«No vamos a parar las protestas hasta que se haga justicia en Turquía»
INTERNACIONAL

El país sumó su séptima noche de movilizaciones por el arresto del alcalde de Estambul pese a las detenciones masivas y las amenazas del Gobierno
26 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El parque Sarachane de Estambul vivió este martes su séptima y, quizás, última noche de movilización por la detención del alcalde, Ekrem Imamoglu, hace ahora una semana. Miles de personas acudieron a la cita para mostrar su rechazo a lo que consideran una jugada política del presidente, Recep Tayyip Erdogan, para apartar al popular rostro del socialdemócrata Partido Republicano del Pueblo (CHP) de la carrera hacia la presidencia.
La organización internacional Human Rights Watch denunció que el arresto supone usar la Justicia como arma para eliminar rivales políticos. En las próximas horas, la formación elegirá a un regidor interino para la ciudad más importante del país. Las movilizaciones en las calles, la huelga indefinida en universidades y la presión económica se han convertido en las armas principales para mantener el pulso a las autoridades, que se enfrentan a las mayores protestas de la última década.
«Te detienen solo por estar»
La presencia masiva de fuerzas de seguridad, de uniforme y paisano, permitió a los manifestantes permanecer dos horas frente al ayuntamiento. «No vamos a detener las protestas hasta que se haga justicia en Turquía, cada vez se suma más gente en todo el país y el Gobierno siente la presión, tiene miedo de esta gran oleada social», dice Esra, una chica de 27 años que se cubre con un pañuelo. «Porque tienen cámaras por todas partes y te detienen solo por estar aquí», explica.
La mayoría de los concentrados en este parque son jóvenes y el suelo vibra como un terremoto al grito de «del AKP el que no bote», en referencia a las siglas del islamista Partido de la Justicia y Libertad de Erdogan.
Los ojos y la garganta pican debido a las cantidades ingentes de gas que las fuerzas de seguridad han empleado en los últimos días. Los vendedores ambulantes ofrecen mascarillas, pañuelos y banderas nacionales. Cuando el reloj marca las diez de la noche en punto, la Policía carga con material antidisturbios para evacuar la zona. Llegan las carreras, los gritos y las detenciones.
La cifra de arrestados en la última semana supera los 1.400, entre ellos siete periodistas que han sido enviados a prisión preventiva. El ministro de Justicia, Yilmaz Tunç, lanzó una advertencia: «En un Estado de derecho, la defensa legal no se ejerce en las calles. Los vándalos que provocaron disturbios están siendo identificados uno por uno. Cualquiera que cometa un delito responderá ante la Justicia. Persistiremos en la salvaguardia del orden público». Sus palabras no amedrentan a unos manifestantes en cuyo ánimo hay una mezcla de hundimiento y esperanza. Por eso piensan seguir movilizándose, aunque no tienen claro el formato y los lugares adecuados. «No tenemos más remedio que seguir en las calles, no nos podemos callar ante este atropello porque Imamoglu era nuestra gran esperanza para el cambio», confiesa Ege, estudiante de la Universidad de Estambul.
Ante la fortaleza del sistema levantado por Erdogan y la falta de confianza en la Justicia, la oposición apeló a la economía como forma de presión. El presidente del CHP, Özgür Özel, presente cada noche en Sarachane, llamó al boicot a productos de empresas con buenas relaciones con el Gobierno y elaboró una lista que se hizo viral y que incluyen cafeterías, tiendas de electrodomésticos, gasolineras o compañías de comunicación.