La ONU y oenegés critican la reubicación puesta en marcha por Bangladés para descongestionar los masificados campamentos
29 dic 2020 . Actualizado a las 18:57 h.Mohammad Abdulá se embarcó este martes junto a cerca de 2.000 rohinyás hacia la remota isla de Bhasan Char, donde busca un nivel de vida que no pudo encontrar en los masificados campamentos del sureste de Bangladés.
Pero la falta de transparencia en el traslado ha disparado las críticas de organismos internacionales, incluida la ONU, a pesar de que el Gobierno insiste en que la reubicación es necesaria para descongestionar los campamentos, a los que llegaron unos 738.000 rohinyás tras el estallido de violencia en Birmania en el 2017.
«Los que vinieron primero dijeron que estaban bien, así que vinimos. Ahora me siento bien. Ojalá pueda tener una buena vida allí», dijo a Efe Abdullah, ya a bordo de la embarcación militar que lo llevaba junto a otros tres miembros de su familia a la isla.
En total 1.804 refugiados, enfundados en chalecos salvavidas, hicieron las tres horas de travesía en cuatro embarcaciones militares entre el meridional puerto de Chittagong hasta la isla.
Ya en Bhasan Char, y entre unas fuertes medidas de seguridad, los operarios se veían aún ocupados en la remodelación y desinfección de las instalaciones, a las que ya habían sido traslados el pasado 4 de diciembre un primer grupo de 1.642 refugiados.
La controvertida isla
Bangladés anunció por primera vez en el 2017 su plan para reubicar a los rohinyás en esta isla de 40 kilómetros cuadrados ubicada en la bahía de Bengala, aunque el plan quedó en suspenso tras la presión de organizaciones internacionales contrarias al traslado.
Las autoridades defienden sin embargo que en contraste con las frágiles chozas de palos y plástico en los masificados campamentos de refugiados en el sureste del país, las instalaciones en la isla desarrolladas por la Armada cuentan con suministro ininterrumpido de electricidad, dos hospitales y cuatro clínicas comunitarias.
Además disponen de refugios contra ciclones, parcelas agrícolas, mezquitas, almacenes, servicios de telecomunicaciones, estación de policía, centros de recreación y aprendizaje, e incluso parques de juego para los niños, que suponen más de la mitad de los refugiados.
«Nuestro objetivo ahora es garantizar el apoyo humanitario a los refugiados. Además, los involucraremos gradualmente en actividades que generen ingresos», dijo a Efe el comisionado adjunto de Ayuda y Repatriación de Refugiados de Bangladés, Shamsuddoha.
Así podrán retomar en la isla trabajos que solían llevar a cabo en Birmania, como la pesca, la agricultura y la cría de cabras, aseguran las autoridades.
El desacuerdo
A pesar de esas garantías, persiste la preocupación, sobre todo después de que se denunciaran amenazas y presiones a través de incentivos económicos u otras promesas, aunque el Gobierno ha asegurado que todos los reubicados se alistaron voluntariamente.
La ONU y grupos de defensa de los derechos humanos como Human Rights Watch (HRW) o Amnistía Internacional han instado a detener el proceso por la falta de transparencia y las condiciones de esta isla deshabitada, que suele inundarse durante el monzón.
«Veo con gran preocupación los informes de que más de mil refugiados rohinyá extra se dirigen a Bhasan Char sin una evaluación de la ONU sobre la seguridad de la isla y la garantía de que la reubicación es voluntaria», dijo en Twitter el relator especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en Birmania, Tom Andrews, que se ofreció a realizar una visita preliminar a la isla.
El portavoz en Bangladés de ACNUR, Mustafá Mohammad Sazzad Hossain, aseguró a Efe en este sentido que «las Naciones Unidas ha enfatizado que los refugiados rohinyá deben poder tomar una decisión libre e informada sobre la reubicación en Bhasan Char, basándose en información relevante, precisa, y actualizada».