El dalái lama blinda su sucesión para evitar la interferencia del Gobierno chino

María Puerto PEKÍN / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Monjes budistas siguen el mensaje en vídeo del dalái lama.
Monjes budistas siguen el mensaje en vídeo del dalái lama. STRINGER | EFE

Pekín defiende que el futuro líder tibetano debe contar con su aprobación

02 jul 2025 . Actualizado a las 19:00 h.

El dalái lama designó este miércoles al Gaden Phodrang Trust, la histórica fundación administrada por su círculo de confianza, como la «autoridad exclusiva» encargada de elegir a su sucesor, en una declaración que busca blindar su linaje y la tradición religiosa del budismo tibetano de la interferencia del Gobierno chino.

A cuatro días de su noventa cumpleaños, el líder espiritual del Tíbet despejó las dudas sobre su sucesión en un mensaje en vídeo desde el exilio y puso fin así a las especulaciones sobre si la institución del dalái lama, con casi setecientos años de historia, finalizaría con su muerte. Una opción que se había barajado ante el vacío de poder que se producirá tras su muerte mientras, según la tradición, se encuentre a su reencarnación en un niño y este crezca.

Ante el temor de que este largo proceso sea aprovechado por China para nombrar un sucesor se había barajado la posibilidad de poner fin a la tradición que contempla que el líder tibetano se reencarne tras su muerte en otro cuerpo.

La decisión no ha gustado en China y el Ministerio de Exteriores se apresuró a declarar que la reencarnación debe ser aprobada por el Gobierno. En rueda de prensa, la portavoz de Exteriores, Mao Ning, recordaba que el proceso debe hacerse según las normas. Aseguró de forma contundente que la elección debe producirse bajo el «sorteo de la urna dorada» (en el que los nombres de los niños candidatos chinos se escriben en tablillas y se extrae uno al azar de una urna de oro). 

Conflicto político

La postura oficial de Pekín no deja resquicios para una negociación con el dalái lama al que oficialmente tacha de separatista y con el que lleva décadas enfrentado. Detrás de lo que se puede considerar un conflicto religioso en realidad hay un problema político y territorial. El dalái lama ha modernizado la institución y desde el 2011 tiene un representante político que es elegido por los cerca de 140.000 tibetanos en el exilio. También ha sido conciliador con Pekín renunciando a la independencia y defendiendo una amplia autonomía bajo el Gobierno de China.

Pero para el presidente Xi Jinping, que ha utilizado el nacionalismo como uno de los pilares de su mandato, el control del Tíbet es innegociable.

La figura del dalái lama que en 1989 recibió el nobel de la paz por su defensa del budismo y la cultura tibetana siempre ha sido una piedra en el zapato para los planes de China. Pekín presume de haber conseguido desarrollar el Tíbet y sacarlo de la vida feudal en la que vivía bajo el gobierno de los lamas. Pero la prosperidad se ha llevado a cabo intentando asimilar y diluir la cultura tibetana a favor de la cultura han, la etnia mayoritaria en China. Ha traslado y dado facilidades a la población han para establecerse en el Tíbet y controlar la economía. Incluso ha eliminado la lengua tibetana de las escuelas y ha llevado una política activa de laicidad para socavar la influencia del budismo.

El Tíbet es importante para China porque en él nacen los principales ríos de Asia y el subsuelo es rico en minerales y tierras raras. Independientemente de los tesoros que pueda tener, es el nacionalismo lo que interesa a Pekín. El gigante asiático sostiene que el Tíbet siempre ha sido parte de China y un territorio importante para su defensa, ya que sus 4.000 metros de altitud le separan de su rival indio. Para la política de Xi Jinping el Tíbet al igual que el Xinjiang, Mongolia Interior o Taiwán, forman parte de la gran China y de la modernización del país.