Xi Jinping avisa que China nunca volverá a ser oprimida

María Puerto PEKÍN | E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Xi Jinping, durante su discurso en  las celebraciones  por el centenario del PCCh, en la plaza  de Tiananmen.
Xi Jinping, durante su discurso en las celebraciones por el centenario del PCCh, en la plaza de Tiananmen. CARLOS GARCIA RAWLINS | Reuters

Un discurso de fuerte carga patriótica para celebrar el centenario del Partido Comunista

01 jul 2021 . Actualizado a las 12:46 h.

El cielo nublado sobre la plaza de Tiananmen contrastaba con el pasado y futuro de esplendor que reivindicaba Xi Jinping en nombre del Partido Comunista. En un discurso de inflamado nacionalismo, Xi ha defendido el papel central de la formación en el desarrollo del país y ha exigido lealtad.

Con un lenguaje desafiante, Xi Jinping ha alardeado del «irreversible» ascenso de China y ha asegurado que «la época en que el pueblo chino podía ser pisoteado y oprimido ha terminado para siempre». Era una clara referencia a un período que en China se conoce como el «siglo de la humillación», cuando las potencias occidentales obligaron abrir los puertos al comercio y controlaban algunas ciudades. Precisamente hace cien años el Partido Comunista chino (PCCh) se fundó en una casa de la concesión francesa de Shanghái.

El discurso, en calidad de secretario del partido, ha sido el acto central de las celebraciones por los cien años de historia del PCCh. La ceremonia empezaba a las ocho de la mañana con una salva de cañonazos en la plaza de Tiananmen donde unos doscientos soldados en formación de gala han recorrido cien pasos justos, uno por cada año de historia, para izar la bandera.

En la plaza, se habían habilitado asientos para 70.000 personas en representación de los diferentes colectivos sociales: militares, trabajadores, policías, deportistas, educadores… y sanitarios vestidos con sus batas blancas. Xi no hizo grandes referencias a la victoria sobre el covid-19, pero la imagen estaba en una plaza llena de gente sin mascarilla, al igual que en las tribunas. Transmitía el mensaje de que la epidemia se ha superado y la vida vuelve a la normalidad. Era una imagen intencionada, en Pekín la mayoría de la gente sigue usando mascarillas en la calle y de hecho en la plaza muchos la llevaban anudada en el brazo.

El himno nacional y las canciones patrióticas se cantaron con entusiasmo y en el cielo unos helicópteros dibujaban el número cien. Diez aviones de combate formaban el 71, en referencia a la fecha: mes 7, día 1. No hubo desfile militar, pero 80 aviones surcaron el cielo en formación, entre ellos 6 del modelo de combate furtivo J-20 orgullo del ejército.

Xi Jinping, se dirigió a la nación vestido con un traje gris estilo Mao, en la tribuna le acompañaban antiguos dirigentes como el expresidente Hu Jintao o el ex primer ministro Wen Jiabao. También han estado presentes históricos miembros del partido, como Song Ping de 104 años. El acto finalizaba con la liberación de palomas y globos en la plaza de Tiananmen.

Desde el mismo lugar en que Mao proclamó la República Popular hace casi 72 años, Xi Jinping, en un tono triunfalista ha alabado los logros alcanzados gracias al Gobierno del Partido Comunista y ha advertido que cualquier intento de dividir a la población está condenado al fracaso. Ha recordado que se ha erradicado la pobreza extrema y el país, bajo la dirección del partido, China se ha convertido en una «sociedad moderadamente desarrollada».

Xi Jinping también ha enviado mensajes a la comunidad internacional asegurando que China no pretende ser hegemónica y que «nunca ha oprimido a ningún país y nunca lo hará». Una clara referencia a Estados Unidos y otras potencias occidentales.

Sin embargo, lo aplausos más largos llegaron cuando ratificó la voluntad de reunificar Taiwán y pidió a los jóvenes que se comprometieran con el partido para construir el futuro.

Tensión en Hong Kong

Entre los invitados estaba presente la jefa del Ejecutivo de Hong Kong, Carrie Lam, junto a antiguos predecesores en el cargo. El mismo día la excolonia celebraba el 24 aniversario de la devolución de soberanía de la excolonia británica a China. Una celebración llena de tensión y bajo la aplicación de la Ley de Seguridad Nacional, impuesta por Pekín. Una ley que recorta mucha de las libertades que se pactaron bajo el principio de «un país, dos sistemas» y que debían estar vigentes al menos durante 50 años.