José María de la Torre, cardiólogo: «El índice de recurrencia de tabaquismo después de un infarto es bastante alto»

ENFERMEDADES

José María de la Torre es jefe de la unidad de cardiología intervencionista en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla.
José María de la Torre es jefe de la unidad de cardiología intervencionista en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla.

El especialista del corazón asegura no entender las dudas sobre «uno de los fármacos que más beneficios ha dado a la sociedad en cuanto a reducción de mortalidad»

25 ago 2023 . Actualizado a las 19:40 h.

José María de la Torre es jefe de la unidad de cardiología intervencionista en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (Cantabria). Realizó una estancia en el Mount Sinai Medical Center Hospital de Nueva York en 1996 y se doctoró en 2001. Es también redactor jefe de REC: Cardiología Intervencionista, la publicación científica oficial de la Asociación de Cardiología Intervencionista; miembro del comité científico de la Sociedad Española de Cardiología y de las secciones de cardiología intervencionista y cardiopatía isquémica, así como del comité editorial de Revista Española de Cardiología y consultant editor de Journal of the American College of Cardiology: Cardiovascular Interventions. Además, la revista Forbes lo ha incluido por sexto año consecutivo en la lista de los cien mejores médicos de nuestro país. 

—¿Cuáles son las enfermedades cardiovasculares que más afectan a la población española?

—La que más, la insuficiencia cardíaca. Acaba siendo una condición crónica que afecta a muchos pacientes. Muchas enfermedades cardiovasculares acaban con insuficiencia cardíaca porque se va debilitando el corazón o por problemas valvulares, por ejemplo. Esa quizás sería la condición más frecuente. Otra es el famoso infarto, la cardiopatía isquémica que puede dar lugar a angina de pecho o a infarto. Esas dos, combinadas, son muy frecuentes. Y por último, una tercera que habría que destacar es la fibrilación auricular que, como cada vez tenemos más mayores entre nosotros, es un tipo de arritmia muy frecuente. Sobre todo en la gente de más edad. Esas tres cosas afectan a cientos de miles de personas. 

—¿Hasta qué punto se podrían evitar?

—Los famosos factores de riesgo que todo el mundo conoce afectan a todas. Porque, al fin y al cabo, si tú previenes las válvulas coronarias, también previenes infartos e insuficiencia cardíaca. Todo acaba en el mismo sitio. Si controlo la tensión arterial, bajo el colesterol, controlo mejor la diabetes, no fumo, hago ejercicio y evito la obesidad, acabo reduciendo todas las que he dicho antes. Desgraciadamente, también puedes cuidarte mucho y sufrirlas. No es raro en consulta el caso de esa persona que se cuida de maravilla, muy deportista, que te pregunta: «¿Por qué me ha dado a mí?». Pues porque tienes una propensión genética o lo que sea. La estadística dice que no te debería dar, pero… Llevando a cabo prevención no evitas del todo sufrir este tipo de enfermedades, pero si la mayor parte del riesgo. 

—Todo el mundo sabe que fumar o el sedentarismo son factores de riesgo a la hora de desarrollar este tipo de enfermedades. Pero es curioso que la gente siga fumando y los datos de sobrepeso sigan creciendo. ¿Qué cree que falla?

—Eso está muy estudiado. El ejemplo más claro es fumarse un paquete de cigarrillos que, en su envoltorio, viene un hombre con un cáncer. A veces, somos muy irracionales; todos. Gente que le dicen que padece colesterol 'del malo' y deja la pastilla que le recetan. O fumadores que siguen con el hábito. Es más, a veces tenemos pacientes con infarto que siguen fumando. Que tú preguntas: ¿cómo es posible? Y el paciente responde que no lo puede evitar. Hay que ser constantes con la divulgación y educación, sí, pero además, que la gente tome conciencia. La pedagogía empieza cuando la sociedad se empiece a responsabilizar de su propia salud. No puede estar un médico encima tuyo. Tienes que ser tú mismo el que elabore el proceso. 

—¿Al producirse un infarto se toma más conciencia y el paciente empieza a cuidarse más?

—En algunos casos, nada. Nosotros tenemos un índice de recurrencia de tabaquismo después de un infarto bastante alto. Mucha gente sigue sin controlar los procesos; que abandona medicinas, aún estando enfermo. Ya no hablamos de prevenir. Por ejemplo, la hipertensión. Uno de cada tres no toma adecuadamente los fármacos para la hipertensión o los deja. 

—¿Cree que existe falta de adherencia al tratamiento?

—Sí. Hay un porcentaje que no consigue esa adherencia. Tanto por cuestiones sociales, como la falta de formación sobre el tema, el poco interés, e incluso razones económicas. Esas personas que no están jubiladas y que pagan, que la cantidad de medicaciones que tiene es un costo, eso acaba influyendo en la adherencia. Son cuestiones que están muy estudiadas y descritas. 

Sucede, sobre todo, cuando los fármacos no están dirigidos para tratar el dolor. Si te duele una rodilla, supongamos, y dejas de tomar la medicación, te duele y vuelves a ella. Pero el colesterol alto no duele, la tensión alta y la diabetes tampoco. Un día te da un infarto o lo que sea, pero como diariamente no te avisa, no es como un dolor. Frente al dolor, la adherencia es mejor. Pero cuando no hay síntomas y se debe controlar los factores, es más difícil mantenerla. 

—«¿Una copita al día no hace daño?»

—Del alcohol hay mucha información, a veces muy interesada y sesgada. Lo que es cierto científicamente es que, si el consumo de alcohol es bajo, tranquilo y ligero, no es perjudicial. Lo es a partir de cierta cantidad. Pero si a un paciente que abusa le dices que beber algo no está mal, acaba bebiendo todo lo que le apetece. Por eso en muchas ocasiones se fuerza el mensaje de: mejor abstemio, mejor no beber nada. Pero no  porque beber algo sea malo. El mensaje es delicado porque... ¿Qué es poco? ¿Dos vinos? ¿Tres? Hay gente para la que a lo mejor poco son seis vinos. Por eso hay que tener cuidado. Lo que se le puede decir a la gente es que hay que beber poco, pero poco de verdad. Y además, especificar, una o dos copas al día, está bien. Pero ya más, no. Ese es el punto. Porque, además, el consumo de alcohol puede derivar en enfermedad hepática o intestinal. 

—Hablemos de un eterno enemigo para la población: el colesterol alto. ¿Por qué cree que hay tanta gente que lo padece en nuestro país?

—El problema del colesterol es que se está viendo que, cuanto más bajo, mejor. Y los humanos occidentales tenemos el colesterol malo, que se suele llamar, el LDL, más alto que otras poblaciones, como por ejemplo la africana, donde se come de otra manera. Las poblaciones occidentales europeas y también en Estados Unidos, tenemos niveles altos por la forma de vida que tenemos: comemos más de lo que deberíamos y tenemos muy poca actividad. Mucho trabajo sentado, frente al ordenador, y comiendo mucha comida industrial. Por eso está alto en las poblaciones occidentales. 

Con todo, hay que decir que hay más problema en el norte de Europa o en el norte de América que nosotros, que tenemos la suerte de contar con alimentos como el aceite de oliva o el tipo de dieta mediterránea que hacen que nuestro colesterol malo (LDL) sea más bajo. 

—¿Habría una cifra exacta?

—Mucha gente dice: «No, yo no lo tengo alto, tengo menos de 200». No, no hay una cifra.Cuanto más bajo esté el colesterol, más sanas estarán tus arterias. Si nosotros tenemos un paciente con infarto, lo intentamos bajar al máximo. Establecemos unas dianas para guiarnos, pero cuanto más bajo, mejor. 

—¿En qué momento los hábitos de vida dejan de ser suficientes para reducir ese colesterol y se recetan estatinas?

—Cuando no llegas a esa diana. Imagínate que sufres un infarto y te decimos que tenemos que bajar ese colesterol LDL de 100. Empiezas con la dieta. Lo intentas, pero no baja. Ahí hace falta la estatina. ¿No es suficiente? Le subes la dosis. ¿No es suficiente ni la estatina más potente ni una mayor dosis? Tenemos más herramientas. Ahora contamos con fármacos mucho más potentes para bajar el colesterol, algunos de inyección mensual que son anticuerpos. Van a salir otros nuevos pronto que ya te permiten, incluso aquellos pacientes que tomando estatinas no llegan al objetivo, lo logras con ese cambio de fármacos. Se puede bajar y mucho. 

—No sé si estará de acuerdo conmigo, pero las estatinas no cuentan con buena fama. 

—Sí, es cierto. Existe una leyenda negra sobre ellas. Es una de las cosas que más nos indigna porque es uno de los fármacos que más beneficios ha dado a la sociedad en cuanto a reducción de mortalidad, problemas de infarto, etcétera. Y, sin embargo, tiene una leyenda negra propiciada, en parte, por las redes sociales. Opiniones que no cuentan con aval científico. Son tonterías porque pocos fármacos están más estudiados que las estatinas y en pocos está tan claro el beneficio. ¿Hay efectos secundarios? Sí, como en todos los fármacos. Pero los efectos adversos son raros y el beneficio está demostrado en cientos de estudios. 

—Volviendo al infarto, se sabe que los síntomas de la mujer son diferentes. ¿Existen otro tipo de alteraciones cardiovasculares que también se presentan de una forma distinta en nosotras?

—Sí. El interés por diferencias de sexo en tema cardiovascular ya lleva varios años entre nosotros y es muy pertinente. Es verdad que las mujeres presentan diferencias en cuanto a los síntomas y, además, a veces incluso tienen un manejo diferente de fármacos. La enfermedad coronaria es diferente y la respuesta a los antitrombóticos, por ejemplo, también. Hay muchos, aunque quizás el más famoso es el de los síntomas del infarto. Los otros son más sutiles, técnicos y científicos. 

—¿Influye el estrés en nuestra salud cardiovascular?

—Es un clásico. El estrés está con nosotros desde hace mucho tiempo y todos lo padecemos. Las preocupaciones de la vida o el trabajo están ahí, no se pueden evitar. ¿Puede influir en la salud cardiovascular? Sí, pero indirectamente. El estrés te produce más tensión, que comas peor o tener menos tranquilidad. Ese es el daño que te puede hacer el estrés, pero este, por sí mismo, no te daña. Es lo que él provoca. Esa es la diferencia. El estrés te daña porque te hace tener la tensión más alta, estar más sedentario porque no tienes tiempo para hacer actividad deportiva, o te hace comer con más ansiedad. Ahí viene el problema. Pero si una persona cuida todas las variables y luego tiene estrés, eso no le va a dañar. Te desgasta psicológicamente, pero los daños a nivel cardiovascular son por efecto indirecto. 

—¿Existen muchos pacientes jóvenes?

—Sí. La media de edad de un infarto son los 60 años… hay muchos de 50 y pico.

—¿Cómo se explicarían estos casos?

—Padecen arteriosclerosis precoz. Ya sea por genética, por colesterol alto, diabetes o porque sean grandes fumadores. Personas que, de alguna manera, han estropeado sus arterias con bastante precocidad y que se presentan con infartos a los 50 y pico. A veces te explican que es familiar, que su padre también lo ha sufrido, su tío también… Y otros casos, que simplemente se han dejado. Algunos son causados incluso por la cocaína, porque esta también genera arteriosclerosis.

—Un consejo que suela dar a sus pacientes para cuidar su corazón.  

—Suelo individualizar. Si tengo una persona mayor, le recomiendo pasear mucho. Si es joven, que haga deporte. A todo el mundo, en general, le recomiendo que se haga responsable de su salud. Mucha gente es pasiva y dice: «No, es que el médico no me ha quitado esto» o «no, es que el médico no me ha dicho lo otro». Parece que la enfermedad es algo ajeno. A veces le preguntas a la gente qué fármacos toma y te dice: «Ah, no sé, unas pastillas que mi mujer me da por las mañanas». Los varones suelen ser peores en ese sentido, las mujeres suelen ser más responsables en este tipo de cosas. Por eso, el consejo general es hacerse responsable y no tener miedo, solo respeto a la enfermedad. Muchos infartados terminan con miedo porque los sufren a los 50 o a 60 años. Pero hay que tener respeto, no miedo. Y ser responsable: saber cuáles son sus medicaciones, para qué es cada una, lo importantes que son y entender la importancia de hacer ejercicio y comer bien. Si te haces responsable, ya todo va en un paquete después.

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.