La lucha política en torno al Open Arms

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

INTERNACIONAL

Una bañista, en una playa de Lampedusa, con el Open Arms fondeado al fondo a la espera de atracar en el puerto italiano
Una bañista, en una playa de Lampedusa, con el Open Arms fondeado al fondo a la espera de atracar en el puerto italiano GUGLIELMO MANGIAPANE | Reuters

17 ago 2019 . Actualizado a las 12:12 h.

La información se ocupa de lo particular, el análisis de lo general. El Open Arms es solamente un barco y a bordo viajan menos de ciento cuarenta inmigrantes que desean llegar a Europa. Pero, aparte del drama concreto sufrido por personas concretas, su peripecia se inscribe en un contexto más amplio. La pretensión del Open Arms de desembarcar a toda costa en Italia va más allá de lo que ocurra con esas 136 personas. El barco no ha insistido en atracar en Malta ni ha querido buscar una alternativa en Túnez, donde hay puertos seguros y cercanos, ni tampoco ha puesto rumbo a España, donde tiene su base, porque su objetivo también es político: impedir que se consoliden las restricciones que ha impuesto el actual Gobierno italiano al rescate en el Mediterráneo.

En esta lucha política, Open Arms tiene a su favor el sistema judicial italiano, afortunadamente garantista, que ya ha tomado posición varias veces en contra de la táctica del ministro del Interior, Matteo Salvini, de mantener sus puertos cerrados a los buques de rescate privados. Y ahora cuenta también con otro aliado inesperado: la crisis política italiana. Si los ministros de Transportes y Defensa se han puesto más o menos de parte de la oenegé, es porque son afines al Movimiento 5 Estrellas (M5E), con el que Salvini está enfrentado en este momento.

En lo particular, pues, Open Arms tiene el éxito prácticamente garantizado. Antes o después, los inmigrantes a bordo del barco humanitario acabarán llegando a Europa. Salvini luchará por todos los medios para impedir el desembarco en Italia, pero lo más probable es que se vea obligado a ceder y llegue a un acuerdo con la UE. Hasta ahora, al menos, todas estas crisis se han resuelto así.

En lo general, sin embargo, es posible que el episodio acabe teniendo consecuencias contrarias a las deseadas. Fuera de Italia se subestima el consenso que existe en este país respecto a la llegada de inmigrantes por el Mediterráneo, al margen de la retórica agresiva y demagógica de Matteo Salvini. De hecho, no fue Salvini quien comenzó esas políticas, sino el Gobierno de izquierda de Matteo Renzi, cuando en el 2015 los países vecinos, especialmente Francia, cerraron sus fronteras a los inmigrantes que utilizaban Italia como trampolín. Desde entonces, se ha logrado reducir sustancialmente el movimiento a través del Mediterráneo Central -y, como consecuencia, también el número de muertes en la travesía-. Esas políticas, por tanto, tan discutidas fuera de Italia, son allí populares, y la táctica de Open Arms de forzar la mano del Gobierno puede acabar incrementando el rechazo que ya existe hacia el trabajo de las oenegés extranjeras, a las que muchos consideran simples servicios de transporte de inmigrantes. Y, puesto que cabe la posibilidad de que haya elecciones pronto en Italia, la paradoja es que esta polémica podría ayudar a formar una mayoría gubernamental de derecha y extrema derecha más estricta aún en la cuestión de la inmigración a través del Mediterráneo.