Nacer con menos de 37 semanas de gestación: «Nadie sabe que al otro lado del paritorio hay bebés que pesan menos de un kilo»
EL BOTIQUÍN
En la uci neonatal, cada día es clave para la maduración extrauterina de los pacientes prematuros
17 nov 2025 . Actualizado a las 09:57 h.Cada año, 500 familias en Galicia pasan por un parto prematuro, un nacimiento que sucede antes de a las 37 semanas de gestación. En el 2024, Irene y Adrián se convirtieron en una de ellas. «Yo tuve un embarazo normal hasta la semana 22, cuando empecé a sangrar muchísimo», cuenta la madre. Hasta ese momento, nada parecía indicar que hubiera problemas. Pero el sangrado fue apenas el principio. Eneko, su único hijo, llegó tres meses antes de lo previsto. En el Día Mundial de la Prematuridad, estos padres cuentan su historia.
«Empecé a tener una hemorragia importante y, en ese punto de la gestación, el niño no era viable», recuerda Irene. Al ver la hemorragia, Irene y Adrián acudieron al Hospital Materno-Infantil Teresa Herrera, en A Coruña, donde ella quedó ingresada y recibió el diagnóstico: placenta previa. Esta patología del embarazo ocurre cuando la placenta crece en la parte más baja del útero y obstruye la abertura hacia el cuello uterino, en lugar de desplazarse hacia la parte superior del órgano en el tercer trimestre para permitir la apertura del canal de parto. «La placenta estaba mal colocada», resume la madre.
El objetivo durante el ingreso era conseguir que la gestación avanzara, al menos, hasta la semana 24. «Antes de eso no se podía empezar a valorar la viabilidad del bebé, con lo cual, la prioridad era aguantar lo máximo posible. En esa etapa de la gestación, cada día, a nivel madurativo, es realmente muy importante para que pueda salir adelante», explica Adrián. «Con transfusiones de sangre y monitorización consiguieron alargarlo hasta la semana 27. Pero en ese momento, yo ya estaba en peligro y el bebé también. Me hicieron una cesárea urgente y nació Eneko», cuenta Irene.
En la uci neonatal
El parto estaba programado para el 18 de noviembre, pero Eneko nació finalmente el 21 de agosto del 2024. Pesaba menos de un kilo. A Irene le cuesta describir la sensación de cogerlo por primera vez tras la cesárea, cuando tuvo la oportunidad de hacer contacto piel con piel con el bebé, una práctica con beneficios demostrados para la inmunidad del neonato y el desarrollo del vínculo materno.
«Fue muy emocionante, pero también sentía mucho miedo. Aunque hayas cogido bebés en tu vida, no es lo mismo que un bebé normal. Era una cosa tan pequeñita, totalmente frágil, sus manitas eran del tamaño de una uña. Y no es solo el tamaño, sino que lleva tubos y cables, aparatos médicos con los que no quieres interferir. Yo recuerdo que no hice más que llorar», cuenta la madre.
La cesárea salió bien y los primeros días transcurrieron con relativa normalidad. «Pero luego empezó a tener complicaciones. Le tuvieron que operar del corazón para cerrar un conducto que los prematuros habitualmente no cierran de manera espontánea y esa fue la fase más complicada. Lo operaron a los 20 días de su nacimiento y, hasta que se hizo la operación, hubo muchos momentos donde parecía que se iba a morir», recuerda Adrián.
«Les llegamos a preguntar a los médicos si realmente merecía la pena esta situación y nos dijeron que, si conseguía aguantar hasta la cirugía cardíaca y salía bien, las probabilidades de éxito eran muy altas. Cuando estás en una situación tan comprometida, no es fácil tener esperanza, pero los médicos nos dieron mucho acompañamiento», asegura el padre.
Después de la cirugía, Eneko empezó a recuperarse. Pero el camino hasta recibir el alta todavía era largo. En general, los bebés prematuros permanecen ingresados hasta el momento aproximado de su fecha prevista de nacimiento. En su caso, fueron 86 días en la unidad neonatal. «De todo ese ingreso, además de la parte médica, destacaría la parte emocional y el acompañamiento de todo el personal sanitario. Sin ellos no sé qué hubiéramos hecho. Nos dedicaban el tiempo que necesitáramos y nos dejaban estar las horas que quisiéramos a pie de incubadora», dice Irene.
Como los ingresos de los bebés suelen ser prolongados, las familias construyen lazos que llegan a convertirse en amistad y tejen redes de apoyo. «Cuando llegas allí, todos están perdidos. Nadie sabe que esto puede pasarte, que al otro lado del paritorio está esta unidad donde hay bebés que pesan menos de un kilo y que se les salva la vida. Encontrarse con familias que están en la misma situación de sorpresa y de trauma hace que hagamos piña», dice Irene.
Apoyar a los que llegan antes de tiempo
Un bebé prematuro, dependiendo del momento de la gestación en el que nazca, puede tener diferentes necesidades. Pero, en general, estos niños requieren apoyo hasta que su situación sea menos delicada. Diana Flórez Rodríguez, enfermera especialista en Pediatría del Hospital Materno-Infantil Teresa Herrera, en A Coruña, explica que su labor «es una de las más complejas dentro de la enfermería», ya en el ámbito neonatal no solo se pone en juego la supervivencia y la estabilidad del paciente, sino todo su potencial desarrollo.
«El problema que ellos tienen es que al nacer todos sus órganos son inmaduros. Esto les hace extremadamente vulnerables a cualquier manipulación que les hagamos o a cualquier cambio en el entorno», señala Flórez. De ahí el uso de incubadoras, que simulan, con la mayor precisión posible, las condiciones dentro del útero materno durante el ingreso del niño.
Entre las principales complicaciones que pueden tener los recién nacidos que llegan antes de tiempo están los problemas respiratorios, dada la falta de maduración de sus pulmones. También son frecuentes las infecciones, ya que el sistema inmunitario aún se está desarrollando. «Nuestro rol es estar muy alerta para responder rápido si aparecen complicaciones», explica Flórez.
La alimentación es, también, un desafío. En este aspecto, la logopedia puede ser un apoyo importante. «Cuando la respiración está correctamente coordinada y pueden tomar alimentación por boca, trabajamos con ellos la succión nutritiva, el fortalecimiento de la musculatura oral y el reflejo de succión. Inicialmente, trabajamos con pequeños volúmenes, para posteriormente ya pasar a la lactancia», detalla Javier Bueno, logopeda del Hospital Álvaro Cunqueiro y vicepresidente del Colexio Profesional de Logopedistas de Galicia.
La evidencia científica respalda la intervención desde la logopedia. «Los bebés pueden sufrir riesgos evitables en su desarrollo neurológico, motor y cognitivo sin este apoyo. Por el contrario, entre los beneficios se incluyen mejoras claras en la alimentación gracias a la coordinación de la succión, la deglución y la respiración, lo que facilita la transición de la alimentación por sonda a la lactancia materna. Además, la estimulación temprana tiene un impacto positivo en el desarrollo de la comunicación y el lenguaje», señala Bueno.
Después del alta
Después de meses en el hospital, los padres de Eneko estaban ansiosos por irse a casa con su bebé, que en toda su vida no había visto más que la uci. «Fue un momento en el que se mezclaban sensaciones: muchas ganas de volver a la rutina y de hacer una crianza en casa, en un ambiente con menos ruidos e intervenciones, pero también, miedos. Es cierto que la estancia en el hospital es como un cursillo exprés para padres primerizos. ¿Quién mejor que una enfermera para enseñarte a bañar al bebé?», dice Irene.
Hoy, Eneko tiene casi 15 meses, pero su desarrollo corresponde, como ocurre con los bebés prematuros, al de un niño de casi un año, que es la edad que tendría de haber llegado su gestación a término. «Afortunadamente, es un niño muy bueno. Come muy bien y duerme muy bien. Esa diferencia en el desarrollo respecto de los bebés que nacen a término normalmente se equipara entre los dos y los tres años, así que es de esperar que su evolución sea normal. Es un niño muy sano, muy vital y alegre. Es un terremoto, no para», asegura Adrián.
Los padres recomiendan confiar en el personal médico, hacer todas las preguntas que les surjan para no quedarse con dudas y, sobre todo, priorizar el cuidado de toda la familia, que es el apoyo principal para ese niño que está en la uci. «Hemos visto a gente que se sentía culpable por no estar todo el día a pie de incubadora, pero es que a lo mejor eso no es lo necesario. La madre también se tiene que recuperar», señala Adrián.
A quienes tienen un familiar que ha dado a luz a un bebé prematuro, recomiendan cuidar el lenguaje que se usa para hablar de esta nueva y frágil vida. «A mí me decían "Enhorabuena", pero yo pensaba: "¿Enhorabuena por qué?". Es mejor preguntarle a la persona qué necesita», propone Irene.