Mario Monti: «Italia debería estar unida ahora que la UE nos brinda grandes recursos»

Darío Menor ROMA / COLPISA

INTERNACIONAL

GIUSEPPE LAMI | EFE

El senador atribuye a la propia «personalidad de Renzi» parte de la crisis que ha abierto en el Gobierno de coalición

18 ene 2021 . Actualizado a las 16:24 h.

El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, se la juega este lunes y el martes en el Parlamento. Después de que la semana pasada dimitieran las dos ministras del partido de Matteo Renzi, dejando así al Gobierno en minoría, Conte acude a la Cámara de los Diputados y al Senado para tratar de sumar nuevos apoyos y superar una moción de confianza cuyo resultado se antoja agónico en la Cámara Alta. El senador vitalicio Mario Monti, que lideró el Ejecutivo técnico que salvó a Italia de la bancarrota en el 2011 tras pasar una década como comisario europeo, decidirá su voto en función del discurso que ofrezca Conte.

-En el Corriere della Sera usted se planteaba si Italia es un país «normal». ¿Su endémica inestabilidad política hace que no lo sea?

-Durante las fases normales, cuando la UE pedía contener el déficit, muchos consideraban en Italia que eso era austeridad. Es cierto que ha habido momentos en los que Bruselas se ha excedido con la austeridad, pero a lo que me refiero es a las reglas normales de buena conducta en las cuentas. En circunstancias extraordinarias, como ahora con la pandemia, la UE brinda en cambio grandes recursos, de los que se benefician en particular naciones como Italia y España. Frente a esto el país debería estar más unido y cohesionado, pues se trata de una oportunidad extraordinaria, pero Italia, en cambio, sufre una crisis cuyas razones no están claras.

-Renzi puede tener razón en algunas de sus críticas al Gobierno. ¿Ha hecho bien en poner al Ejecutivo al borde del abismo?

-Algunos de los puntos señalados por Renzi eran válidos en la sustancia, pero podía haber otros modos para empujar a la coalición y al Gobierno sin necesidad de abrir una crisis. Este momento se parece mucho a una guerra por la situación de emergencia de la pandemia. Probablemente en el fondo de la cuestión esté la personalidad de Renzi, como ya demostró alguna otra vez.

-¿Superará el Gobierno la votación de confianza?

-Numéricamente la situación es problemática. Yo estaré presente en el Senado en la sesión. Mi voto dependerá mucho de lo que Conte diga. Tenemos por delante aún dos años de vida de la actual legislatura y, si Conte continúa como primer ministro después de esta crisis, deberá dar una clara indicación de la dirección que pretende dar a la política del Gobierno. No es muy fácil preverlo, ya que ha presidido dos gabinetes muy distintos y en algunos aspectos radicalmente opuestos. 

-¿Cuáles son las prioridades?

-Estamos en una situación muy difícil debido a la pandemia, con consecuencias también económicas, lo que justifica que haya un apoyo fuerte a las empresas. Pero si miramos al futuro debemos tener presentes al menos dos cosas. La primera es que antes o después la actitud de Bruselas cambiará y se volverá a una regulación del déficit y de la deuda. Espero que se haga de manera más moderna y eficiente, sin que se penen las inversiones públicas. Querría que Conte dejara claro que después de una época de subsidios es necesaria una política de disminución y contención del déficit y de la deuda.

-¿Y cuál es el segundo aspecto?

-Durante los últimos 20 años Italia ha crecido menos que otros países de la Eurozona. Se impone una reflexión acerca de cómo gestionar las ayudas. Hay que ocuparse socialmente de los sectores más castigados, pero también es necesario dar la posibilidad a la economía de desarrollarse. No hay que poner recursos públicos solo para impedir una renovación. Otro grave problema, poco presente en estos años, es la desigualdad, que exige una gran reflexión.

-Usted, como Conte, no estaba encuadrado en un partido antes de ser primer ministro aunque luego fundó una fuerza política. ¿Le recomendaría al primer ministro que hiciera lo mismo?

-Lo que hay que preguntarse es si eso le convendría al país. Cuando acepté promover un partido, aunque no lo necesitaba al ser senador vitalicio, lo hice porque veía que era útil que hubiera en el Parlamento un movimiento con espíritu europeo y reformista que evitara que prevaleciera alguna de las posibles coaliciones, una orientada a la derecha y otra a la izquierda, con antipatías hacia Europa y la disciplina presupuestaria. Yo pedí muchos sacrificios al país y veía que las dificultades eran cada vez mayores y que las otras fuerzas no estaban preparadas para las reformas que Italia necesitaba.

-¿Se arrepiente de haber formado un partido?

-Aquella decisión iba contra mis propios intereses personales. Si me hubiera quedado tranquilo es posible que me hubieran elegido presidente de la República para suceder a Giorgio Napolitano. Al menos eso me decían. Pero, francamente, mi contribución fue más positiva para el país al evitar con aquel partido, Elección Cívica, que se produjera una deriva populista y soberanista. A mí personalmente solo me provocó daños.

-¿Sale mal parada la imagen de Italia en Europa por esta crisis?

-Seguramente supone un daño para nuestra imagen, que ya se resentía del retraso y la falta de certezas a la hora de preparar el programa de actuación del Plan de Recuperación Europeo.

-¿Qué es mejor para Italia, que siga este Gobierno o se abra una nueva experiencia política?

-Francamente no sé qué es ahora lo mejor. Depende de la voluntad del primer ministro de correr el riesgo de tomar decisiones impopulares. A mí me tocó tomarlas para evitar que acabáramos como Grecia. A pesar de eso, el movimiento político que organizamos en unos 50 días sin medios financieros obtuvo el 10 % de votos. Alguno podía esperarse más, pero hoy hay muchos partidos que están por debajo. Aquel resultado mostró que en el país hay un número de personas dispuestas a entender que el interés futuro de Italia no está en seguir a este o a aquel grupo de presión.

-¿Distorsiona ver el país desde el Palacio Chigi, la sede del primer ministro?

-Es posible. Es una posición de mucha importancia, de mando. Pero haría falta que la opinión pública no se ocupara solo de Conte, sino de los intereses de los italianos.