Sonia Barros: «Pedimos que se establezca un corredor humanitario para que los niños de Ucrania lleguen a España»

Caterina Devesa REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Erika, que vive en Kiev; con Sonia, su madre de acogida en Galicia; y la hija de esta
Erika, que vive en Kiev; con Sonia, su madre de acogida en Galicia; y la hija de esta cedida

Cada verano Erika llega de la región de Kiev a pasar el verano con Sonia y su familia en Oleiros: «Están muertos de miedo y sin saber qué hacer»

28 feb 2022 . Actualizado a las 08:16 h.

No puede contener las lágrimas al hablar de Erika, la niña ucraniana que acoge todos los veranos en su casa de Oleiros desde sus siete años. «Tiene once y en breve cumple doce. Lleva viviendo a nuestra casa desde hace cuatro años, este sería su quinto verano. El jueves nos llamó su madre angustiada por el inicio de la guerra». Desde las seis de la mañana de esa jornada, Sonia Barros apenas descansa. Su objetivo, al igual que el resto de padres que forman parte de la asociación Infancia de Nad, casi un centenar en España,es que los niños entren en nuestro país. «Pedimos que se establezca un corredor humanitario para ellos. Están en una situación de máxima vulnerabilidad».

La mujer, afincada en Oleiros, explica que Erika vive junto a sus padres y su hermana en un pueblo de la región de Kiev, a unos 120 kilómetros de la capital. Tras la entrada del ejército ruso, la familia vive angustiada y sin saber qué hacer: «Están muertos de miedo. Para ellos el ataque ha sido inesperado y ahora hasta tienen miedo de hablar porque creen que las líneas pueden estar pinchadas. Por teléfono se escuchan a los aviones sobrevolar bajo». Porque Sonia, al igual que otros miembros de la entidad, mediante la cual todos los años los niños ucranianos llegan a nuestro país, indica que ante la tensión creciente de la última semana ya pensaran en sacar a la niña de Ucrania: «Hace unos días les propusimos a los padres traer a los niños a España como turistas, pero allí la percepción que había era que el conflicto estaba lejos, en la zona del Dombás y Crimea. No se imaginaban que la guerra les iba a llegar a la puerta».

Desde la llegada del ejército ruso, la preocupación de Sonia es el bienestar de Erika y de su familia. «Cuando vi en las noticias que había grandes colas en los bancos y que ya había cajeros sin dinero, busqué la formula de hacerles llegar efectivo. Ellos no me pidieron nada, nunca nos piden nada. Pude hacerlo a través de la Western Union y por suerte pudieron ir a la entidad bancaria de su pueblo a retirarlo y a hacer una compra grande al supermercado. Son parte de nuestra familia. Mi hija tiene su misma edad», explica Sonia angustiada. De este modo, pudieron apropiarse de víveres antes de que la ley marcial se implantase en Ucrania: «ahora no se pueden mover ni hacer nada. Están en casa asustados, pero hay otras familias que sabemos están peor. Por suerte, en el pueblo de Erika no ha sido atacado, pero sabemos por otros padres de acogida que hay gente que ha huido de sus casas. Algunos a refugios y otros no sabemos». En concreto, Sonia relata que una madre de acogida recibió la llamada de una abuela ucraniana desesperada pidiéndole que sacara a su nieta del país: «La llamó a las seis de la mañana y luego huyó con la niña, por teléfono escuchó el sonido de las denotaciones. Ahora están en un refugio cerca de Kiev, pero no sabemos mucho».

A la tensa situación, se suma que la trabajadora social con la que la asociación colabora en Ucrania para traer a los menores a España cada verano está fuera de su casa. «Esto le pilló fuera y por miedo está tratando de huir a través de Polonia. El problema es que los pasaporte de los niños están en su casa de Kiev. Tenemos a los niños esparcidos en un área de 200 kilómetros». Por eso, Sonia pide a las autoridades celeridad para evacuar a los pequeños: «Son siete millones de niños en Ucrania y la prioridad es que no sufran los efectos de la guerra. Las familias estamos dispuestos acogerlos ya, a ellos y a sus familias. La prioridad es no separarlos y que lleguen aquí, luego ya veremos cómo lo gestionamos, pero esto es un entorno amigo para ellos. Están acostumbrados a venir todos los veranos y les es familiar».

De momento, los padres de acogida de diferentes entidades se han unido para hacer más fuerza: «Estamos cinco asociaciones en contacto y esperamos que se nos escuche para establecer un corredor humanitario, aunque sea hasta Polonia y desde allí ya nos apañaremos. Entendemos que todo ha sido de golpe, peor es necesario actuar pronto».