Trump acusa a la ONU de un «triple sabotaje»: «Es increíble que Melania y yo no nos cayéramos de bruces»
INTERNACIONAL

Reclama una investigación inmediata y la detención de los responsables por los fallos en la escalera mecánica, el teleprónter y el sonido de la sala. Incidentes que utiliza como munición contra las Naciones Unidas
25 sep 2025 . Actualizado a las 18:20 h.La escalera mecánica supuestamente averiada en la ONU el pasado martes, justo cuando Donald Trump y su esposa Melania subían al piso superior de la Asamblea General donde él iba a intervenir poco después, ha superado la categoría de anécdota y se ha convertido en la munición perfecta para los ataques del presidente de EE.UU. a la organización. La avería en la escalera, que fue resuelta en cuestión de minutos, se sumó a problemas con el teleprónter en los primeros momentos de su discurso y a supuestas deficiencias con el audio en la sala, que a decir verdad ya se habían registrado el día anterior.
Para Trump, esa cadena de incidentes no fue casual y escribió la pasada madrugada en su red Truth Social: «No fue una coincidencia, sino un triple sabotaje en la ONU. Debería estar avergonzados de sí mismos. Estoy mandando una carta al secretario general y le exijo una investigación inmediata». A la vez que reclamaba la detención de los responsables de los fallos técnicos.
En realidad, lo más grueso estaba por venir en ese mismo mensaje: «El martes ocurrió una verdadera desgracia en las Naciones Unidas. ¡No uno, ni dos, sino tres sucesos siniestros! «Sus dirigentes deberían estar avergonzados». «No es de extrañar que la ONU no haya sido capaz de hacer el trabajo para el que se le puso a existir», escribió.
Asimismo, indicó que el Servicio Secreto está involucrado ya en la investigación, a la vez que instó a que se guarden «todas las cintas de seguridad de la escalera mecánica, especialmente el botón de parada de emergencia». «Se detuvo de golpe. Se paró en seco. Es increíble que Melania y yo no nos cayéramos de bruces sobre los bordes afilados de esos escalones de acero», relató. «De no ser porque nos agarrábamos firmemente al pasamanos, habría sido un desastre», aseguró acerca de un hecho que califica de «sabotaje absoluto»,
Momentos después, el inquilino de la Casa Blanca tuvo problemas también con el teleprónter, en un incidente que hizo saber entonces a los demás representantes y ante el cuál se ha preguntado «qué clase de lugar» es la sede de la ONU.
«La buena noticia es que el discurso recibió excelentes críticas. Quizás apreciaron que muy pocas personas podrían haber hecho lo que yo hice», añadió en defensa de su comparecencia. Durante el tiempo que duró esta, también el sonido de la sala habría sido problemático. «Los líderes mundiales, a menos que usaran los auriculares de los intérpretes, no podían oír nada», lamentó.
Con todo, las Naciones Unidas ha presentado versiones contrarias a las alegaciones del presidente de Estados Unidos. Por una parte, el portavoz de Guterres, Stéphane Dujarric, ha indicado en una nota de prensa que la escalera mecánica se habría detenido después de que un cámara de la delegación estadounidense pisara «sin darse cuenta» un mecanismo de seguridad en la parte superior tras adelantarse al matrimonio Trump documentar su llegada.
Por otro lado, la presidenta de la Asamblea General de la ONU, Annalena Baerbock, aseguró tras la intervención de Trump que «los teleprónpter de Naciones Unidas funcionan perfectamente», sin que se sepa si la delegación llevó uno propio para el discurso de Trump, que comenzó apoyándose en notas escritas.
Socavar el trabajo de la ONU
El presidente Trump se ha dedicado por la vía de los hechos a socavar el trabajo de la ONU desde el día uno en su segundo mandato: ha abandonado los acuerdos climáticos de París, se ha salido de la Organización Mundial de la Salud y de la Unesco, ha congelado hasta la insignificancia los fondos para la cooperación internacional y ha marginado explícitamente a la ONU en sus esfuerzos por terminar las siete guerras que dice haber resuelto.
Además, la química no fluye entre él y el secretario general António Guterres: no habían hablado ni siquiera por teléfono una sola vez durante diez meses, ni tras ganar Trump las elecciones ni tras asumir enero su segundo manato. Por ello, había gran expectación por ver qué se decían el pasado martes en su primera conversación.
Pero antes de esa conversación, Trump se había dedicado a atacar con toda la artillería a la organización desde el estrado mismo de la Asamblea General, ante 193 delegaciones de los estados miembros y con una audiencia mundial que probablemente sumaba decenas de millones de personas.
La gestión migratoria, el cambio climático, la incapacidad para impedir guerras, la inoperancia estructural... Trump sumó uno tras otro ataques a la ONU sembrados de chascarrillos sobre la escalera averiada o el teleprónter, con una virulencia inaudita y ante la perplejidad de muchos de los asistentes. Otros le reían las bromas.
Por ello, cuando más tarde subió al piso noble de los despachos de Guterres, en el número 38 de la gran torre de la ONU que se levanta sobre el East River, todo el mundo se preguntó qué se dirían los dos mandatarios. Trump contó posteriormente su versión de lo que vino a decir a Guterres: «Nuestro país apoya a las Naciones Unidas al cien por cien. Creo que el potencial de las Naciones Unidas es increíble. Realmente increíble. Puede hacer tanto... Lo apoyo. Puede que a veces esté en desacuerdo, pero lo apoyo totalmente», escribió posteriormente a modo de resumen.
El resumen de Guterres fue mucho más comedido. A la luz de lo que había dicho antes, y lo que ha repetido después, sus palabras suenan ahora a falsedad o a sarcasmo.