La eliminación de la cúpula de Hezbolá no elimina la amenaza de la milicia a Israel
INTERNACIONAL
La inteligencia israelí ha demostrado por segunda vez su capacidad de infiltración
23 oct 2024 . Actualizado a las 22:22 h.Israel informó el martes por la noche de manera oficial de la muerte de Hashem Safieddine en un bombardeo lanzado hace tres semanas contra Beirut. Hezbolá lo confirmó este miércoles. El clérigo de 60 años era el elegido para reemplazar a Hasán Nasralá al frente de la milicia y la inteligencia hebrea ha vuelto a demostrar su enorme capacidad de infiltración en la cúpula del Partido de Dios para localizar y descabezar al grupo por segunda vez en muy poco tiempo.
Un mes después del inicio de los bombardeos a gran escala en suelo libanés, Israel ha acabado con los máximos dirigentes de Hezbolá y obligado a sus miembros a abandonar muchas de las posiciones próximas a la frontera, pero la milicia sigue combatiendo y lanza cada día cohetes y drones. Uno de ellos incluso impactó en la residencia de verano de Benjamin Netanyahu en Cesárea. Este último mes ha sido sangriento y deja más de 1.500 muertos en el Líbano y 1,2 millones de desplazados internos. Hezbolá no ha publicado la cifra de bajas en combate, pero ha tenido que retroceder ante la entrada por tierra de miles de soldados enemigos, que se han encontrado con túneles y arsenales. El Ejército asegura haber matado a «cientos» de milicianos y herido a «miles».
El enésimo pulso entre Hezbolá e Israel estalló el 8 de octubre del 2023, cuando el grupo proiraní comenzó una campaña de hostigamiento en solidaridad con Hamás. El objetivo de los seguidores de Nasralá era obligar al ejército enemigo a mirar hacia el norte para que no pudiera centrar toda su atención en Gaza.
Durante meses, el pulso se mantuvo en la zona fronteriza y más de 200.000 personas a ambos lados de la línea divisoria tuvieron que abandonar sus hogares. Todo cambió a finales de agosto, cuando el ministro de Defensa, Yoav Gallant, anunció que el «centro de gravedad» de las operaciones se movía de la Franja a la frontera norte y Netanyahu señaló que el regreso a casa de los desplazados se convertía en una prioridad de la guerra. El Ejército israelí extendió a Líbano el protocolo de Gaza y lanzó una oleada brutal de bombardeos que en las primeras 24 horas dejó 558 muertos, 50 de ellos niños. La maniobra, bautizada como Flechas del Norte, llegó cinco días después de la operación en la que el Mossad hizo estallar miles de buscas y walkie-talkies de miembros de Hezbolá, un golpe directo a la moral de un Partido de Dios cuya seguridad interna quedó en entredicho. Después llegaría el golpe contra el búnker de Nasralá.
Repitiendo la narrativa empleada en Gaza, Netanyahu se dirigió a los libaneses para anunciarles que «el objetivo es Hezbolá». El Ejército realizó llamadas para la evacuación de amplias zonas en el sur y este del país y en el sur de Beirut, tradicionales bastiones del Partido de Dios, y comenzó a castigarlas diariamente desde el aire. La capital libanesa pasó a formar parte de las operaciones del enemigo y desde entonces los bombardeos se han convertido en una rutina macabra que se ha extendido a zonas del centro, algo que no sucedía desde la guerra del 2006.