Así es la mordedura de una mosca negra: «Rompen la piel con las mandíbulas y van chupando la sangre»
ENFERMEDADES
Estos insectos están atacando cada vez más en zonas septentrionales debido a las altas temperaturas
19 ago 2023 . Actualizado a las 21:15 h.El verano del 2023 será recordado como uno de temperaturas récord en España, con olas de calor que están causando estragos no solo en la salud de la población, sino fundamentalmente en los ecosistemas de la península. Una de las consecuencias que traen las altas temperaturas y los problemas climáticos a los que nos enfrentamos es la mayor propagación de plagas como el mosquito tigre y la mosca negra, unos insectos que de manera típica han estado presentes en la zona del Mediterráneo pero que, cada vez más, se reproducen en todo el país.
Las condiciones de sequía y la consecuente disminución del caudal de los ríos, en los que las moscas negras se reproducen y crecen, está resultando favorable para sus larvas. A causa de esto, se está viendo un aumento de mordeduras de mosca negra adulta. Al mismo tiempo, como ha alertado la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (Anecpla), las altas temperaturas que se vuelven persistentes debido al cambio climático han llevado a que la población de mosquitos tigre se esté desatando en localidades como Moaña, en Pontevedra.
La expansión del mosquito tigre
La situación en la que se encuentra España con los insectos vectores es alarmante, como señalan desde la Aneclpa, teniendo en cuenta la particular posición geográfica del país, que «se sitúa en un eje geográfico de tránsito global muy importante», según Jorge Galván, director general de la asociación. «España es la puerta de entrada de no pocas especies de mosquitos y otras especies invasoras, con el riesgo sobre la salud pública que esto conlleva», observa el experto.
En el caso del mosquito tigre, el problema es también la dificultad que hay para contener a esta especie, que es altamente adaptativa y consigue sobrevivir en condiciones de baja humedad, es decir, secas con respecto a lo que es normal para este tipo de insectos. Asimismo, las hembras del mosquito tigre ponen sus huevos en acumulaciones de agua estancada, como lo suelen hacer otras especies, pero los distribuyen en varios espacios para aumentar las probabilidades de que estos lleguen a desarrollarse, lo que hace aún más complicado su control.
Cuando las temperaturas se elevan, no solo ocurre que el ciclo biológico del mosquito tigre se acorta, sino que además los virus que tienen capacidad de transmitir se desarrollan más rápidamente. Por eso, las medidas de seguridad que se recomiendan para prevenir las picaduras y ahuyentar a estos insectos deben seguirse de manera especialmente rigurosa esta temporada.
¿Cómo evitar la propagación del mosquito tigre? Lo principal es impedir que se reproduzcan, limitando la disponibilidad que tienen las hembras de espacios con agua estancada donde poner sus huevos. Esto implica tomar una serie de medidas: vaciar el agua de los platos de las macetas, renovar el agua de las piscinas de plástico y cubrirlas cuando no se utilicen, mantener limpias canaletas y desagües y evitar acumulaciones de líquido en ellos, cambiar frecuentemente el agua de los bebederos de los animales domésticos y cubrir cualquier objeto que pueda acumular agua.
También es aconsejable, en adultos y niños mayores de dos años, el uso de repelentes de insecto a base de DEET o citronela. Para los bebés, lo mejor es cubrir la cuna o la zona donde se encuentren con mosquiteras y que lleven, dentro de lo posible, prendas de mangas largas que cubran toda la piel.
Recomendaciones para el uso de repelentes:
- Aplicar en zonas descubiertas del cuerpo una cantidad suficiente, pero no excesiva
- Si hemos aplicado crema solar, esperar a que seque antes de echar repelente encima
- Evitar el contacto con los ojos y la boca
- Lavarse con agua y jabón la piel después de la exposición al producto
- No aplicar sobre heridas, cortes o zonas de la piel que estén irritadas
- No aplicar en niños menores de dos años
La mosca negra
«La mosca negra pertenece a la familia simulidae. Es una especie de díptero, son insectos de dos alas parecidos a los mosquitos, de los que son parientes lejanos. Pero en este caso, se desarrollan en masas de agua corriente, al contrario de los mosquitos, que viven en aguas estancadas. Las larvas de los simúlidos necesitan aguas corrientes para desarrollarse y se alimentan filtrando materia orgánica», explica Isaac García, biólogo especializado en control de vectores y plagas. Existen más de 50 especies de mosca negra en España.
Las moscas negras depositan sus huevos en los cauces de los ríos. De estos nacen las larvas. «Lo que hacen las larvas es adherirse al sustrato rocoso o a las plantas sumergidas que hay en los cauces de los ríos y en otros cuerpos de volumen de agua importante. De esas larvas se desarrollan las pupas, que son la siguiente fase, y de ahí salen los adultos, que son los que producen las mordeduras», detalla García. Huevos, larvas y pupas se pueden encontrar en ríos y arroyos, así como en otros ambientes con aguas corrientes, como canales o acequias.
La mosca negra adulta tiene un tamaño de entre tres y seis milímetros, es de color oscuro y tiene un cuerpo cubierto de vellosidades. Sus alas son proporcionalmente de gran tamaño y en esta etapa final de su vida, las moscas las utilizan para trasladarse grandes distancias, por lo que no solo habitan los espacios próximos a los cuerpos de agua en los que se han desarrollado, sino que incluso llegan a estar presentes en un radio de 20 kilómetros de distancia del lugar donde han crecido. De hecho, cada vez se las puede encontrar en regiones más septentrionales de Europa.
«En el mediterráneo tenemos problemas más severos, pero en casi cualquier cauce de un río o en zonas donde tenemos canales y acequias con vegetación subacuática se pueden desarrollar, incluso tenemos problemas de mosca negra muy importantes en Toledo y Madrid, por ejemplo, es decir que llegan al interior de la península. Se pueden desarrollar en cualquier zona donde haya un cauce de río con vegetación dentro o sustrato rocoso, porque hay especies que prefieren las rocas», apunta García.
Con el cambio climático, poco a poco, las moscas negras se van convirtiendo en una verdadera preocupación en términos de salud pública. «En España, en los últimos años han pasado de tener un interés centrado básicamente en el ámbito de la limnología, por su utilidad como bioindicadores de la calidad del agua y su rol fundamental como recurso alimenticio para otros invertebrados y vertebrados de ecosistemas de aguas lóticas, a considerarse como una importante plaga de interés sanitario por su notable expansión en numerosas cuencas fluviales ibéricas», señala una investigación del 2020 publicada por científicos de Valencia, una de las regiones más afectadas tradicionalmente por este vector.
El impacto de la actividad humana
El cambio climático, que limita la bajada de temperatura de los meses invernales, ha reducido la mortalidad de estos insectos, ampliando su período de actividad a lo largo del año. Otros factores de proliferación de estas moscas son la implantación de nuevos regadíos y la colonización de los canales y acequias de distribución por los insectos, así como la modificación de las características medioambientales de los ríos debido a las actividades humanas: la regulación del caudal de los ríos, los cambios físico químicos de las aguas, la depuración de los vertidos urbanos, la aplicación de abonos agrícolas (fosfatos y nitratos), junto con la persistencia de una cantidad mínima suficiente de materia orgánica que permite la nutrición de las larvas.
Las hembras de la mosca negra son las que atacan a animales y humanos, ya que requieren de la sangre de sus víctimas para poder producir sus huevos. «Hay diferentes especies de mosca negra, unas tienen preferencia por el ser humano y otras van a atacar a animales domésticos o de ganadería, y también producen daños en ese sector», señala García.
¿Picadura o mordedura?
La mosca negra adulta tiene una alimentación a base de sangre de humanos y otros animales, pero a diferencia del mosquito, no la obtiene a través de una picadura como tal, ya que su pico no tiene forma de aguja y, por lo tanto, no tiene la capacidad de penetrar la piel en busca de vasos sanguíneos como lo hacen ellos.
En cambio, la mosca negra hembra perfora la piel rasgándola con sus mandíbulas y permanece hasta cinco minutos en la zona del cuerpo elegida para alimentarse. Para esto, deposita en la víctima unos compuestos anestésicos que evitan la coagulación de la sangre y la inflamación, permitiendo que el insecto pase desapercibido mientras se produce la mordida. «Lo que hacen es producir un corte con las mandíbulas en la piel y nos van chupando la sangre que fluye de esos pequeños cortes», describe García.
La lesión ocasionada por la mordedura de la mosca negra es muy dolorosa y se caracteriza «por presentar un punto central sangrante con inflamación local. En función de la sensibilidad de las personas estas manifestaciones pueden variar en gravedad y llegar a producir una fuerte irritación y edema o incluso reacciones alérgicas más extensas que pueden necesitar atención médica», explican desde el Servicio de Vigilancia en Salud Pública de Aragón, otra de las comunidades más afectadas por el insecto. Esta zona inflamada con un punto rojo en el centro permanece durante aproximadamente una semana.
En personas particularmente sensibles, se pueden producir reacciones alérgicas a los compuestos presentes en la saliva de las moscas, con síntomas como fiebre o reacciones cutáneas más intensas y dolorosas que las habituales. Estos episodios se resuelven en unos días, pero conviene acudir al médico si aparecen síntomas graves.
Prevención de la mordedura
Para evitar que una mosca negra nos muerda, hay que mantenerse alejado de las zonas donde estas desarrollan su vida. Esto quiere decir que hay que evitar estar al aire libre, pero el verano es la época en la que más tiempo se suele pasar en exteriores. Entonces ¿qué medidas se pueden tomar para prevenir las picaduras?
Lo principal es utilizar repelentes de insectos a base de DEET o citronela, que son los mismos que se usan para ahuyentar a los mosquitos. Estos repelentes se pueden aplicar de manera directa sobre la piel a partir de los dos años de edad, pero en los bebés, lo ideal es limitar la exposición a la intemperie.
El orden correcto de aplicación de los productos que debemos usar para proteger nuestra piel en verano es algo que debemos tener en cuenta, ya que en estos meses utilizamos no solo repelente de insectos, sino también crema solar. Esta debe extenderse en primer lugar, luego, se dejará pasar media hora y finalmente se puede aplicar sobre la piel el repelente. De esta manera, la crema estará seca y el repelente no interferirá en su protección frente al sol.
De ser posible, García aconseja llevar ropa blanca de manga larga, «que sea un poco holgada, para impedir que las moscas entren en contacto con la piel» y, sobre todo, evitar o disminuir las actividades al aire libre cerca de cauces fluviales «en las horas punta de actividad de estos insectos, que son el amanecer y el atardecer».
¿Qué hago si me muerde una mosca negra?
A diferencia de los mosquitos, las moscas negras no transmiten enfermedades a los humanos en España, si bien en otros países existen parásitos que pueden entrar al cuerpo humano a través de mordeduras de ciertas especies de esta mosca. En nuestro entorno, la mayor preocupación es que la zona que ha sido mordida pueda llegar a infectarse, sobre todo debido a la inflamación que cursa con picor, por lo que es importante evitar rascarse y mantener la piel limpia.
El procedimiento a seguir en caso de mordida es:
- Limpiar y desinfectar la zona
- Aplicar compresas frías para reducir la inflamación
- Aplicar crema o líquido para picaduras que contenga amoníaco
- Evitar rascarse para que la piel no se infecte
- Consultar al médico en caso de molestias persistentes o reacciones alérgicas más graves