Hallan en Argentina los restos de un joven 41 años después de su desaparición: «Mucho dolor, mucho tiempo»
INTERNACIONAL

Después de cuatro décadas, el hallazgo de los restos óseos de Diego Fernández Lima arroja luz sobre un caso trágico sin resolver
12 ago 2025 . Actualizado a las 13:50 h.41 años pasaron desde que Diego Fernández Lima se despidió de su madre después de almorzar juntos: «Voy a lo de un amigo y después al colegio». El joven argentino de 16 años nunca volvió a su hogar en el barrio Belgrano, en Buenos Aires, y su familia no supo nada sobre su paradero durante cuatro décadas, aunque tampoco dejó de buscarlo.
El 20 de mayo del 2025, mientras se realizaban las excavaciones para construir un edificio en el barrio porteño de Coghlan, los obreros se toparon con restos óseos. Llamaron a la Policía y esta se encargó de abrir una investigación. El caso tomó notoriedad rápidamente por un detalle ajeno a la causa: parte de los restos se hallaban en el terreno donde vivió un tiempo Gustavo Cerati, el cantante de Soda Stereo.

Al examinar el lugar, las autoridades encontraron pruebas en la casa vecina a la que alquiló el músico. Restos óseos, así como vestimenta y accesorios, ayudaron al personal policial a construir el perfil de la víctima. La vivienda es propiedad de la familia Graf, a la cual pertenece Cristian, un antiguo compañero de clase de Diego. En los medios locales argentinos aseguran que Cristian reside en Europa, sin dar mayor información sobre su paradero, y que la Fiscalía le tomó declaración vía Zoom.
«Los huesos hablan», han asegurado los forenses en declaraciones al diario El País. Es por esto que pudieron saber que se trataba de un joven de entre 16 y 19 años, con una estatura de 1,72 metros. En el sitio hallaron un reloj Casio con calculadora, una etiqueta de una marca habitual entre 1980 y 1990, así como un trozo de corbata de un uniforme escolar. Esta información ayudó al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) a descartar que se tratase de una víctima desaparecida de la dictadura argentina —que se desarrolló entre 1976 y 1983—, ya que el crimen ocurrió siete meses después del retorno de la democracia.
El EAAF tomó muestras de ADN y comenzó la búsqueda de familiares de adolescentes desaparecidos hace 30 o 40 años. De esa forma, si se le tomaba una muestra de ADN a un familiar, se podía cotejar y dar con la identidad de la víctima. El único problema era que la Justicia argentina había archivado el caso tras catalogarlo como «fuga del hogar», dando por hecho que el joven se había ido con una novia o amigos. En su momento, ni siquiera quisieron tomar la denuncia a la familia.
«La Polícia dice que tiene 3.000 casos iguales. Y fíjese qué absurdo: desde el primer momento lo caratularon como "fuga de hogar". Yo protesté y, ¿sabe qué me dijeron? Que así estaban impresos los formularios. Me negué a eso, pero fue como si nada. ¿Qué quiere que investiguen si ya dan por sentado que él se fue, no que me lo robaron?», explicaba dos años después de la desaparición el padre de Diego, Juan Benigno Fernández.

Gracias a la notoriedad que ganó el caso por su mínimo vínculo con Cerati, un sobrino de Diego escuchó la noticia de la aparición de los restos, creyó que podía tratarse de su tío y llamó al equipo a cargo de la investigación. Se tomaron muestras de ADN de la madre de Diego, Bernabella Irma Lima, y los resultados fueron concluyentes: los restos pertenecían a su hijo.
Desde este punto comienza la reconstrucción de los hechos para saber qué le sucedió a Diego y, sobre todo, en manos de quién. Aunque el crimen ya prescribió, por lo que su asesino no deberá cumplir una condena, las autoridades tomaron declaraciones a sus compañeros de colegio y continúan investigando para poder esclarecer los hechos.
La noticia en su círculo cercano
La familia de Diego esperó este momento durante 41 años. Javier, hermano de Diego, se atrevió a hablar con los medios a pesar de la conmoción que le generó la noticia. «41 años de angustia, mucho dolor. Cada vez que escucho que hablan de esto me emociono. Mucho dolor, mucho tiempo». La madre de los Fernández Lima tiene 87 años y tuvieron que darle la información de forma gradual. «No quiero que vea la tele porque hay mucha noticia dando vuelta y es muy fuerte».
Javier tenía 10 años cuando desapareció su hermano y lo recuerda como un «pibe» normal. «16 años recién cumplidos, jugaba al fútbol en Excursionistas, le gustaban mucho las motos. A mi también se ve que me gustaron por él». El equipo de fútbol, al enterarse de la noticia del hallazgo de los restos, compartió las palabras que en su momento le dedicó un histórico dirigente del club a Diego.
El padre de Diego, Juan Benigno, murió buscando a su hijo. Repartía panfletos, creía que lo había captado una secta y se negaba a bajar los brazos hasta encontrarlo. Falleció en un accidente mientras iba en bicicleta buscándolo; de hecho, murió en una esquina de la calle Congreso, la misma calle donde ahora fueron encontrados los restos de Diego.