Los muertos del seísmo superan los 17.000 y es ya el más letal del mundo desde el 2011

mikel ayestaran ADANA / E. ESPECIAL COLPISA

INTERNACIONAL

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Reuters

El frío, los problemas de acceso y los daños en los edificios dificultan el rescate en Turquía y Siria

09 feb 2023 . Actualizado a las 16:34 h.

La magnitud del terremoto que ha arrasado pueblos y ciudades enteras en Turquía y Siria no se mide solo por la escala de Richter, donde el lunes arrojó 7,8 grados, sino también por la terrible cifra de víctimas que ha dejado en ambos países. El último avance de víctimas publicado esta mañana habla ya de más de 17.000 fallecidos, y los casi 68.000 heridos, aunque las autoridades asumían la imposibilidad de calcular la cantidad real de afectados en los numerosos municipios que han quedado reducidos a escombros. 14.000 están contabilizados en territorio turco y otros 3.000 en Siria.

El drama es que esa cifra no para de crecer en cada recuento oficial de las consecuencias de un seísmo —y de sus réplicas, que pasan de las 600— que se ha convertido en el más mortífero del mundo desde el 2011, cuando Japón lamentó 18.000 muertes y un tsunami que hizo saltar todas las alarmas con los destrozos causados en la central nuclear de Fukushima.

La oenegé Save the Children advertía ayer de que, en esta ocasión, los potenciales damnificados por los temblores podrían rondar los 23 millones de personas. El paso del tiempo, más de tres días desde el primer terremoto, con epicentro en la provincia de Kahramanmaras, al sur de Turquía, es ahora uno de los grandes enemigos para los equipos de rescate que buscan vidas contra reloj entre los restos de miles de edificios.

Las 72 horas iniciales son críticas, y ya se cumplieron la pasada madrugada. Pero la supervivencia en las zonas devastadas se enfrenta a otro enorme obstáculo, una ola de frío, con temperaturas de varios grados bajo cero en zonas como Gaziantep, al sudeste de Anatolia, y restos de nevadas en diversos puntos. Unas «severas condiciones meteorológicas», alertó la Media Luna Roja turca, que ponen en riesgo de hipotermia a quienes se encuentran atrapados bajo los escombros y también a aquellas personas que duermen desde hace días al raso —en calles, parques, mercados callejeros...— después de quedarse sin techo.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que visitó este miércoles algunos de los rincones devastados, aseguró que hay más de 6.400 edificios destruidos en el país por este «gran desastre». En su recorrido por rincones como la provincia de Hatay, donde el terremoto hizo crecer el nivel del mar hasta inundar el distrito urbano de Iskenderun, el mandatario aprovechó para anunciar que el Gobierno de Ankara promoverá «operaciones masivas de vivienda» en las diez provincias golpeadas por los temblores y que, además, cada familia damnificada recibirá 10.000 liras turcas (unos 500 euros al cambio).

A ellas les prometió también alojamiento en hoteles si no quieren quedarse en las tiendas de campaña levantadas como primera respuesta, una iniciativa que pretende servir para multiplicar las operaciones de búsqueda sobre el terreno —los muertos en territorio otomano pasan de los 9.000— y, después, su reconstrucción.

El incremento de esas tareas de rescate hará que, probablemente, en las próximas horas aumente la cifra de víctimas mortales a medida que se remueven municipios enteros hechos añicos. A esa fatal estadística también contribuirá la evolución negativa de muchos de los heridos con lesiones graves. «Estamos en una carrera contra el tiempo y trabajando con las máximas energías disponibles», reconocieron desde el Ministerio de Sanidad sirio.

Allí, en un país en guerra desde hace más de una década, que suma ahora más de 3.000 fallecidos por los temblores, han comenzado a detectarse problemas de suministro de combustible, imprescindible para que actúe la maquinaria en las zonas arrasadas. Las unidades de socorro se enfrentan, además, a otras dificultades en la labor que realizan a destajo como los daños que atraviesan la red viaria, con carreteras agrietadas. Algunas se encuentran impracticables, sobre todo, según se acercan a la frontera entre Turquía y Siria, uno de los puntos donde el seísmo se percibió con mayor virulencia.

La delicada situación, que ha hecho que el Gobierno otomano declare el estado de emergencia en las provincias damnificadas durante tres meses y siete días de luto, se ha traducido en las últimas horas en la llegada de la ayuda extranjera que el propio Erdogan reclamaba horas después del terremoto, como los 1.500 rescatistas, un centenar de perros especializados y una partida de 6,5 millones de euros aportados por la UE. La Comisión Europea comunicó este mismo miércoles que convocará, además, una conferencia de donantes para Turquía y Siria a principios de marzo. El objetivo es que a través de esta iniciativa la comunidad internacional comprometa fondos para colaborar en la recuperación de ambos países.

Sanciones contra Siria

Con respecto a la situación en Siria, el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, recalcó ayer que trabaja con sus socios para dar ayuda humanitaria a los afectados en ese país, si bien garantizó que «no llegará al régimen» del presidente, Bachar al Asad, con el que Washington se niega a trabajar y contra el que ha impuesto varias baterías de sanciones, informa Europa Press.

La entrega de ayuda humanitaria a los damnificados se está viendo perjudicada por las sanciones a Damasco y la ruptura de relaciones de muchos países con Al Asad tras el estallido de la guerra en el 2011, a causa de la represión de las manifestaciones prodemocráticas de la Primavera Árabe. Además, solo hay un paso fronterizo abierto entre la zona controlada por los rebeldes y Turquía, precisamente en el área afectada por los terremotos.