y Londres recordaron a la víctimas con flores y minutos de silencio.