Luis Morano, internista: «Lo más habitual es que una persona no sepa que tiene hepatitis C»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

El doctor Luis Morano, en el Hospital Álvaro Cunqueiro.
El doctor Luis Morano, en el Hospital Álvaro Cunqueiro. XOAN CARLOS GIL

El especialista en patologías infecciosas recuerda que es importante tener en cuenta los factores de riesgo que uno puede cumplir para tener esta enfermedad, ya que diagnosticarla precozmente es imprescindible

31 jul 2024 . Actualizado a las 11:13 h.

Julio es el mes de las hepatitis virales, un conjunto de enfermedades que se consideran un problema de salud pública mundial. En España, destaca la infección por Hepatitis C, con más de 76.500 pacientes diagnosticados. Encontrarla en estadios iniciales es fundamental, ya que permitirá evitar sus posibles y peores consecuencias: una cirrosis o cáncer hepático. El doctor Luis Morano, especialista de la Unidad de Patología Infecciosa (UPI) del Hospital Universitario Álvaro Cunqueiro, en Vigo, analiza la situación que atraviesa Galicia. 

—¿De qué hablamos cuando hablamos de hepatitis?

—Las hepatitis virales son enfermedades hepáticas, producidas por un virus de la hepatitis. En este momento, se conocen por letras, desde la A hasta la E. Tienen en común producir una inflamación dentro del tejido hepático. Cuando es aguda, puede producir síntomas en el paciente, como el cansancio extremo, malestar digestivo y, en algunos casos, la producción en exceso del pigmento de la bilirrubina, que causa la ictericia cutánea. 

—¿Todas pueden cronificarse? 

—Algunas de estas hepatitis virales solo pueden producir clínica aguda normalmente, con una evolución benigna, y con una curación espontánea de las mismas; pero otros tipos, en concreto, la hepatitis B, la C y la D o Delta, pueden cronificar y permanecer en el tiempo durante meses y años causando daño hepático, y finalmente, una enfermedad hepática terminal —la cirrosis hepática—, también la aparición de cánceres hepáticos primarios, el hepatocarcinoma. La hepatitis E no suele cronificar salvo en los pacientes inmunodeprimidos, y la hepatitis A no cronifica. 

—¿Cuál es la principal forma de contagio de cada tipo de hepatitis? 

—Las hepatitis agudas, la A y la E, suelen ocurrir por vía oral, a través de utensilios, de las manos o alimentos contaminados por el virus de la hepatitis correspondiente. Puede ser simplemente por una mala higiene o por la ingesta de alimentos que puedan estar infectados, como pasa a veces con las hepatitis E. Tambien, algunas de estas hepatitis, como la A, pueden transmitirse a través de relaciones sexuales de alto riesgo. En cuanto a las que pueden cronificar, la vía fundamental por la que se contagian es a través de la sangre. Antiguamente, era mediante las transfusiones, o los pacientes que estaban sometidos a hemodiálisis; y en la actualidad, suele deberse a compartir instrumentos que puedan estar contaminados, como material de venopunción —jeringuillas—, o materiales que puedan no estar correctamente esterilizados, como puede ser someterse a técnicas de tatuaje, o piercing con un material que no haya sido correctamente tratado. Otra de las vías son las relaciones sexuales de alto riesgo, fundamentalmente aquellas que puedan producir sangrado. La vía vertical, o la transmisión de una mujer infectada al recién nacido, es posible y supone una importante vía en la hepatitis B, no tanto en la C o Delta. 

—¿Se sigue temiendo al contacto directo? 

—Sí, pero en España, en la hepatitis C, que es la más habitual, no es una vía importante de transmisión. Sí lo sigue siendo en la B, especialmente, en países asiáticos, donde está la epidemia más importante. Recordemos que en España, a partir de los noventa, se ha vacunado a todos los recién nacidos con tres dosis de virus de la hepatitis B, y el mayor problema en la actualidad lo tenemos con las personas infectadas previamente o personas migrantes de países con una alta prevalencia de hepatitis B. No es a día de hoy una situación que nos deba de preocupar, aunque deben mantenerse unas normas básicas de higiene. Tenemos una vacuna muy eficaz y tenemos que utilizarla. 

—¿Por qué se consideran estas infecciones como un problema de salud pública?

—Tienen dos vertientes. En primer lugar, para la propia salud de los pacientes, ya que las hepatitis crónica pueden condicionar una cirrosis hepática, una enfermedad terminal, donde el hígado deja de hacer sus funciones habituales en mayor o menor medida, y además pueden aparecer cánceres hepáticos. Y, en segundo lugar, hay un problema de salud pública, es decir, las personas que se infectan de la hepatitis C, de la B o de la Delta se contagian a través de otra infectada. Por lo tanto, si nosotros conseguimos detectar al que lo está, podremos conseguir, si le tratamos adecuadamente, que no sea un foco de transmisión para la aparición de nuevos casos. Que la incidencia se acerque lo más posible al cero. 

—La hepatitis B representa al 55 % de todas las muertes por cáncer de hígado. Encontrar el medicamento que permitiese evitar la progresión de la enfermedad resultó fundamental. Sin embargo, ¿cómo se explica este porcentaje?

—Efectivamente, el virus de la hepatitis C está perdiendo protagonismo como causante primario de cáncer hepatocarcinoma porque afecta a unas 70 u 80 millones de personas en el mundo, mientras que la B a unos 250 millones de pacientes. Por otra parte, la B, sobre todo en los países de mayor prevalencia, suele adquirirse en épocas muy tempranas de la vida, donde cornifica siempre y por lo tanto el paciente tiene muchos años por delante para que se pueda producir la aparición de un cáncer hepático primario. Después, hay que distinguir, en la actualidad, que la hepatitis C se puede curar y eliminar, mientras que la B no, aunque estemos en vías de intentarlo y yo sea optimista. 

—¿Por qué no se puede eliminar?

—Este virus se integra en la célula que infecta y no sale de ahí, es como el de la inmunodeficiencia humana, que se puede controlar la replicación, pero no eliminar. Es más, en personas en las que tenemos controlada la replicación de este virus a veces puede aparecer incluso el cáncer hepático. 

—¿Es posible tener hepatitis y no saberlo?

—Sí. De hecho, es lo más habitual, que una persona no tenga conocimiento de que tiene una hepatitis C. 

—¿Cómo es posible?

—Hay dos escenarios diferentes. Un primero que se basa en las infecciones de reciente adquisición. Entre el 60 y el 75 % de los casos de hepatitis C, los pacientes suelen ser asintomáticos; y si hay manifestación clínica, existen síntomas que suelen ser bastante inespecíficos. Me refiero a cansancio, debilidad, sensación nauseosa, disminución del apetito y malestar general. Un pequeño porcentaje de estos pacientes tiene elevación de las cifras de bilirrubina y presentan coloración amarillenta de la piel y de la conjuntiva ocular, y a veces también orinas oscuras. Por lo tanto, no existe una señal de alarma clínica que pueda ayudar a diagnosticar de manera temprana la infección por el virus de la hepatitis C. Sin embargo, el conocimiento de los factores de riesgo para padecer esta infección hace aconsejable que cualquier persona que los conozca y que crea que los haya tenido, acuda a su médico para realizarse las pruebas correspondientes. Por otra parte, los médicos debemos realizar las pruebas diagnósticas a las personas que tienen factores de riesgo por la infección, a cualquier persona que tenga elevación de las enzimas hepáticas o que padecen patologías o situaciones sociales asociadas con frecuencia a este virus, como el alcoholismo, las adicciones o las personas vulnerables —que muy raramente acuden a los profesionales sanitarios— o los trabajadores del sexo. 

«A veces, el paciente no entiende el diagnóstico de hepatitis porque se ha hecho análisis rutinarios y no se ha visto antes»

El doctor Morano recibe a La Voz en su consulta del Hospital Álvaro Cunqueiro.
El doctor Morano recibe a La Voz en su consulta del Hospital Álvaro Cunqueiro. XOAN CARLOS GIL

—Al ser silente, ¿llega de manera inesperada?

—Sí, así es. Ya hemos dicho que clínicamente es una enfermedad silente y que, incluso en los análisis de sangre, no aparece. La gente cree que los pacientes de hepatitis C tienen elevación de las transaminasas, pero esto no es verdad. Hay un porcentaje de entre un 20 y un 25% que tienen de manera continuada o intermitente determinación de enzimas hepáticas normales. Por eso, cuando a veces se lo comunicamos al paciente y se enteran, te dicen que cómo es posible, si él se hace analíticas en el trabajo o rutinarias en Atención Primaria y nunca le han dicho nada. De ahí la importancia de conocer los factores de riesgo y de establecer planes de eliminación de la hepatitis C como el que tenemos en Galicia en los grupos de edad de mayor prevalencia, que con independencia de los síntomas del paciente o de la analitica que se le pide, cuando acuden al sistema sanitario y se decide realizarles una extracción analítica, automáticamente se realiza la de detección de hepatitis C. Ahora bien, a veces existen factores de riesgo, pero en otras ocasiones, ni tan siquiera están claros para que esa persona la tenga. Otros reconocen que han tenido experiencias de jóvenes con el uso de algún tipo de sustancia por vía intravenosa, en la adolescencia o juventud, y estamos hablando de personas que en la actualidad pueden tener edades comprendidas entre los 50 y 60 años. Creen que aquello como nunca se les había diagnosticado no tuvo importancia, y a día de hoy se ven las secuelas de aquella adicción en la adolescencia. 

—¿Cuál es el grupo de edad de riesgo?

—Los datos más recientes sobre la prevalencia de la infección por hepatitis C en España pertenecen a la Encuesta de Seroprevalencia, elaborada durante el 2017 y el 2018, que concluyó que la prevalencia de infección activa era del 0,22 % en la población comprendida entre los 20 y 80 años; del total, el 85 % de los casos se concentraban entre las personas de edades comprendidas entre los 40 y 69 años de edad. Por este motivo, en el Plan de la Eliminación de la Hepatitis C de Galicia se dividió el cribado en tres grupos. En el 2023, se realizó entre aquellos que tenían entre 50 y 59 años; en el 2024, se está haciendo entre aquellos de 60 a 69 años, y en el 2025, se realizará a los de entre 40 y 49 años. 

—¿Conocen los resultados de alguno de ellos?

—Sí, tenemos datos del plan, a espera de que los pueda actualizar la propia Consellería de Sanidade, referentes al 2023. En ese periodo se realizó el cribado a 107.238 personas con un resultado positivo en 148. En este momento, sé que estamos superando las 200 personas diagnosticadas gracias a la implementación de este plan. El cribado se logró realizar en el 53 % de las personas a las que se propuso. La prevalencia que se ha encontrado entre las personas de 50 a 59 años era del 0,14 %, y la estimación que se hacía era del 0,50. Es decir, que la prevalencia está siendo menor de la que se estimaba; en principio no vamos a detectar más casos de lo que contábamos. La prevalencia mayor se da en el área de A Coruña, con un 0,18 %, seguido de Vigo, donde es el 0,16. 

—Todo ello en gente que no lo sabía. 

—Claro. El objetivo del plan es detectar casos de personas que desconocen la infección. Se estima que, de entre los 70.000 y 85.000 casos de hepatitis C calculados en España, un 30 % no lo saben. Ese es el foco de esta estrategia. Hay otras líneas del plan que es la búsqueda de personas que están diagnosticadas y que, por un motivo u otro, no están siendo tratadas. Puede ser que el paciente perdiera el seguimiento, que la cita no se realizase, o que el tratamiento se rechazase. Y aquí hay otro recurso del plan, que es encontrar a todos esos pacientes con inteligencia artificial y volverlos a poner en contacto con el sistema sanitario para el tratamiento. Eso es muy importante. 

—¿En qué situación se encuentra Galicia?

—Los resultados del plan están siendo extraordinarios. Podría indicar que el plan es a la envidia a nivel nacional para todas las comunidades autónomas. Es  muy ambicioso, y cada vez que oigo que se explica en un foro nacional cuáles son sus objetivos y el desarrollo,  todos los profesionales sanitarios lo envidian y miran hacia Galicia. En estos momentos es casi el único, y el mejor con diferencia de todos los que están en marcha. Tiene cinco ejes de actuación, trece líneas y el grado de implicación que se alcanza para lograrlo cuenta con la colaboración de muchos dispositivos asistenciales y sociales de la salud pública, del sistema asistencial, de las unidades de conductas adictivas, de las oenegés, de las unidades de salud mental, de los centros penitenciarios o de reinserción social. Hay muchos agentes implicados en las diversas partes del plan, y que yo creo que puede llevar a conseguir que, no solamente España, sino Galicia, en concreto, sea una de la sprimeras regiones geográficas en lograr el objetivo de que la Hepatitis C deje de ser un problema de salud pública, aunque cabe recordar que la infecciones no conocen fronteras. Hoy en día, los movimientos de las personas migrantes son amplísimos y por lo tanto no podemos perder esto nunca de vista. Soy crítico en otras cosas, pero creo que si algo se hace bien, como es el caso, hay que destacarlo. 

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.