Los electores, a pie de urna, relatan cuáles son los principales problemas del país vecino que les ha llevado a ejercer su derecho
31 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Ha salido el sol. Dicen que cuando hace bueno la gente prefiere ir a la playa, un factor que a primera hora de ayer jugaba, como el coronavirus, a favor de un incremento de la abstención. Pero a las doce del mediodía, cuando salieron los primeras datos de participación, el índice estaba en un 23,27 %, 4,5 puntos más que en las legislativas del 2019. Y a las 16 horas, había avanzado ya hasta el 45,66 % frente al 38,59 % de hace dos años. Los porcentajes mostraban que más portugueses de los esperados salieron a votar.
Querían, como Marta Ramos, decidir sobre el futuro del país. Por su pequeña, Emma. Porque Marta votó en el colegio instalado en el Mercado de Culturas en la freguesía de Arroios, en Lisboa, con su hija colgando de un arnés. Lo hizo con la esperanza de «avanzar en medidas sociales como la ampliación del permiso de maternidad porque —como indica— ahora está en cuatro o cinco meses, pero como mínimo debería de ser de un año. Voto porque quiero que mi bebé Emma tenga un futuro». Y también aguarda una mayor inversión en el modelo de sanidad pública y una mejora de las condiciones de trabajo.
Porque pese a los avances sociales de los últimos años, la resaca de las políticas de austeridad impuestas por la troika aún se arrastra y, como explica Joaquín, «la gentrificación ha provocado que los precios de la vivienda se disparen y que aumente la brecha social». Y a Sara le da miedo el avance de la ultraderecha. Por eso, ha ido a votar: «Hay municipios en el área del Alentejo que eran comunistas desde la reforma agraria, pero en las municipales llegó a ganar Chega», dice.
Y luego está el fantasma agotador de la pandemia. Algunos de los que se acercan al colegio electoral dicen estar cansados, mientras aguardan a que una joven scout les muestre la fila por la que han de entrar al pabellón en el que están las mesas.
Aunque el Gobierno recomendó a los aislados por coronavirus acudir a votar entre las seis y las siete de la tarde, y con máscara FPP2, la verdad es que no todos los que llegan la llevan. Incluso sabiendo que fuera de ese horario podrían cruzarse también con un positivo de covid.
La participación, al menos lo que se comentaba a pie de urna en algunos colegios del centro de Lisboa, comenzó a bajar a partir de las cuatro de la tarde. Y fue escasa entre las 18 y 19 horas, el horario recomendado por el Gobierno para los portugueses aislados que ayer podían salir a votar. Sobre el uso de los equipos de protección repartidos en las mesas también hubo de todo. Hubo quien se los enfundó para protegerse al máximo, pero también hubo quien no abrió ni los paquetes.