No ignores estos síntomas cardíacos: «Si el dolor de pecho aparece en reposo es más probable que sea un infarto»
ENFERMEDADES
La duración de estas manifestaciones es tan importante como su intensidad para saber si realmente hay un problema, ya que, si los síntomas se deben a un ataque de ansiedad, desaparecerán a los cinco minutos
25 abr 2024 . Actualizado a las 14:12 h.Las enfermedades cardiovasculares son una de las principales causas de muerte en España. Por eso, la prevención es un pilar fundamental para proteger la salud del corazón. Cada latido de este órgano vital impulsa la vida misma, pero a menudo lo sometemos a un estrés innecesario debido a hábitos poco saludables y factores de riesgo evitables.
A esto se suma el hecho de que, muchas veces, los síntomas pueden ser difíciles de reconocer antes de que sea tarde y, a falta de un control médico, los pacientes pueden pasar años con una patología sin tratar. Para que esto no ocurra, es importante no solo conocer las claves de la prevención, sino actuar rápidamente ante las señales de alerta. Analizamos estos signos de alarma y explicamos las estrategias más efectivas para prevenir el riesgo cardiovascular, con la guía de expertos en cardiología.
Fatiga, un síntoma invisible
¿Te cansas al subir escaleras? ¿Te quedas sin aire con solo dar unos pasos? ¿Sientes fatiga al cargar algo de peso, por ejemplo, haciendo la compra? Todos estos podrían ser casos aislados y anecdóticos, pero, si confluyen y, sobre todo, si son persistentes a lo largo del tiempo, podrían indicar una posible insuficiencia cardíaca. Sobre todo, si hablamos de pacientes de cierta edad.
«La insuficiencia cardíaca se incrementa con la edad y cuantos más años se tiene, más probabilidad. De forma que a partir de los 70 años, se calcula que más del 15 % de la población puede tener un episodio de insuficiencia cardíaca. Sin embargo, también es muy dependiente de la causa que la origina. Por ejemplo, en niños, puede verse cuando hay una cardiopatía congénita o en un adulto joven con arritmia rápida, mientras que en un adulto no tan joven, aparece con cardiopatía isquémica y falta de riego por parte de las arterias coronarias al músculo», explica el cardiólogo Andrés Íñiguez, presidente de la Fundación Española del Corazón.
Dentro de los síntomas asociados a la fatiga, la disnea o, en términos coloquiales, el quedarse sin aire es una de las grandes alarmas con las que el cuerpo avisa que hay un problema. Especialmente, si se trata de un paciente con diabetes: en ellos, los infartos suelen manifestarse no con dolor en el pecho, sino con una falta de aire prolongada en el tiempo.
Dolor agudo: ¿cuándo hay que preocuparse?
El síntoma más claro del infarto de miocardio es un dolor opresivo en el centro del pecho, que de manera típica suele irradiar hacia el brazo izquierdo, pero que en muchos casos puede irse hacia otras zonas. «Si notas un peso sobre el pecho o algo que te quema, ese es un síntoma de alarma. Sobre todo, si es como un peso que aparece cuando estás en reposo o haciendo un esfuerzo importante y que es llamativo, no es algo normal», advierte el cardiólogo Rafael Vidal, de la Sociedad Gallega de Cardiología (Sogacar).
Este tipo de dolor, explica Vidal, supone un riesgo mayor si aparece estando en reposo, «porque es cuando hay mayores probabilidades de que sea un infarto. Si aparece en movimiento, puede deberse a una angina de pecho, que es lo que ocurre cuando tienes una estrechez en una arteria y al hacer esfuerzos, el oxígeno que le llega al corazón no es suficiente, por esa estrechez, lo que se manifiesta en ese dolor típico».
En estos casos, «el dolor suele ir acompañado de una irradiación. Si el dolor irradia hacia la mandíbula o al brazo izquierdo, esos son síntomas de infarto. A veces, aunque no siempre, se asocian síntomas vegetativos, como sudoración fría o náuseas. También puede aparecer una falta de aire que, sobre todo si es repentina, puede ser una forma de manifestarse el infarto. Eso es lo que debe generar alarma», describe Vidal.
¿Cuándo es preocupante este tipo de dolor agudo? Además de la localización y el momento en el que aparece, es importante tener en cuenta su duración, que puede ayudar a descartar desencadenantes psicológicos. «Mucha gente se queja de molestias en el pecho que duran dos minutos y eso puede corresponder más bien a un ataque de ansiedad. A veces, si paras de hacer lo que estás haciendo, en cinco minutos, los dolores desaparecen. Pero, cuando dura más de cinco o diez minutos, entonces es cuando hay que alarmarse», aclara Vidal.
Síntomas en mujeres
Las mujeres sufren ataques cardíacos en la misma medida que los hombres y, sin embargo, ellas fallecen más por este motivo que ellos. Esto se debe a distintos factores. Entre ellas, durante años se ha señalado el hecho de que las mujeres reportan síntomas diferentes a los de los hombres cuando sufren un infarto. Pero, de manera general, los síntomas clásicos suelen estar presentes cuando la patología cardíaca aparece en ellas.
«Siempre se ha dicho que las mujeres tienen síntomas distintos que los hombres, pero en muchas ocasiones, la sintomatología es muy parecida. A veces, las mujeres pueden tener más síntomas vegetativos. Además, en ellas el dolor en lugar de ser centrotorácico es epigástrico en muchos casos. Pero lo que pasa es que tradicionalmente no se ha asociado mucho a las mujeres la patología cardíaca, entonces, durante mucho tiempo, no se pensaba que pudieran tener un infarto, cuando igual sí que lo estaban teniendo. Es decir que esos síntomas se ignoraban en ellas, porque se creía que no era algo tan típico de la mujer tener esa enfermedad», señala Vidal.
En este sentido, es importante conocer los signos de alerta para poder actuar de manera rápida. «En general, está descrito que las mujeres tienden a subestimar sus síntomas y a supeditarlos a otras necesidades de lo que ellas consideran que deben hacer, como sus obligaciones a nivel familiar, por ejemplo, lo que hace que la asistencia sea tardía y cuanto más tardía es, el pronóstico será peor. Entonces, el diagnóstico hay que buscarlo pronto, independientemente de las circunstancias de cada uno», subraya Íñiguez.
Aunque el dolor opresivo en el pecho es el síntoma más común, existen otros menos característicos que se manifiestan más en mujeres que en hombres: fatiga, malestar en la espalda, mandíbula o cuello. A veces, pueden incluso darse infartos indoloros. Las mujeres también tienen un peor pronóstico, a grandes rasgos, que los hombres tras haber sufrido un infarto. Por eso es fundamental solicitar asistencia médica de manera inmediata cuando los síntomas aparecen.
Asimismo, es importante tener en cuenta que en las mujeres hay momentos de la vida en los que los cambios hormonales pueden aumentar el riesgo cardíaco. Puntualmente, el embarazo y la menopausia son etapas en las que pueden manifestarse estos problemas. Después de la etapa fértil, con la caída de los estrógenos, «aparece la hipertensión y el perfil lipídico se descompensa debido al cambio hormonal. En el embarazo se manifiestan problemas como la diabetes gestacional o la eclampsia, que es tensión elevada, u otras enfermedades cardiovasculares», explica Vidal.
El peso de los genes
Conocer la historia familiar de enfermedad cardiovascular es clave para saber cómo protegerse a lo largo de la vida, especialmente cuando vamos avanzando en la edad adulta. En este sentido, no debemos subestimar el peso de la genética. «Puede haber factores de riesgo o predisposición familiar a factores de riesgo que conducen a la enfermedad, como la hipercolesterolemia familiar, o trastornos metabólicos lipídicos. Estos pueden tener un carácter hereditario y a largo plazo conducen a la aparición de enfermedad coronaria», explica Íñiguez.
«También puede haber miocardiopatías, enfermedades del músculo cardíaco, relacionadas con determinadas proteínas que alteran la forma de ese músculo cardíaco y hay evidencia de que esas mutaciones pueden producir enfermedades y tener un pronóstico muy adverso en determinados casos. Y hay enfermedades hereditarias en el ámbito de las arritmias que se transmiten genéticamente, pero depende del tipo de enfermedad», señala el experto.
«Uno debe saber si en su familia se ha padecido problemas del corazón, hipertensión o colesterol alto. Esas son cosas que se heredan y si en tu familia hay esos problemas, es probable que tú también los tengas. Tanto la hipertensión como el colesterol alto se asocian a mayor riesgo de sufrir eventos cardiovasculares», sostiene Vidal.
Una de las enfermedades genéticas más frecuentes en este sentido es la alteración del receptor del LDL, que controla el colesterol en sangre. «No es infrecuente que su funcionamiento esté alterado. Hay población que tiene más tendencia a tener el colesterol más alto de lo normal por ese origen genético y si a eso le sumas una dieta inadecuada, alta en grasas, es más probable que haya una hipercolesterolemia», dice Vidal.
A partir de los 40 años, sobre todo, tener en cuenta estos antecedentes y mencionarlos al médico durante los controles es fundamental para que el profesional pueda determinar qué pruebas o medidas serán necesarias.
¿Cómo puedo prevenir los problemas del corazón?
La buena noticia es que un gran porcentaje de las patologías cardíacas se pueden prevenir adoptando un estilo de vida cardiosaludable. Aquí, la alimentación y la actividad física son las dos grandes claves, además de evitar el tabaco.
La Guía de Prevención Cardiovascular en la Práctica Clínica, elaborada por la Sociedad Europea de Cardiología, indica que «los adultos de cualquier edad deben intentar practicar actividad física de intensidad moderada durante al menos 150 a 300 minutos cada semana, o 75 a 150 minutos si es de intensidad alta». Pero incluso si no crees poder conseguir estos objetivos, mantenerse lo más activo posible es mejor que ser totalmente sedentario.
En cuanto a la nutrición, que es fundamental para prevenir el colesterol, la Sociedad Europea de Cardiología recomienda seguir un patrón mediterráneo o similar, reemplazando las grasas saturadas presentes en la comida rápida y la carne roja por otras grasas de mejor calidad, insaturadas. Estas últimas se encuentran, principalmente, en alimentos como el aceite de oliva o el aguacate. También es importante reducir el consumo de sal y de azúcar, priorizar los productos integrales, las frutas, las verduras y el pescado.
«También se recomienda no consumir más de 100 gramos de alcohol a la semana. Esta cantidad puede significar distintas consumiciones dependiendo del tamaño, que cambia en cada país, aunque por norma general, cada consumición tiene entre 8 y 14 gramos de alcohol», indica la guía.
Independientemente del riesgo de enfermedad cardiovascular, la guía señala que es importante adherirse a estas pautas:
- Dejar de fumar
- Un estilo de vida sano, que incluye alimentación, peso corporal y actividad física
- Una presión arterial sistólica de menos de 160 mmHg