Los diputados de Evo Morales rechazan a la senadora Áñez como presidenta de Bolivia

Héctor Estepa
Héctor Estepa LA PAZ / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Jeanine Áñez juró el cargo en el palacio presidencial levantando una gran Biblia
Jeanine Áñez juró el cargo en el palacio presidencial levantando una gran Biblia CARLOS GARCIA RAWLINS | Reuters

Desde su exilio en México, el expresidente acusa a la OEA de sumarse al golpe de Estado

14 nov 2019 . Actualizado a las 00:31 h.

Barricadas en cada calle. Hogueras. Humo. Personas armadas con palos y piedras. Tanquetas militares con armamento pesado. El Alto era, en la noche del martes, zona de conflicto. Millares de seguidores de Evo Morales habían tomado las calles de la ciudad anexa a la capital, La Paz, y bastión electoral del Movimiento al Socialismo (MAS). «Nos quieren humillar. Han echado a nuestro presidente y nos quieren quitar todo lo que tenemos», decía, en una de las barricadas, Mónica Quispe, campesina indígena que defiende a Morales, mientras sonaban de fondo las sirenas de las tanquetas de las fuerzas del orden.

El bloqueo estaba situado justo en la puerta del aeropuerto internacional de El Alto, cuyos vuelos se han visto afectados. Una gran whipala, la bandera promovida por Morales durante años, que representa a todas las nacionalidades indígenas del país, había sido colocada en la puerta del aeródromo, a donde solo podía cruzarse a pie.

Quienes bloqueaban la entrada no permitían el acceso en vehículo al recinto, ni a las calles aledañas. Denunciaban un golpe de Estado contra Evo Morales, que dimitió el pasado domino, y se exilió el lunes a México, después de que el Ejército y la Policía reclamasen su dimisión. La Paz amaneció ayer en aparente calma, pero a mediodía la sensación cambió. Los millares de indígenas reunidos en El Alto comenzaron a bajar a la capital. 

Disturbios en el Parlamento

Los manifestantes se acercaron al Congreso, donde los diputados del MAS, que suponen dos tercios del Legislativo, planeaban reunirse para declarar la nulidad de la declarada presidenta interina del país, la conservadora Jeaninne Áñez, y también para desconocer la renuncia de Morales, abriendo un capítulo incierto en el país. Fueron recibidos con gases lacrimógenos y la policía impidió el acceso al Parlamento de los diputados del MAS y de Adriana Salvatierra, presidenta del Senado que, de acuerdo con la Constitución, era la siguiente en la línea de sucesión a ocupar la jefatura del Gobierno.

Horas antes, el Tribunal Constitucional había declarado legal la proclamación a última hora del martes de Áñez como presidenta -la segunda mujer en tomar el mando de Bolivia- en una sesión Legislativo pese a no tener cuórum (apenas asistió un tercio de los diputados, todos opositores a Morales), respaldada por una interpretación de la Carta Magna para casos de vacío de poder. Áñez, que juró el cargo en el palacio presidencial levantando una gran Biblia, llegó muy temprano a las dependencias gubernamentales para nombrar al nuevo Gabinete de ministros, que gobernará el país hasta la celebración de unas nuevas elecciones. En su primer discurso, dijo que uno de sus primeros objetivos es la convocatoria de elecciones en el plazo «lo más breve posible». 

Reconocimientos

Estados Unidos, Brasil y el líder opositor venezolano, Juan Guaidó, fueron los primeros en reconocer a Áñez como nueva presidenta, frente a México, Venezuela y el presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, que rechazaron la «autoproclamación». El presidente argentino saliente, Mauricio Macri, no reconocerá por ahora a la senadora como presidenta de Bolivia

Mientras, desde México, Morales dijo que la Organización de Estados Americanos (OEA) se había sumado al «golpe de Estado», tras denunciar un fraude electoral en las elecciones del 20 de octubre. «Recomiendo a los nuevos políticos de América Latina. Cúidense de la OEA. La OEA es neogolpista para mí», señaló, en una entrevista a la colombiana W Radio. El líder indígena también pidió a los militares y policías que no «metan bala al pueblo» boliviano.

En el país las redes sociales difundieron lo últimos minutos de Morales en Bolivia, antes de partir a México. Entre lloros sus seguidores lo despidieron  en la pista del aeropuerto de Chimoré, en la región de Cochabamba, donde permaneció escondió tras su dimisión del domingo.

«He equipado a las Fuerzas Armadas no contra el pueblo, sino para que defiendan la patria. Lamento mucho que estén ahora con un golpe de Estado», señaló Morales. El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, negó ese extremo y defendió que no han «impuesto» a «ningún presidente».

Al menos ocho personas han perdido la vida en los 23 días de protesta generalizada que han pasado tras los comicios de octubre.