
Las elecciones anticipadas en el Reino Unido parecen inevitables. La situación de Boris Johnson era este martes cada vez más desesperada, con deserciones de diputados en sus filas, otros dispuestos a votar contra su propio Gobierno, y la constatación de que existe una alianza antibrexit (o antibrexit salvaje) en la Cámara. Tampoco le van bien las cosas al primer ministro británico con la UE. En Bruselas ven cómo el Parlamento va a forzar al Gobierno a pedir otra prórroga y tienen la esperanza de que todo esto acabe en un segundo referendo, por lo que no encuentran motivo para ofrecerle a Johnson lo que pide.
Así que la única baza que le queda al primer ministro son unas elecciones anticipadas. Unos comicios son siempre una lotería, pero, ahora mismo, los sondeos le auguran la victoria a Johnson, cuya voluntad de cumplir con el mandato del referendo del 2016 es más popular de lo que se dice. Esas elecciones serían, en todo caso, un segundo referendo sobre el brexit.
Si Johnson ganase, se supone que los europeístas aceptarían su derrota esta vez (aunque eso está por ver). Al menos, calcula Johnson, la UE se creería la amenaza de un «brexit salvaje» y negociaría de forma más generosa. Pero lo cierto es que la UE tiene un gran incentivo para castigar a Gran Bretaña, y, en todo caso, entre el momento en la fecha de las elecciones (se habla del 14 de octubre) y la fecha límite del brexit (31 de octubre) queda un espacio minúsculo para la negociación. Suena a imposible.

Pero incluso si se decide a ir a elecciones anticipadas, Johnson se enfrenta al problema de que una reforma legal del 2011 le retiró al primer ministro la potestad de convocarlas directamente. Tiene que hacerlo el Parlamento por una mayoría de dos tercios, para lo que Johnson necesita a sus rivales laboristas. Estos llevan dos años pidiendo elecciones, pero, ahora que han visto los sondeos, ponen excusas. Dicen temer que Johnson diga que el 14 de octubre, pero luego cambie el día para después de la fecha del brexit (a ese nivel de desconfianza hemos llegado). Así que quieren antes aprobar esa ley que obliga al Gobierno a solicitar otra prórroga a la UE. Pero si Johnson se niega a obedecer al Parlamento, no tendrán más remedio que aceptar elecciones o arriesgarse al brexit salvaje.
Los laboristas, en realidad, lo que querrían es otra cosa: tumbar al Gobierno con una moción de censura, con su líder, Jeremy Corbyn, como nuevo primer ministro sin pasar por las urnas con el único propósito de conseguir esa prórroga de brexit. Pero los conservadores rebeldes, que tendrían que apoyarle para eso, tampoco se fían de él, y creen que se quedaría en el Gobierno. Incluso dentro de su propio partido los antibrexit temen que luego Corbyn se desdiga y quiera negociar otro acuerdo por su cuenta (lo dicho, a ese nivel de desconfianza hemos llegado). Lo que nos conduce de vuelta a la idea de unas elecciones anticipadas en las que se midan las fuerzas de unos y otros. Probablemente sería lo mejor.