El presidente de Túnez justifica la prolongación del golpe de Estado asegurando que el Parlamento es hoy «una amenaza para el país»

La Voz REDACCIÓN

INTERNACIONAL

Kais Saied, presidente de Túnez
Kais Saied, presidente de Túnez ZOUBEIR SOUISSI

Kaïs Saied ha incrementado sus contactos con los países árabes en busca de asistencia financiera para mitigar la crisis económica del país

25 ago 2021 . Actualizado a las 11:48 h.

El presidente tunecino, el populista Kaïs Saied, aseguró hoy que el Parlamento nacional constituye «una amenaza para el país» y justificó con ello su decisión de no restablecer la normalidad democrática que dinamitó el pasado 25 de julio al suspender por un mes sus funciones, destituir al jefe del Gobierno, retirar la inmunidad a los diputados y arrogarse poderes excepcionales.

En declaraciones tras una reunión con el ministro de Comercio, Mohamad Bousaid, el mandatario ultraconservador acusó asimismo a los partidos políticos de maniobrar para forzar la subida del precio de ciertas materias primas y aseguró que su intención es «poner de rodillas al pueblo tunecino».

Respecto a las medidas excepcionales, han sido prorrogadas porque existe una amenaza inminente. Es un peligro persistente. Las actuales instituciones políticas, en la manera que ahora funcionan, suponen un peligro persistente para el estado. «El Parlamento mismo es un peligro para el estado», recalcó Saied, al que diversos partidos políticos recriminan haber adoptado una tendencia absolutista.

Ayer, fuentes del palacio presidencial de Cartago informaron de que el presidente mantendrá todos los poderes absolutos, prolongando lo que analistas locales califican como «golpe de Estado blando», establecido hace hoy un mes —cuando anunció la suspensión de la actividad del Parlamento y destituyó al jefe del Gobierno—.

Saied, profesor universitario de tendencia populista que sorprendió al ganar las presidenciales del 2019 sin apoyo de partido alguno, aseguró entonces que imponía la aplicación del artículo 80 de la Constitución —que le permite suspender la Cámara y gobernar a través de decretos— para «salvar el país», sumido en una aguda crisis política, económica, social y sanitaria.

La maniobra se produjo apenas unas semanas después de que la prensa filtrara un plan similar —que el propio Saied negó— para dar un golpe de Estado y tras meses de conflicto con el entonces primer ministro, Hichem Mechichi, y con el presidente del Parlamento, Rachid Ghannouchi, líder del partido conservador de tendencia islamista «Ennahda», primera fuerza en la Cámara.

Un día antes varios miles de personas se manifestaron en las calles para protestar contra las restricciones sanitarias destinadas a frenar el covid-19, que ha golpeado con fuerza Túnez, uno de los lugares con mayor incidencia del mundo.

La división política crece

Desde que interrumpiera la normalidad democrática, Saied ha aprovechado para introducir cambios en la cúpula de varios ministerios, en particular en el de Interior y en las fuerzas de Seguridad, claves para el control de los resortes del estado.

Asimismo ha intensificado su ataque a los partidos políticos, y en especial a «Ennahda», que atraviesa una grave crisis de valores y pugna por diseñar su futuro en medio de los problemas de salud de su líder, hospitalizado por dos ocasiones en las últimas semanas.

El lunes, el partido anunció la disolución de su comisión ejecutiva y el inicio de un proceso de «reorganización que se adapte a los requisitos del escenario (político actual), logre la eficiencia necesaria y contribuya a buscar una salida a la situación excepcional que vive Túnez».

Presiones exteriores desoídas

Saied ha proseguido, igualmente, su senda absolutista pese a los llamamientos de Estados Unidos y la Unión Europea para que restablezca la democracia en un país que está considerado el faro de los derechos y las libertades en el mundo árabe.

Según medios locales, una delegación oficial estadounidense entregó días atrás un mensaje del presidente, Joe Biden, en el que le conminaba a restaurar el poder del Parlamento, devolver a los diputados su inmunidad y a designar un nuevo primer ministro.

Un mensaje similar ha emitido la Unión Europea a través de la embajada en Túnez, aunque al igual que EE.UU. sin advertencias de consecuencias si no lo hace.

De forma paralela, Saied ha incrementado sus contactos con los países árabes, y en particular con Arabia Saudí, en busca de apoyo político y asistencia financiera que ayude a paliar la aguda crisis económica que padece Túnez desde los atentados yihadistas del 2015.

El golpe de Estado blando se produjo en medio de una negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para la concesión de un nuevo préstamo multimillonario, que ahora ha quedado en el aire.