La UE deja a Rusia al borde de un corralito

Cristina Porteiro
C. Porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

ANTON VAGANOV

Por primera vez en su historia, el bloque financiará el envío de armas a Ucrania para resistir

28 feb 2022 . Actualizado a las 08:43 h.

Nunca antes, en sus 65 años de historia, la Unión Europea (UE) había tomado una decisión de tal calibre: financiar armas y enviar equipamiento militar y suministros médicos a un país tercero en guerra. Ayer se rompió este tabú con Ucrania: «Sí, lo estamos haciendo. Vivimos momentos sin precedentes», reconoció el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell. Solo hay un objetivo: resistir.

Rusia se niega a dar un paso atrás. El asedio a Kiev para derrocar al gobierno de Zelenski continúa. Por eso ayer los Veintisiete acordaron endurecer sus sanciones. No solo han cerrado el espacio aéreo a los aviones rusos. También han prohibido emitir a los medios de comunicación del Kremlin y han extendido las restricciones de exportación de alta tecnología a Bielorrusia, cómplice de la invasión.

Sin embargo, el mayor golpe que han asestado la Unión y sus socios (Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido y Japón) en las últimas horas a Rusia ha sido la exclusión de grandes bancos rusos del sistema internacional de mensajería de pagos (Swift) y la congelación de los activos del banco central ruso en el exterior. Ambas medidas han desatado el temor de bancos y ciudadanos a un descalabro del rublo.

Ayer mismo se formaron largas colas de gente en multitud de cajeros del país, tratando se sacar sus ahorros antes de que el Gobierno prohíba retirar el dinero.

Ese escenario, el del corralito, es muy plausible. «Los bancos rusos y los mercados financieros probablemente hagan frente a un gran estrés cuando abran (hoy)», aseguró ayer el analista de Evercore, Peter Williams al Financial Times. ¿Por qué este pánico? Las entidades afectadas, que prestan servicios a empresas y Estado, no podrán realizar transacciones —incluidos los pagos— con otras del sistema Swift, el más extendido en el mundo. Se les cortará de lleno el grifo de la financiación.

Por otro lado, quedarán inmovilizados más del 50 % de los 570.000 millones de euros que el banco central ruso tiene en sus reservas. El 32 % de ellas en euros, el 22 % en oro, el 16 % en dólares y el 13 % en yuanes. Con esta medida se dinamita buena parte de las capacidades financieras de Rusia para sufragar la guerra y su margen para desprenderse de divisas extranjeras, una maniobra desesperada para evitar la debacle del rublo. Si su moneda se precipita al vacío, la población perderá poder adquisitivo y las compras que hagan sus empresas en el exterior serán costosísimas, erosionando la base industrial del país y disparando los precios en una espiral de hiperinflación.

Por no hablar de los problemas que puede haber en el mercado negro. Cuando una divisa pierde todo su valor, empresas y ciudadanos no aceptarán pagos que no sea en dólares, una moneda más estable. 

Vías de escape

Entre los analistas hay casi unanimidad de opiniones. La rapidez y la unidad de acción exhibida a la hora de asfixiar las finanzas rusas infligirá un daño enorme a la economía del país del este (más de un 5 % del PIB, según calculó Moscú), al que le quedarían pocas alternativas para romper el cerco.

La subida de tipos de interés, para evitar que el rublo acabe valiendo menos que una hoja de papel, podría estrangular el crédito.

¿Podría recurrir a China? Es una posibilidad. El país asiático tiene su propio sistema de comunicaciones de pago, así que esa podría ser una potencial vía de escape para las finanzas rusas. El control monetario en manos del banco central, en cualquier caso, está comprometido.

Pero ni siquiera China es una garantía. Sus bancos no quieren que el conflicto les salpique. Si tienden la mano a Rusia, Occidente podría dificultarle el acceso a las compras de dólares y euros.

Todos estos inconvenientes han puesto al Gobierno de Putin entre la espada y la pared. De ahí que la medida más inmediata que puede adoptar para ganar tiempo es imponer el control de capitales

Empieza el éxodo

Las consecuencias económicas apenas se empiezan a atisbar, aunque ayer se dio el pistoletazo de salida al gran éxodo de empresas europeas presentes en Rusia. La petrolera británica BP ha anunciado que venderá sus participaciones en la rusa Rosneft, que ascienden a casi el 20 % del capital de la compañía energética. Según confirmó BP a Reuters, la operación se saldará con un coste de 25.000 millones de dólares.

Está por ver si las restricciones a bancos rusos también afectan a las operaciones de compra y venta de petróleo y gas, porque no todas las entidades han sido excluidas.