Daniel Cabo Navarro, endocrinólogo: «Se puede heredar el metabolismo de los padres»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

En doctor Daniel Cabo Navarro ha recibido el premio Doctoralia al mejor en su especialidad, la endocrinología.
En doctor Daniel Cabo Navarro ha recibido el premio Doctoralia al mejor en su especialidad, la endocrinología.

El ganador del premio Doctoralia en la especialidad de endocrinología explica cómo prevenir problemas como la diabetes y la obesidad

20 feb 2023 . Actualizado a las 17:38 h.

Las hormonas son las hormigas del cuerpo humano. Su trabajo invisible está involucrado en la regulación de múltiples procesos a nivel del organismo, desde el crecimiento hasta el estado de ánimo, pasando por el metabolismo y la reproducción. En cada uno de estos casos, una desregulación de nuestros niveles hormonales puede causar problemas. Aquí es donde interviene la endocrinología. En una sociedad en la que hasta un 60 % de las personas tienen sobrepeso, la detección temprana del mal funcionamiento hormonal permite frenar a tiempo los problemas para evitar riesgos cardiovasculares e incluso prevenir el cáncer. Este es el objetivo del doctor Daniel Cabo Navarro, especialista en endocrinología y nutrición. El profesional acaba de ser galardonado con el premio Doctoralia 2023 al mejor en su especialidad. En conversación con La Voz de la Salud, explica la importancia de un estilo de vida saludable para evitar patologías.

—¿Cuáles son las principales preocupaciones de los pacientes en su consulta?

—Lo que más preocupa a los pacientes, en mi especialidad, es no poder controlar cosas que van sintiendo en su organismo. Por ejemplo, cambios hormonales en mujeres menopáusicas. Consultan más las mujeres que los hombres. El tema hormonal siempre ha sido uno en el que las mujeres han tenido más interés o en el que tienden a pensar que todo lo que les pasa es hormonal. Y luego, hay muchas patologías de la especialidad que dan unos síntomas muy frecuentes en la vida real. Cualquier estado anímico alterado, cansancio excesivo, todo esto lo puede provocar perfectamente un problema hormonal. Siempre hay que descartar esa parte.

—Las mujeres suelen consultar con más frecuencia. ¿Pero tienen realmente mayor riesgo de sufrir enfermedades endocrinológicas?

—Las mujeres preguntan más que los hombres en la medicina en general y en cualquier especialidad. Pero, a nivel de algunas patologías particulares, sí que es verdad que son más frecuentes en mujeres, y de hecho diagnosticamos más patologías tiroideas en mujeres. La obesidad la tenemos repartida, aunque las mujeres van empeorando con la edad, especialmente después de la menopausia. Y luego, cualquier cambio de la menstruación hace que en las mujeres los problemas sean más evidentes que en los hombres. Pueden expresar clínicamente si les falta o no la regla, mientras que los hombres no lo pueden percibir.

—¿Cuáles son las patologías más frecuentes en su especialidad?

—Lo que más vemos en endocrinología suele ser casi siempre sobrepeso y obesidad. De hecho, el 60 % de la población española tiene sobrepeso u obesidad. Y esoestá asociado a distintos problemas de tipo cardiovascular, así como a más de diez tipos de cáncer distintos, aparte de la mala calidad de vida que esto puede traer a los pacientes a nivel articular, o a nivel de encontrarse mal de forma general. Por eso preguntan bastante, están conscientes de que la obesidad no es estar gordo y ya está, sino que es una enfermedad y hay que poner un tratamiento para poder solucionarlo. Esa es la consulta más frecuente, seguida de la diabetes. Prácticamente un 12 o 13 % de la población adulta la tiene, y un 10 % de la población tiene patología tiroidea. Luego, hay otras cosas que consultan, que pueden abarcar no solamente mi especialidad, sino otras más. Por ejemplo, la dislipemia, el colesterol, o la talla baja en los niños.

—¿Cómo se abordan esos problemas?

—Normalmente, cuando hablamos de sobrepeso, hablamos de medidas del estilo de vida, tanto dieta como ejercicio. Cambiar el estilo de vida es fundamental. Cuando hablamos de obesidad, por supuesto, hay que incidir en esto también, pero ya tenemos que plantear el uso de fármacos, dado el grado de obesidad, o cuando hay diabetes diagnosticada con un grado de descompensación. Tenemos que controlar el proceso. Una diabetes no controlada o una obesidad no solucionada a corto o medio plazo, al final, provoca complicaciones. En los problemas de tiroides pasa lo mismo. Si es leve y el paciente está asintomático, hacemos una vigilancia y puede que no sea necesario tratarlo. Pero, si evoluciona y claramente la enfermedad va a una situación clínica, ponemos un tratamiento que va a depender del tipo de enfermedad tiroidea.

—¿Están aumentando el sobrepeso y la obesidad en la población?

—Sí, claramente. Ya se habla de que la obesidad y la diabetes son la pandemia del siglo XXI en todo el mundo. Simplemente porque en los niños está creciendo. Y son los adultos del mañana, entonces, lo normal es que esos niños, al crecer, tengan sobrepeso si no se lo trata a tiempo en edad infantil o en la adolescencia. Lo normal es que vaya a peor. Tampoco la situación actual ayuda al problema. Estamos muy rodeados del márketing de la industria alimentaria, que lo que intenta es facilitarte la vida, pero a cambio, te está dando productos de baja calidad nutricional. Eso genera un sistema de ir comiendo como puedes, cuando puedes, lo que puedes. Vamos siempre corriendo a todos lados, y al final acabamos improvisando cualquier cosa fácil de hacer o de comer. Y esto la industria lo sabe y te lo pone fácil, pero te llevas un alimento que nutricionalmente es muy carente y que tiene exceso calórico y de sal o azúcar importantes. Y, por supuesto, la falta de tiempo que tenemos ahora implica menos tiempo para cuidarse; menos tiempo para hacer ejercicio, la rutina es más pesada cada vez y al final acabas acumulando un exceso de calorías cada día que generalmente llevan a un sobrepeso.

—¿Es posible prevenir los problemas endocrinológicos?

—Gran parte de los problemas son perfectamente prevenibles con un buen estilo de vida. Pero no hay que pensar solamente desde el punto de vista individual, de cuidarme yo para ahorrarme problemas. También hay que pensar en la descendencia. Porque cada vez hay más evidencia científica de que existen aspectos genéticos y epigenéticos que son heredables a los hijos y que dependen mucho del patrón de hábitos de los padres y los abuelos. Cada vez vemos más que, según el patrón de hábitos que tenga una persona, eso puede modificar parte de la genética de esa persona; se puede heredar ese metabolismo. Para dar solución a este problema, no solamente tenemos que pensar a corto plazo y de forma individual, sino en términos de la población en general.

—¿Qué recomendaciones puede dar para evitar estos problemas?

—Para mí, es fundamental la educación. Hemos perdido la educación en la forma de comer. Antiguamente, siempre había un miembro de la familia en casa que cuidaba este aspecto, hacía una comida más elaborada o simplemente tenía más tiempo para preparar comida saludable a partir de la materia prima que da la tierra o el mar. Y eso generaba buenos hábitos alimentarios en la familia, porque había esa disponibilidad por parte de un miembro de la casa. Actualmente, ambos miembros de la casa, en general, trabajan. No hay tiempo para cocinar. Tenemos que enseñar a los niños a alimentarse mejor, a dar prioridad a unos alimentos antes que a otros, fomentar el consumo de verduras, frutas, pescados, legumbres. Esto es fundamental y se ha perdido. Al final, la improvisación y los precocinados abundan más que antes en las casas. Y esa falta de educación que tenemos es la que genera luego un hábito que nos hace aumentar la prevalencia de la obesidad. En consecuencia, hay una población obesa. No es un problema que haya que solucionar en la edad adulta cambiando los hábitos cuando tienes 30 o 40 años, sino que tenemos que intentar fomentar una educación desde la infancia para que eso arrastre a las siguientes generaciones y se manifieste en las poblaciones que vamos a ver en el futuro.

—¿Cómo podemos saber si debemos consultar con endocrinólogo?

—Siempre recomiendo que te vea el médico y te haga un chequeo cada uno o dos años para ver cómo estás. Allí te suelen pesar y medir, y con eso se puede calcular el índice de masa corporal y el perímetro de la cintura. Es una forma de objetivar cómo está la situación corporal de una persona. Hay que hacer un control por parte de un médico de cabecera para valorar si esa persona está fuera de unos límites saludables y, en ese caso, habría que hacer un diagnóstico preciso para poner tratamiento individualizado.

—¿Cómo interviene desde su especialidad en problemas de ginecología?

—Hay que tener en cuenta que, para tener una menstruación, es necesario tener íntegro todo el eje hormonal sexual y toda la estructura ginecológica. Eso tiene que estar coordinado y, si hay algún fallo, tenemos que buscar que, desde un punto de vista estructural, no haya nada hormonal que justifique ese desajuste. En ese caso, endocrinología y ginecología trabajan conjuntamente. Por ejemplo, en los casos de ovario poliquístico, porque es una enfermedad que se asocia mucho al síndrome metabólico y a problemas de obesidad, sobrepeso y diabetes. Como cualquier problema metabólico y de sobrepeso, puede afectar de forma recíproca a la fertilidad, entonces, al final, es una especie de afectación mutua. La fertilidad puede afectar a las hormonas y las hormonas a la fertilidad. Hay que valorar el problema de base para poder mejorar en todos esos aspectos. En este caso, el estilo de vida es también muy importante. Se ha visto que las hormonas sexuales necesitan un buen estilo de vida para funcionar bien, tanto si faltan nutrientes como si sobran. Por eso las personas con anorexia se quedan sin regla y las que tienen obesidad tienen desajustes de la regla también. Lo que hay que hacer es equilibrar ese eje hormonal con un buen estilo de vida para poder optimizar esa situación hormonal de la mejor manera posible. Si no es suficiente con eso, hay que plantear algún tratamiento farmacológico hormonal. Los anticonceptivos son el más frecuente, porque son lo más efectivo para regular muchas cosas a nivel hormonal. El ovario poliquístico es un patrón hormonal que viene de genética y es constitucional de la persona. Ante eso, no podemos modificar, solamente podemos modular la situación.

—¿En el embarazo, cuándo se debería consultar con un endocrinólogo?

—El embarazo es una situación especial en la que ya no tenemos una paciente, sino dos. Y hay que valorar de forma íntegra que haya un buen funcionamiento hormonal para que no haya ningún problema en el desarrollo del embarazo. La patología que suele haber es la obesidad gestacional, que trae muchísimas complicaciones tanto para la madre como para el feto y el embarazo en sí. Hay cada vez más diabetes gestacional, también, y mucha patología tiroidea del embarazo. De hecho, ginecología suele enviar a estas pacientes porque saben que el buen funcionamiento de tiroides es fundamental para que el embarazo vaya bien. Hay que tener en cuenta que el feto no tiene hormonas tiroideas propias hasta la semana 20, prácticamente. Y depende muchísimo de las hormonas tiroideas de la madre, entonces, el buen funcionamiento de estas en las primeras 20 semanas es fundamental para que no haya riesgo de aborto ,ni partos antes de término, ni ningún problema a nivel cognitivo fetal, que es lo que más se asocia a estos casos.

—¿Es reversible un problema tiroideo gestacional?

—Cuando vemos una alteración hormonal tiroidea en un embarazo, lo que hacemos es tratarlo para que no haya problemas, y luego, a veces, ese problema ha surgido por la mayor demanda tiroidea del propio embarazo, y simplemente hay que hacer alguna modificación. Esto luego se corrige después del parto. Pero muchas veces diagnosticamos problemas de tiroides en el embarazo porque se hacen las pruebas justo en ese momento y a lo mejor hay una patología tiroidea que no estaba diagnosticada previamente y que el embarazo saca a relucir. En esos casos, muchas veces, no se puede solucionar el problema del todo después del parto, porque son patologías que ya estaban allí o iban a surgir igualmente.

—La diabetes es uno de los principales problemas endocrinos a nivel poblacional. ¿Qué avances veremos para mejorar los tratamientos?

—La diabetes es compleja y heterogénea y no depende solamente de un diagnóstico o una causa. Hay muchos tipos de diabetes y cada tipo tiene una causa diferente y, en consecuencia, un tratamiento diferente. En el caso de la diabetes tipo II, que es la más frecuente en la población general y es la típica diabetes que se genera con el tiempo por el mal estilo de vida de los pacientes, por el envejecimiento de la población y por la obesidad, este tipo de pacientes se benefician de tratamientos farmacológicos que suelen empezar con pastillas y, si la cosa va a peor a lo largo del tiempo, puede acabar con insulina. Para estos pacientes cada vez hay más fármacos que mejoran mucho más no solo la diabetes, sino que previenen el riesgo cardiovascular que tienen ellos. Estamos manejando la diabetes, por un lado, pero también estamos manejando la tensión, la obesidad, el colesterol, los riñones. Cada vez los fármacos son más complejos para prevenir todos estos problemas y no solo controlar la diabetes.

En diabetes tipo I, la tecnología ha venido para quedarse y, de hecho, inicialmente se empezó con bombas de insulina, luego empezaron a aparecer los monitores de glucosa, para monitorizar la glucosa en tiempo real las 24 horas, y ahora están en la fase de interconexión entre el monitor de glucosa y la bomba de insulina, para, vía Bluetooth, intentar sacar algoritmos y cálculos que permitan a la monitorización de glucosa enviar información a la bomba de insulina. Esta comunicación es importante, porque se puede manejar así la glucosa según la información que el monitor le mande a la bomba, y esta puede producir la insulina que necesita para esa glucosa concreta. Esa regularización se va haciendo minuto a minuto y esa es una ventaja, porque prácticamente permite ir corrigiendo la glucosa de forma progresiva según la monitorización como lo haría nuestro páncreas. De ahí que esto se llame el páncreas artificial.

—¿La diabetes se va a poder controlar de esa manera autónoma en el futuro cercano?

—Actualmente, tenemos sistemas híbridos. Tú tienes los dos aparatos, la monitorización y la bomba de insulina, y es semiautomático. Tú tienes que supervisar algunas cosas, como pueden ser las comidas o el ejercicio, dando pequeños avisos a la bomba o al monitor de que vas a hacer una ingesta o un ejercicio para que pueda hacer un cálculo. Pero es una realidad que ese sistema se va a convertir en automático en poco tiempo. Los estudios en Estados Unidos señalan que ese automatismo va siendo cada vez mayor y que no tiene más riesgos que el sistema híbrido. Por supuesto, siempre que el dispositivo funcione, tenga pilas, no tenga obstruido el tubo de la bomba. El mantenimiento es el de cualquier aparato. Pero prácticamente estamos a las puertas de esta automatización completa. Las personas con diabetes, sobre todo, necesitan educación, porque tienen que aprender a comer, aprender cómo reacciona la glucosa cuando hacen ejercicio. Esto les permite manejar mejor su diabetes y, cuanto más y mejor nos cuidemos en nuestro estilo de vida, menos medicación necesitaremos en el futuro. No es tomar una pastilla para hartarse a comer, sino cambiar el estilo de vida para tomar menos pastillas.

—¿Para la población general tiene sentido controlarse la glucosa?

—La recomendación hoy en día es que toda la población se haga un chequeo de salud y de glucosa a partir de los 35 años, sobre todo si tiene factores de riesgo como obesidad, antecedentes familiares de diabetes, ovario poliquístico, enfermedades que predispongan a la diabetes. Luego, también hay un screening en los niños, cuando hay factores de riesgo parecidos, precisamente para evitar que se nos escape alguna glucosa mal controlada.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.