Alemania afronta unas elecciones cruciales con la ultraderecha como única línea roja

Juan Carlos Barrena BERLÍN / COLPISA

INTERNACIONAL

URS FLUEELER | EFE

Ante la segura victoria de los conservadores, la incógnita es quien serán sus socios. Las alianzas dependen del 20 % de votantes indecisos

22 feb 2025 . Actualizado a las 23:40 h.

Decenas de miles de alemanes protestaron esta sábado en varias ciudades del país contra el alza de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) y en defensa del cortafuegos levantado para aislarla por el resto de las formaciones políticas alemanas un día antes de las elecciones legislativas adelantadas en las que esa formación podría convertirse en segunda fuerza nacional. Todas las encuestas sin excepción sitúan a AfD con más de un 20 % de votos por detrás de los conservadores con un 30 % y en clara ventaja sobre socialdemócratas y verdes.

Alemania se encamina a una nueva coalición con la ultraderecha como única línea roja y con la incógnita sobre la composición final del Bundestag y las alianzas posibles dependen del 20% de los votantes están indecisos. 

Manifestaciones

«El odio no es alternativa», «Solidaridad en vez de exclusión», «Contra AfD y el bandazo a la ultraderecha» o «No votar a la agitación y el odio» son algunos de los lemas de las protestas convocadas en ciudades como Kiel, Lübeck, Rostock, Hanover, Berlín, Fráncfort, Karlsruhe, Augsburgo o Múnich. Fue en Hamburgo donde tuvo lugar la mayor manifestación con más de 60.000 participantes. En Berlín una marcha de 150 neonazis necesitó protección policial ante un millar de contramanifestantes. Mientras, en la localidad suiza de Einsiedeln, residencia de la familia de la presidenta de AfD, Alice Weidel, la policía practicó cinco detenciones en una manifestación autorizada contra la líder ultraderechista y una protesta no permitida de activistas neonazis.

También en los últimos actos de campaña se lanzaron advertencias contra los extremistas de derechas. «No sois una alternativa, sois el abismo para Alemania», afirmó en referencia a AfD Martin Huber, secretario general de la bávara Unión Socialcristiana (CSU), en el mitin final de los conservadores con sus hermanos de la Unión Cristianodemócrata (CDU) en Múnich. Con Friedrich Merz, presidente de la CDU y candidato a la jefatura del Gobierno federal, los conservadores germanos son favoritos incontestables para encabezar el próximo gobierno federal.

Nadie duda de su victoria este domingo y la única incógnita abierta es quién será su socio de coalición los próximos cuatro años a sabiendas de que excluyen tan siquiera dialogar con la ultraderecha, pero también con el partido de La Izquierda, la formación en el otro extremo del arco político alemán. De ese modo, el abanico de posibles compañeros de alianzas se reduce a los socialdemócratas (SPD) y verdes. A los primeros los sondeos los conceden de media un 15 % de votos y a los segundos un 13 % o 14 %.

Los liberales (FDP), aliados naturales de CDU/CSU, se han excluido solos. La conspiración de la que son sospechosos por reventar la coalición de Gobierno de Olaf Scholz, los ha hundido en el agujero de la impopularidad. La gran mayoría de los sondeos pronostican que perderán todos sus escaños. El propio Merz llamó hace unos días a no desperdiciar votos con el FDP y optar en las urnas por un mayor apoyo a los conservadores.

«En 24 horas el Ejecutivo de Scholz será historia», afirmó Merz en su último acto electoral en la capital bávara, en el que subrayó que «la libertad, la paz y el estado social» son conquistas «por las que hay que seguir luchando». El conservador prometió que el próximo Gobierno centrará su trabajo en relanzar la economía, aprobar nuevas directrices en materia de migración y asilo, priorizar la seguridad y defensa e incrementar el compromiso con Europa, donde Berlín debe jugar un papel de liderazgo.

Por su parte, Olaf Scholz, radiaba optimismo en su mitin, pese a que todos los pronósticos le son rotundamente desfavorables. «No creo en milagros sino en un triunfo electoral», declaró el aún canciller federal a los medios callejeando por Potsdam, capital de estado federado de Brandemburgo donde se encuentra la circunscripción de su candidatura parlamentaria. Scholz se mostró convencido de que el SPD ganará los comicios «para dar continuidad a un gobierno bajo mi mando». Un análisis muy personal y peculiar de las encuestas.

Para los editorialistas y expertos políticos germanos Scholz ha llegado al fin de su carrera pública en la capital alemana. Todos esperan que la misma noche electoral anuncie su retirada definitiva de la vida política. El canciller ha dejado claro en campaña que de ninguna manera entraría de segundón en un Gobierno dirigido por Merz y en su propio partido carece de futuro. Scholz será el cabeza de turco sobre el que caiga la culpa de haber hundido a los socialdemócratas hasta unos resultados electorales propios del siglo XIX, en las primeras décadas después de su fundación.

Motivos de celebración tendrá, pese a su marginación y aislamiento, la ultraderecha germana. Previsiblemente duplicará sus resultados frente a los comicios anteriores y superará el 20 % de votos. Uno de cada cinco alemanes habrá considerado que Alternativa para Alemania debe gobernar el país, aunque es un partido condenado públicamente por las Iglesias católica y protestante que advierten sobre su carácter xenofóbo y racista, pero también por las diferentes patronales germanas, que ven en sus demandas de salida del euro y la Unión Europea, así como sus iniciativas financieras una seria amenaza para la economía nacional.

El sistema electoral: un ciudadano, dos votos 

El sistema electoral de Alemania entremezcla un doble sistema de votación que conjuga por un lado la designación de candidatos individuales y por otro un sistema de listas de reparto proporcional, dentro de un complejo equilibrio que, tras la reforma del 2023, permite que el Bundestag vuelva a tener un número fijo de escaños. En concreto: 630, muy inferior a los 735 escaños de la disuelta Cámara Baja.

Los germanos tendrán una papeleta en la que, en una primera columna, deberán marcar a un único candidato vinculado a su circunscripción regional. Los aspirantes más votados obtendrán de manera directa el escaño, de tal manera que todos los territorios puedan estar representados en alguno de los 299 escaños reservados para este modelo.

El segundo voto, el de más peso en términos reales, va a parar a una lista presentada por los partidos. Mediante la conocida como regla de Sainte-Laguë, que al contrario que la Ley d'Hont no penaliza tanto a las formaciones minoritarias, se establece un reparto proporcional, si bien se establecen un umbral mínimo del 5 % para entrar en el Bundestag.