Giusto Traina cuenta la historia romana con rigor y un toque de ironía, desmontando algunos de los tópicos que existen
18 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Si se le pregunta a un niño italiano en qué año cayó el Imperio romano, es muy probable que acierte la respuesta si atiende durante las clases de historia en el colegio: en el 476 d. C., cuando el rey bárbaro Odoacro depuso al emperador Rómulo Augústulo. Aunque han pasado más de quince siglos, los italianos de todas las edades siguen mostrando gran interés por la antigua Roma. Prueba de ello es la abundancia de libros que se publican sobre el tema, el éxito que últimamente han tenido dos series de televisión dedicadas, respectivamente, al fundador de Roma, Rómulo, y a Livia, esposa del emperador Augusto, y el hecho de que políticos y empresarios mencionen a menudo la historia romana.
Sin embargo, mientras directores de cine, novelistas, periodistas y famosos tienden a ficcionalizar las hazañas de cónsules y emperadores, el académico Giusto Traina lleva años intentando explicar la antigua Roma a los italianos con rigor y un toque de ironía. Traina, originario de Sicilia, es profesor en la Universidad de Salento (en el sur de Italia) y en la Universidad de la Sorbona de París. Historiador del mundo antiguo con reputación a nivel europeo, lleva tiempo dedicando su labor de investigación a la historia antigua de Armenia, un reino fronterizo entre el Imperio romano y el Imperio persa. También escribe libros divulgativos, dirigidos a lectores no especializados, en los que, sin embargo, mantiene cierta complejidad y notas bien construidas, lo que los hace muy valorados por los italianos aficionados a la historia.
«Algunos compañeros historiadores consideran la divulgación como algo dañino, pero yo creo que eso es una muestra de narcisismo fuera de lugar», afirma Giusto Traina a La Voz. «La mía es una divulgación híbrida, ya que mi planteamiento es crítico y trato de desmontar algunos de los múltiples tópicos que existen». Entre estos clichés está, por ejemplo, la famosa pax romana, que comenzó con la llegada al poder del primer emperador, Augusto. En realidad, no fueron años en los que se detuviesen las armas, sino un período en el que los romanos, al no sufrir invasiones ni guerras civiles, pudieron llevar a cabo con absoluta tranquilidad su política imperialista de agresión a otros pueblos.
Según explica Traina, que recientemente ha escrito un libro sobre la transición de la república al imperio titulado La guerra mundial de los romanos (publicado en España por la editorial Crítica), el gran interés de los italianos por Roma se debe a que «es un mundo familiar que se estudia en la escuela. Los nombres de César, Cicerón y Nerón no están tan alejados del imaginario colectivo». Y aunque los italianos no son, obviamente, descendientes de los romanos (como los españoles no lo son de los visigodos), en el país transalpino «aún quedan muchas huellas de la presencia romana: ciudades, divisiones territoriales, y el propio derecho italiano está muy marcado por el derecho romano», señala el historiador. En Italia también existe el liceo clásico, en el que se estudia latín y griego antiguo; los alumnos que se forman en este tipo de instituto suelen ser excelentes estudiantes universitarios de historia romana y griega, lo que explica que este país sea el vivero de algunos de los mejores expertos a nivel internacional en el mundo antiguo.
Giusto Traina, que se licenció en Arqueología en 1981 y obtuvo el doctorado en 1990, se apasionó por los griegos y los romanos siendo niño. «Donde nací, en Sicilia, hay yacimientos arqueológicos muy fascinantes, como Segesta, Selinunte o Agrigento. Incluso cuando era pequeño, me encantaba visitarlos», cuenta. Hace más de medio siglo que el encanto del mundo antiguo lo cautivó, y desde entonces no lo ha abandonado.