Desesperación entre los ucranianos de A Coruña: «Hoy somos nosotros, pero mañana podéis ser vosotros»

Caterina Devesa REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Lágrimas, nervios y mucha emoción en la concentración que este domingo acogió la plaza de María Pita. Entre los trescientos asistentes no faltaron ciudadanos rusos en apoyo al pueblo de Ucrania

28 feb 2022 . Actualizado a las 13:20 h.

«Pedimos ayuda a Europa». Fue el ruego más repetido en la manifestación que comenzó a las 12.00 horas de este domingo en María Pita, A Coruña. Poco a poco la plaza se fue llenando de gente, en su mayoría ucranianos residentes en la ciudad herculina, pero también ciudadanos rusos que quisieron mostrar su apoyo al pueblo de Ucrania y su rechazo a Putin. En total, unas 300 personas se concentraron contra la guerra. Muchas con pancartas y la bandera ucraniana sobre sus hombros.

Yrina Chetalova fue una de las primeras en hablar. Lo hizo sin poder contener el llanto ante la desesperación de la situación: «Putin puede venir mañana aquí. Nuestra gente está sola escondida. Tengo un hijo que está allí con su mujer y su hijo de 5 años. Llevan cuatro días en un búnker, no tienen agua, pero no pueden salir porque podrían morir», relata nerviosa. Su relato conmueve a los presentes, que estallan en aplausos espontáneos para darle ánimo. La suya es una historia común entre los manifestantes. A su lado está su hija Alina, y su nieto, Erik. «Las madres ucranianas y rusas no quieren que sus hijos luchen. Están en el frente y ellas no saben dónde están», señala Alina. La mujer pide ayuda urgente de Europa, y alerta:«Hoy somos nosotros, pero mañana podéis ser vosotros. Europa dijo que nos iba a ayudar y estamos solos. Si no nos ayudan ahora vamos a morir todos».Cerca de ella está Natalia Afonini, ucraniana afincada en Oleiros, que adelanta en los próximos días constituirán una asociación con el objetivo de mandar material de ayuda a su país, pero también para acoger a los refugiados que lleguen. Entre los que no han podido salir del país está su hijo, que se encontraba en Kiev con su novia cuando las tropas rusas entraron en  la capital. El joven trató de huir por la frontera con Polonia, pero sin éxito. «Sigue allí, está en edad de ir al ejército, entonces no le dejaron salir. Ayer pudo dormir en una habitación que le cedió un compañero, pero no tienen agua ni nada. Hoy todavía no sabe dónde se va a quedar», relata emocionada. Sobre el estado de su casa en Kiev, indica que no sabe cómo está. «Bombardearon cerca, a unos 300 metros, porque ahí había un pequeño aeropuerto que Putin dijo que es una base militar. Es mentira. En ese ataque hay víctimas civiles, pero lo peor está en la zona de Jersón. Ahí están en lucha total. Tengo a amigos que llevan cuatro días escondidos en los sótanos de las casas aterrorizados». Sobre el envío de material por parte de Alemania a su país, se muestra indignada: «Enviaron 5.000 cascos. ¿Esto qué es? ¿Es una broma? Entiendo que estén preocupados por las repercusiones económicas que pueda haber, pero está muriendo gente».

En cuanto a la forma en la que Europa debería actuar, hay diferencia de opiniones entre los ucranianos, la mayoría apelan al endurecimiento de sanciones, mientras que otros apuntan que eso solo afecta al pueblo ruso. Así lo explica Serhiy Mulyk, «coruñés, pero nacido en Ucrania», dice. Porque lleva ya 18 años en la ciudad herculina, pero no olvida sus orígenes. «Tengo familia y amigos por todo el país: En Kiev, en Jersón...No salieron de sus casas. La gente quiere luchar por su país.Conozco gente ucraniana que vivía en otros países y está volviendo allá para luchar». Para él, hay que parar los pies a Putin. No hay que aplicar más sanciones económicas,«porque a él le dan igual. Afecta al pueblo ruso que no tiene culpa. Lo que hay que hacer es actuar contra él y sus socios, los multimillonarios que lo apoyan. Aislaros. En cuanto a la guerra, cree que el resto de países europeos debe apoyarlos enviando armas y material, pero no soldados: Si lo hacen será la excusa de Putin para ir a más, sería apretar el botón que quiere», advierte. 

Otra de las mujeres que habló en la concentración fue Natalia Kondroshkin, que lleva ya veinte años en la ciudad herculina. «Mis padres viven en Ucrania. Vinieron aquí varias veces, pero quieren vivir allí porque es su país, comenta. Ahora están escondidos en sus casas con miedo. Mi madre dice que a ver si se muere ya para que deje de ser una preocupación para nosotros», cuenta entre lágrimas Natalia, que destaca que no es momento de hablar de política: «La política ya da igual. Es la vida de la gente la que está en riesgo».  Entre los rusos que acudieron a la convocatoria estaba Mikjail Iudim, natural de Serbia, pero residente en A Coruña desde el 2014. «Estamos en contra de esta guerra. Ya cuando estalló el conflicto en Crimea y luego en el Dombás, estuvimos en contra». Para él, el pueblo ruso ha sido valiente por salir a las calles a protestar: «En Rusia salir con una pancarta puede conllevar pena de cárcel. Pero hay que salir. Putin está cada vez más loco, no respeta los derechos humanos, es un dictador y la gente de mi país no va a tolerarlo más». En la concentración también estuvieron ciudadanos polacos. Es el caso de Abi Bieliska. «Conozco a gente en mi país que se está ofreciendo a luchar con el ejército de Ucrania», dice la joven, que añade que además están acogiendo en sus casas a ucranianos que huyen del conflicto. «Mi país es una locura. Hay tropas americanas por todas partes por si Putin va a más, advierte».

 Recogida de material

La tienda rusa CHILSA77,en la calle Barcelona número 85, está haciendo acopio de material para enviar a Ucrania. Su responsable, Tatiana, explicó que cualquier cosa que sirva será bienvenida: «gasas, medicamentos, alcohol para las heridas, ropa, guantes...». El material que se recaude será enviado a Leópolis y desde allí se distribuirá en las zonas en las que más se necesite.

Tras explicar que se seguirán recogiendo donaciones a lo largo de esta semana, los manifestantes finalizaron la concentración al grito de «Putin asesino», para después poner el himno de su país entre lágrimas.