Los islamistas se abren a negociar sobre la crisis abierta por Said en Túnez
INTERNACIONAL
El primer ministro Mechichi acepta su cese y facilitará el traspaso de poder
28 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.El partido gubernamental Ennahdha ha realizado un brusco cambio de estrategia en la crisis que sacude Túnez desde el domingo. La denuncia del golpe de Estado perpetrado por el presidente, Rais Said, ha dado paso a una declaración conciliadora del ex primer ministro, Hichem Mechichi, en la que acepta el cese y muestra su disposición a facilitar el traspaso de poder a un nuevo jefe de Gobierno. Además, la formación islamista ha pedido a sus seguidores que no participen en las manifestaciones convocadas en las principales ciudades del país magrebí y llama al diálogo para buscar una solución pactada al conflicto.
La actitud contemporizadora se explica en un contexto convulso en el que la actual clase dirigente, aunque respaldada por las urnas, ha perdido su credibilidad. Tras la intervención de Said, la opinión pública se encuentra polarizada entre los defensores de la Constitución y aquellos que apoyan las medidas presidenciales y que reclaman cambios radicales. La llamada al acuerdo por parte de la élite dirigente, de filiación islamista, parece responder, preventivamente, a la amplia ola de rechazo que ha provocado su gestión de la crisis derivada de la pandemia y la ineficacia para afrontar la recesión económica que sufre el país.
El reconocimiento del fracaso de las élites dirigentes es una de las revelaciones más sorprendentes del discurso de Mechichi, difundido ayer a través de Facebook. El ex primer ministro asegura entender la desesperación de los ciudadanos e, incluso, reconoció la existencia de «grandes disparidades» entre lo que la gente quiere y las prioridades de los partidos.
Fragmentación política
La Asamblea tunecina está muy fragmentada, aunque existe un alineamiento en torno a la órbita islamista y posiciones seculares. Entre otras confesiones en la Red, el exdirigente ha llegado a admitir que la Administración pública roza la bancarrota.
La celebración a corto plazo de elecciones simultáneas de carácter legislativo y presidencial es la alternativa que propone Ennahdha para salir de este escenario y «garantizar la protección del proceso democrático y evitar que cualquier retraso sirva de pretexto para mantener un régimen autocrático». La intención del presidente Said se antoja, a priori, muy alejada de esta posibilidad, ya que, hasta ahora, se ha mostrado muy crítico con las huestes de Rachid Ghannouchi y de sus componendas para permanecer en el poder.
Su carácter reacio al compromiso explica el proceso de alejamiento de los islamistas, antaño partidarios de sus pretensiones políticas. Este disenso lo ha conducido a una posición de confrontación directa durante los últimos meses. Además de prescindir de Mechichi, el nuevo hombre fuerte del país ha suspendido la actividad del Parlamento y se ha comprometido a elegir otro jefe de Gobierno. Ahora bien, su posición resulta muy compleja dentro de la vía impuesta por la ley fundamental.
El presidente posee la facultad de suspender la actividad parlamentaria, pero, al cabo de 30 días, el Tribunal Constitucional debe decidir si prolonga su vigencia. Este supuesto se halla en el limbo puesto que la institución jurídica no se ha puesto en marcha.
La elección del sucesor de Mechichi puede esclarecer el rumbo. Los presagios apuntan a un tecnócrata, como su antecesor, sin una filiación política clara.