El dilema de Biden: cómo responder sin alimentar el conflicto

Miguel Palacio NUEVA YORK / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Joe Biden recuerda a los caídos desde Columbia, Carolina del Sur, el domingo.
Joe Biden recuerda a los caídos desde Columbia, Carolina del Sur, el domingo. TOM BRENNER | REUTERS

Más de 150 ataques de milicias proiraníes contra bases estadounidenses lo arrastran a una guerra a gran escala

30 ene 2024 . Actualizado a las 21:55 h.

Estados Unidos divide a sus presidentes en dos categorías. Aquellos que metieron al país en una guerra y aquellos que consiguieron evitarlo. El ataque con dron contra la base militar Tower 22, en Oriente Medio, que se saldó con tres soldados muertos la madrugada del domingo, podría acabar empujando a Joe Biden a unirse al primer grupo. El golpe de la Resistencia Islámica pone a Washington frente a un dilema: ¿cómo responder sin alimentar la escalada bélica?

Biden, en mínimos de aprobación en casa y con las elecciones a la vuelta de la esquina, ya ha prometido que habrá una respuesta. «No lo duden: haremos que los responsables rindan cuentas», afirmaba el comunicado de la Casa Blanca ante la noticia del ataque. El problema es que cualquier respuesta podría motivar una expansión del conflicto en la región, con la potencial entrada de Irán, país que ha tejido toda una telaraña de milicias en la región —entre ellas, la que llevó a cabo el ataque—. Una posibilidad que Washington quiere evitar a toda costa desde el inicio de las tensiones.

Tras las masacres perpetradas por Hamás en Israel en octubre, el principal objetivo de la Casa Blanca siempre ha sido el de disipar el riesgo de una expansión del conflicto. El secretario de Estado, Antony Blinken, ha viajado a la región en cuatro ocasiones desde entonces. Sin embargo, la ofensiva diplomática falló, y finalmente no ha logrado detener el avance de las hostilidades.

El lunes en rueda de prensa, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, afirmaba que EE.UU. no busca que el conflicto en la región escale y, mucho menos, «entrar en guerra con Irán» y que serán esas intenciones las que guíen la respuesta. Pero también que cualquier reacción tendrá en cuenta que los ataques «de estos grupos, apoyados por Irán, han matado a soldados estadounidenses». Además, el sentir predominante en Washington es que Irán también quiere evitar una guerra abierta con EE.UU.

Desde la oposición, los republicanos han pedido una réplica contundente. Su líder en el Senado, Mitch McConnell, afirmaba que el país no puede permitirse «seguir respondiendo a estas agresiones violentas con dudas y medias tintas». El Senador por Carolina del Sur, Lindsey Graham, decía que el Pentágono debería atacar objetivos dentro de Irán «no solo como represalia, sino también como disuasión contra agresiones futuras».

Hasta el momento, la estrategia del Pentágono de atacar a las milicias y dejar a Irán al margen no ha logrado desincentivar los ataques contra efectivos estadounidenses. Se han producido más de 150 desde octubre. El último, que solo difiere de los anteriores en que esta vez ha logrado su objetivo, es el que amenaza ahora con empujar a Biden a involucrar a Irán en el conflicto con mayor rotundidad. Una posibilidad que, de concretarse, podría provocar una guerra a gran escala en Oriente Medio.