Espasmos, incontinencia o movimientos intestinales: «Muchos pacientes han sido diagnosticados de ataques de pánico cuando en realidad tenían crisis de epilepsia»
ENFERMEDADES
El 24 de mayo es el Día Nacional de la Epilepsia, una enfermedad que afecta a 20.000 nuevos pacientes cada año en España
07 sep 2022 . Actualizado a las 13:52 h.La epilepsia es una de las enfermedades neurológicas más prevalentes que existen, siendo en particular el trastorno neurológico más frecuente en niños. Según la define la Sociedad Española de Neurología (SEN), se trata de una alteración cerebral caracterizada por la predisposición para producir crisis epilépticas, que son episodios que afectan a circuitos cerebrales concretos durante unos minutos y pueden tener consecuencias no solo a nivel neurobiológico, sino también cognitivo, psicológico y social. En el Día Nacional de la Epilepsia, se estima que en España existen más de 400.000 pacientes con esta enfermedad que afecta a personas de todas las edades y que puede iniciar en cualquier etapa de la vida.
«La epilepsia se puede iniciar en cualquier época de la vida. Las más habituales son en la infancia, muchas veces tienen causa genética, otras son por problemas en el embarazo, en el parto, o en la primera infancia. Pero a lo largo de la vida hay situaciones que pueden provocar lesiones en el cerebro que causen crisis de epilepsia: traumatismos, tumores, infartos cerebrales. Por eso, en cualquier momento de la vida una persona puede desarrollar una crisis epiléptica. Todas esas causas pueden ocasionarla», el doctor Francisco Javier López, portavoz de la SEN.
«Pueden ser crisis de inicio focal o crisis más generalizadas. Las epilepsias de causa genética suelen ser epilepsias generalizadas y juveniles. Decimos que son generalizadas porque se afectan ambos hemisferios al mismo tiempo y la crisis es una descarga que se da en ambos. En cambio, las que surgen tras un traumatismo son de inicio focal. Para cada una de ellas, el tratamiento es distinto y el pronóstico también», explica López.
Cómo es una crisis de epilepsia
Aunque se suele asociar la epilepsia a episodios generalizados de convulsiones violentas que afectan a todo el cuerpo, esta es solo una de las manifestaciones posibles de esta enfermedad. «Las crisis tonicoclónicas generalizadas son muy claras. El paciente se desploma, empieza con movimientos involuntarios de brazos y piernas, mordedura de lengua, incontinencia de orina y después de la crisis, hay un cuadro de confusión o sueño. Pero hay otras crisis más pequeñas en las que el paciente nada más se desconecta y a lo mejor hace pequeños movimientos de brazos o tiene una desconexión con el medio. Hay múltiples síntomas de crisis epilépticas y muchas no son conocidas. Las más frecuentes son las tonicoclónicas, que son fácilmente reconocibles», aclara López.
En realidad, los síntomas van a depender del tipo de epilepsia que se tenga y de los circuitos cerebrales que se vean afectados por ella. Así lo explica el doctor Antonio Gil-Nagel Rein, director de la Unidad de Epilepsia del Hospital Ruber Internacional en Madrid. «La epilepsia es una enfermedad de circuitos cerebrales. Aunque no es posible identificar el circuito enfermo en cada paciente, creemos que muchas enfermedades que causan epilepsia se deben a que existe algún trastorno en el circuito que se activa en el momento de las crisis. Eso se vio muy claramente en lo que se llaman epilepsias reflejas, es decir, epilepsias en las que surgen las crisis en relación con un estímulo externo, por ejemplo, la epilepsia fotosensible. La luz intermitente activa un circuito que no está funcionando bien, que es el circuito de la visión y, en concreto, de alguna subparte del circuito que tiene que ver con el procesamiento de luz intermitente y, a partir de ahí, se genera una crisis», detalla Gil-Nagel.
«También conocemos epilepsias reflejas por la lectura. El circuito del lenguaje lectura incluye áreas visuales en las que se interpretan los signos, áreas verbales en las que se les da significado y áreas motoras en las que se emite la palabra, ese circuito debe tener algún tipo de fallo que da lugar a crisis epilépticas. Luego, hay otras que son más difíciles de entender. Por ejemplo, en la epilepsia temporal, las crisis ocurren con más frecuencia cuando los pacientes están en vigilia inactiva, es decir, cuando están en reposo descansando muchas veces, después de haber trabajado durante el día. Y ese momento es cuando se activa el sistema por defecto, que es una parte del cerebro que está activa cuando estamos tranquilos sin dedicarnos a una tarea concreta. Ese sistema por defecto posiblemente se activa en el momento en que estamos relajados y es cuando ocurren muchas crisis de epilepsia en el lóbulo temporal», explica el especialista.
Incluso, es frecuente que la sintomatología de algunos tipos de epilepsia haga que se confundan estas crisis con ataques de pánico: para muchos pacientes cuya epilepsia afecta a la amígdala, los episodios pueden provocar reacciones emocionales de temor intenso. «La amígdala siempre ha sido una estructura muy importante en la epilepsia. Tiene relación con nuestro cerebro emocional y todas las funciones de nuestro cerebro, de una manera o de otra, se conectan con el cerebro emocional. Lo que vemos nos produce activación del cerebro emocional. El movimiento también genera emociones. Lo que escuchamos también. El cerebro emocional participa prácticamente en todas nuestras funciones y por eso la amígdala está muy conectada con toda nuestra corteza cerebral», explica Gil-Nagel.
«Cuando una descarga epiléptica llega a la amígdala, produce unos síntomas característicos, como son un miedo impuesto que no tiene relación con ningún estímulo externo, y también activación del sistema nervioso autónomo, que es el que controla la frecuencia cardíaca, la dilatación pupilar, movimiento intestinal, entre otros. Cuando las crisis se propagan a la amígdala, los pacientes sienten sensaciones de miedo o angustia y tienen muchas veces una sensación molesta en la boca del estómago muy característica. Más de una vez hemos visto pacientes que han sido diagnosticados de ataques de pánico, cuando en realidad tenían crisis de epilepsia que afectaban a la amígdala», observa Gil-Nagel.
Normalmente, estos episodios «se diferencian de un ataque de pánico en que son más estereotipados. El ataque epiléptico que cursa con molestias psíquicas suele ser siempre igual, muy bien definido, y suele tener una duración breve, un minuto o dos. En cambio, los ataques de pánico son prolongados, son más variados, hay más sintomatología. Pero a veces es difícil diferenciarlos y es bueno que se hagan los estudios correctos para avanzar en el diagnóstico», señala.
Cómo actuar ante una crisis de epilepsia
Como vemos, las crisis, coloquialmente conocidas como «ataques» de epilepsia, no son todas iguales. La clave para identificarlas, señala López, está en prestar atención a cualquier episodio en el que el paciente se desconecta o pierde la conciencia. «No todos los episodios de pérdida de consciencia son crisis de epilepsia, pero podrían serlo. Por eso hay que estar pendientes», indica.
Si alguien está teniendo una crisis de epilepsia, la forma correcta de actuar es simplemente evitando que la persona se lesione mientras duren los síntomas. «Lo que se pretende es que el paciente no se golpee la cabeza, intentar colocarlo de lado para que no se atragante. es importante no colocar cosas en la boca, porque puede provocar más lesiones que otra cosa, y evitar que se lesione con los movimientos por la crisis», aconseja López.
«En general, cualquier síntoma en el que haya una alteración transitoria del funcionamiento neurológico y que se repite más de una vez es un motivo para acudir al neurólogo. Por ejemplo, personas que tienen un instante de desconexión, que no son capaces de mantener la atención y que parece que han estado fuera de conexión completamente. Personas que tienen una sintomatología concreta visual que se repite, como, por ejemplo, ver luces de colores en el campo visual, alteraciones en la coordinación de una extremidad que duran menos de un minuto. Cualquier síntoma que se repite y que es relativamente breve y, sobre todo, en poblaciones que ya tienen cierta patología neurológica, pero también en los que están previamente sanos, son motivos para acudir al neurólogo y que revise si existe algún problema», recomienda Gil-Nagel.
Si bien las crisis leves no suelen provocar daño neurológico, este puede producirse por la repetición a lo largo de la vida de varias crisis que sean fuertes y duren mucho tiempo, explica Gil-Nagel, por lo que no está de más consultar con un neurólogo ante cualquier síntoma.
Tratamientos
«En estos momentos, disponemos de más de veinte fármacos antiepilépticos y, dependiendo del tipo de epilepsia que tenga el paciente, son más indicados unos u otros. Los hay indicados para epilepsias focales, otros son más para epilepsias generalizadas, otros tienen autorización para algunos síndromes epilépticos. Cada uno es específico», explica López.
Uno de los fármacos más nuevos para el tratamiento específico del Síndrome de Dravet, que produce crisis de epilepsia, es el cannabidiol, un compuesto puro que no contiene THC, por lo que no es psicoactivo, y que se ha aprobado para su uso complementario en estos pacientes ya que mejora algunos de los efectos adversos que suelen asociarse a los antiepilépticos. «Al comienzo de un tratamiento, el paciente puede tener más sueño de lo normal, puede tener mareos, falta de equilibrio. Por eso, normalmente, los tratamientos hay que hacerlos con indicación médica y de forma apropiada. Se empieza poco a poco y con dosis bajas para evitar esos efectos secundarios», señala López.
El futuro de la epilepsia
Conforme avanza la investigación de la epilepsia, se consiguen mejoras en los tratamientos que pueden mejorar en gran medida la calidad de vida de las personas que la padecen. En este sentido, Gil-Nagel considera que las mejoras vendrán de la mano de dos factores. «Por un lado, las identificaremos antes, seremos capaces de detectar las epilepsias antes de que se produzca un ataque violento generalizado tonicoclónico, ya que muchas veces nos encontramos con que llevaban meses teniendo ataques pequeños y no es hasta que tienen una convulsión generalizada tonicoclónica que por fin los médicos nos damos cuenta de que hay una epilepsia. Y luego, tendremos terapias dirigidas. Porque sabremos mejor la causa de la epilepsia», pronostica el especialista.
«Dentro de las causas, hay dos que ahora buscamos con más atención que antes, que son las epilepsias autoinmunes, que están relacionadas con anticuerpos anómalos que se dirigen contra proteínas neuronales del sistema nervioso central, y luego las epilepsias genéticas, que son muchas veces identificables en estudios genéticos en sangre o saliva y podemos encontrar mutaciones en genes relacionadas con neurotransmisión, proliferación neuronal o excitabilidad neuronal. Y en pacientes que son operados con electrodos, estamos empezando a ver mutaciones somáticas, aquellas que solamente ocurren en el tejido epiléptico y que no están en el resto del organismo. Así que hay un futuro prometedor en cuanto a que vamos a ser capaces de mejorar el tratamiento de estos pacientes», dice Gil-Nagel.
Para conocer la causa de una epilepsia, se realizan estudios de encefalografía prolongados. «Como mínimo una vez al año, pero lo aconsejable es hacer cada 3 o 6 meses estudios de encefalografía que tengan una duración como mínimo de seis horas. Son estudios que no tienen ninguna agresividad para el paciente, son sencillos de hacer. A partir de lo que nos encontramos en los encefalogramas y de las manifestaciones clínicas, buscamos estas causas», detalla Gil-Nagel.
«Llevamos unos diez años en los que cada cierto tiempo van apareciendo nuevos fármacos más eficaces o con menos efectos secundarios que los anteriores. Aparte, se está utilizando la dieta cetogénica, la estimulación del nervio vago y una serie de medidas novedosas para pacientes refractarios que no responden a medicación. El futuro se prevé más esperanzador por los fármacos y las cirugías», concluye López.