El caos sigue en el Líbano dos décadas después del asesinato de Rafic Hariri
INTERNACIONAL

El pasado 8 de febrero el nuevo Gobierno asumió el poder, y ahora está por ver si es un paso para restaurar la soberanía libanesa o si sigue bajo el control de Hezbolá pese a la ausencia de Al Asad
16 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Veinte años después del asesinato de Rafic Hariri, el Líbano vive una encrucijada política con la emergencia de un nuevo orden regional ante la debilidad estratégica del grupo libanés chií proiraní Hezbolá y el colapso del régimen sirio de Bachar al Asad. A la influencia de esas fuerzas, que dominaron la política libanesa durante las últimas dos décadas, se oponía el popular líder político suní libanés, asesinado hizo el viernes veinte años en un atentado con un camión-bomba que mató también a otras 21 personas y dejó más de 200 heridos.
La formación de un nuevo Gobierno, hace apenas una semana por Nawaf Salam, es la prueba crucial que aborda el país mediterráneo, que verá si se aleja de la influencia iraní —representada por Hezbolá, aislado y sin Al Asad como principal apoyo— o si simplemente está en una nueva fase de la misma vieja lucha por el control del poder como la que llevó a la muerte del popular primer ministro.
El legado de Hariri
Ziad Daher, miembro del partido Corriente del Futuro que fundó Hariri (suní, de centro-derecha), dijo que el atentando que provocó la muerte del líder suní, fue un ataque a la visión de «un Líbano soberano e independiente» y que el país aún paga «el precio de su pérdida». «El asesinato de Hariri fue un golpe al proyecto del Estado en Líbano y para los que creen en los valores de la moderación y el diálogo», dijo Daher. A su juicio, el legado de este crimen aún pesa gravemente sobre la batalla política actual, en donde veinte años después el país sigue atrapado entre dos fuerzas, los que buscan soberanía libanesa y los que defienden la influencia extranjera. «La diferencia ahora es que el régimen de Asad ya no está» y ahora Hezbolá pelea solo esta batalla.
Nueva era sin Al Asad
Por su parte, Wisam Shebli, secretario de la Presidencia y miembro de la oficina política de Corriente del Futuro, explicó que el asesinato fue un punto de inflexión, que buscó «asentar la influencia siria e iraní sobre el Líbano», eliminando a quien se oponía a la expansión de esa influencia en el país. «El contexto era el de reformular la realidad política, regional y local para fortalecer la hegemonía sirio-iraní» en el Líbano, dejando una situación en la que por dos décadas Siria actuó como su ejecutor, empleando influencia militar, inteligencia e incluso asesinatos para lograrlo, dijo Shebli.
Tribunales libaneses condenaron a cuatro militantes de Hezbolá en ausencia por el asesinato, cuya autoría intelectual, sin embargo, se adjudica según organismos internacionales al régimen de Al Asad. «Pero ese marco ha colapsado, y ha dejado a Hezbolá como la única fuerza que mantiene la influencia iraní en Líbano», añadió Shebli, antes de señalar que esto ha alterado «la estructura de la confrontación política en el país». A su juicio, la situación actual reemplaza la tradicional división sectaria (cristianos, chiíes y suníes) con una confrontación entre quienes quieren un «Líbano soberano» y los leales a la alianza «de Irán, Siria y Hezbolá».
«Se ha pasado de la división entre musulmanes y cristianos, reforzada por el deseo sirio de tener control sobre la realidad política libanesa a una larga confrontación entre las fuerzas que creen en el proyecto de Estado libanés y los que son leales a Siria e Irán», explicó.
Repercusiones del fin de Al Asad
Sin Al Asad, y también bajo los estragos causados por los ataques de Israel que han masacrado a la mayor parte de su cúpula, Hezbolá ha quedado expuesto de un modo inusitado. Durante años, Siria fue «el mediador y ejecutor» que aseguraba la influencia segura del grupo político, social y armado en el Líbano, dijo Shebli.
Sin Asad, ahora sufren «una presión interna como nunca antes, y luchan para evitar tanto el colapso económico como el aislamiento diplomático», y deben ver cómo navegar la pugna política, el caos económico y gestión de sus relaciones sin su «histórica red de seguridad», afirmó el político de Corriente del Futuro.
En este contexto entra el nuevo Gobierno libanés que asumió el poder el pasado 8 de febrero, el primero en décadas sin influencias sirias.
La clave es ver, según Corriente del Futuro, si su puesta en marcha es un paso para restaurar la soberanía libanesa o si sigue bajo el «control de Hezbolá pese a la ausencia de Al Asad». Para Daher, las maniobras que se han desarrollado para formar este Ejecutivo, que cuenta con 24 carteras, revela el «vacío de poder que deja la salida de Siria de la ecuación». También ha revelado otras influencias, como los países del golfo Pérsico, Europa y Estados Unidos, que han presionado para un gobierno tecnocrático centrado en reformas económicas, mientras que Hezbolá ha presionado para mantener ministerios claves en temas de seguridad y finanzas, para preservar su posición en el país.