Nuria Rodríguez, oncóloga: «El consumo de grasas animales y carnes procesadas es lo más perjudicial»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Nuria Rogríguez, oncóloga.

La experta explica la relación entre la microbiota y el riesgo de sufrir cáncer y señala que una alimentación mediterránea es la principal arma para prevenir la patología oncológica, después de dejar el tabaco

24 oct 2024 . Actualizado a las 18:08 h.

Nuestro microbioma y los cambios que puede experimentar a lo largo de la vida tienen un papel cada vez más claro en el desarrollo y el tratamiento del cáncer. Diversos estudios publicados este año en revistas como Science o Nature hablan de esta relación entre el conjunto de bacterias y microbios que habitan en distintos tejidos de nuestro cuerpo y la generación y progresión de tumores malignos.

La doctora Nuria Rodríguez Salas, oncóloga médica del Hospital Universitario La Paz de Madrid, ha moderado una mesa redonda sobre este tema en el congreso Seom 2024, de la Sociedad Española de Oncología Médica. En diálogo con La Voz de la Salud, la experta explica cómo proteger esa microbiota a través de nuestros hábitos puede ayudar a prevenir diferentes tipos de cáncer.

—¿Qué es la microbiota y qué importancia tiene para nuestra salud?

—El microbioma es el conjunto de microorganismos, virus, bacterias y hongos que conviven con nosotros, en nuestro cuerpo. Son decenas de ellos. Los tenemos en diferentes lugares: en nuestra piel, en nuestra boca, en nuestro intestino, en nuestro aparato respiratorio, entre otros. Su papel es el de ser un ecosistema que forma una barrera. Cuando ese ecosistema se altera, cuando esos microorganismos cambian en cantidad o en calidad, pueden tener un rol patológico. Pueden aumentar el riesgo de cáncer, pueden tener un papel en la progresión de este o en la toxicidad de los tratamientos oncológicos.

—¿En qué tipos de cáncer tiene más importancia este microbioma?

—Donde más está estudiado es en el cáncer colorrectal, por ese papel local que tienen esos conjuntos de microorganismos en nuestro aparato digestivo. Estos pueden tener repercusión en la patogenia de este cáncer, es algo estudiado. Pero no significa que no pueda estar implicado el microbioma en otras enfermedades oncológicas, sino que en el cáncer de colon es en el que más se ha estudiado esto. Luego, también tiene un papel en relación con los tratamientos oncológicos, específicamente, la inmunoterapia, en el melanoma. El papel que puede tener la microbiota en la respuesta o en la resistencia a los tratamientos de inmunoterapia se ha estudiado en este cáncer cutáneo.

—¿Cómo impacta la microbiota en esta respuesta a la inmunoterapia?

—Lo que se sabe es que hay determinadas bacterias que, cuando son preeminentes, pueden estar relacionadas con una resistencia a inmunoterapia. Son cientos de microorganismos. También pueden tener un impacto en relación con el efecto y la toxicidad de los tratamientos. El estudio de todas estas poblaciones de microorganismos que conviven con nosotros va a tener impacto desde el punto de vista del papel que puedan tener en la generación de un cáncer, pero también de cara al pronóstico de una enfermedad o a la respuesta de los tratamientos. Cuando hablamos de un biomarcador, hablamos de algo que da una orientación, o bien de pronóstico, o bien de tratamiento, o bien de recaída, o de cómo se puede comportar la enfermedad. El único problema es identificar cuál es la bacteria buena, cuál es la bacteria mala o cuál es la bacteria que sencillamente pasaba por allí y no tiene importancia cuando estamos hablando de decenas de microorganismos que están de alguna manera todos relacionados.

—¿Qué factores determinan cómo es la composición del microbioma en una persona?

—Tenemos un conjunto de microorganismos que conviven con nosotros y que son enormemente variables entre personas, incluso de la misma persona, en diferentes regiones del cuerpo, por ejemplo, no es lo mismo medirla en la piel, en la orina o en las heces. Pero estas poblaciones también cambian a lo largo de la vida, en función de nuestra situación, de nuestra dieta, de si hemos consumido antibióticos o no, de nuestro estrés y hasta de nuestro ritmo circadiano.

—¿Qué intervenciones pueden promover una microbiota saludable?

—La mejor intervención que podemos hacer es adecuar nuestra dieta, que es la que más modula nuestra microbiota. La mejor es la dieta mediterránea, que incorpora frutas y verduras frescas, ácidos grasos omega 3, aceite de oliva y legumbres. Esta dieta va a hacer que mi microbiota sea más sana. Por otro lado, lo que se llama la dieta occidental, que es la de las hamburguesas, los preparados, las carnes procesadas, los fritos, y esta es la peor. Es la que hace que sean más prominentes los microorganismos que tienen un papel en el deterioro de nuestra salud. Por lo tanto, el consumo de grasas animales, carnes procesadas y poca proporción de fibra dietética es lo más perjudicial. Y hay datos relativamente contradictorios acerca de las dietas cetogénicas o keto, en las que disminuye la ingesta de hidratos de carbono y aumenta mucho la ingesta de grasas. Los ácidos grasos buenos son los de cadena corta, pero con las dietas cetogénicas tenemos ácidos grasos de cadena larga, que no son tan beneficiosos. El ayuno intermitente, con la exclusión los hidratos de carbono, ahora mismo también tiene datos contradictorios y no se puede recomendar.

—¿Qué alimentos, concretamente, se pueden recomendar?

—Todo aquello que viene de las verduras de hoja verde, o de las verduras que tienen mucho color. Estos tienen componentes beneficiosos para la microbiota. También es recomendable el consumo de probióticos naturales, presentes en los yogures y en el kéfir. Porque tienen ácidos grasos de cadena corta que son saludables para mantener esta proporción de bacterias saludable en mi entorno. Con lo cual, dieta mediterránea, consumo de frutas, verduras frescas, mucha fibra dietética, proteínas que vienen de las legumbres y proteínas magras, es decir, carne blanca o pescado.

—¿Qué deberíamos evitar?

—Por ejemplo, los quesos muy curados, que tienen ácidos grasos que no son de cadena corta. Otra de las cosas que hay que intentar evitar son los edulcorantes artificiales.

—¿Se recomienda tomar suplementos de probióticos?

—De momento no hay unos estudios que permitan recomendar un determinado probiótico. Lo que sí que se recomienda es que dentro de la dieta, dentro de los lácteos que tomamos, prioricemos los yogures naturales. La única suplementación que podemos recomendar es la vitamina D cuando es deficitaria, es decir, cuando nos hemos hecho un análisis de sangre y tenemos una vitamina D baja. Porque sí que es cierto, y de hecho hay una publicación este año en Science al respecto, que la vitamina D es inmunomoduladora. Además, la baja vitamina D puede estar detrás de un incremento de la incidencia de cáncer colorrectal.

—¿Qué otras intervenciones pueden mejorar la microbiota?

—Sabemos que la obesidad y el sobrepeso son un factor de riesgo enormemente importante para sufrir enfermedades oncológicas, no solamente para el cáncer de colon, también para el cáncer de mama, el de endometrio o el de próstata. De manera que reducir el sobrepeso y la grasa visceral que se acumula a nivel intraabdominal, o la grasa hepática, va a disminuir muchísimo el riesgo de cáncer de manera directa e indirecta. Con la actividad física y la dieta conseguimos una composición corporal más adecuada, que ya no es tanto lo que pesamos, sino dónde tenemos acumulada grasa, lo que puede desencadenar un estado inflamatorio y tenemos que intentar evitarlo. En este sentido, más que el ejercicio físico es importante hacer una vida activa durante todo el día. Movernos es mucho más importante que hacer un plan de ejercicio físico. Correr media hora no sustituye al tener esa vida activa, caminar, subir escaleras. Ambas son importantes, pero sobre todo la actividad física, para el control de esa composición corporal. Esto y la dieta es lo que más va a reducir el riesgo de cáncer, después de dejar de fumar.

—¿Cuáles serían algunas posibles señales tempranas que nos podrían avisar de que la microbiota no está bien?

—Lo que hemos leído en redes sociales de los síndromes de sobrecrecimiento bacteriano en realidad es algo bastante raro, pero ha servido para poner sobre la mesa lo importante que puede ser la microbiota sana de cara a la funcionalidad digestiva. El notar que tenemos un funcionamiento digestivo que no es óptimo, porque tenemos pesadez, flatulencias o distensión abdominal frecuente puede ser una señal para empezar a cuidar nuestra dieta, evitar carcinógenos y hacer ejercicio, para no tener que venir a las consultas de oncología. Pero hay que recordar que cuidarse no es hacer una dieta restrictiva, porque estas dietas extremas al final cambian la fisiología intestinal y pueden producir más molestias.

—¿Qué terapias basadas en la microbiota se están utilizando en cáncer?

—Todavía queda mucho que investigar, porque va a haber muchas maneras de intervenir. Pero una de las cosas más estudiadas hasta la fecha, alrededor de los tratamientos de inmunoterapia, intentando mejorar la eficacia de los mismos o disminuir la toxicidad, han sido los trasplantes fecales. Pero yo creo que en los próximos años seguramente tengamos otras muchas.

—¿Qué deberíamos saber sobre la relación entre la alimentación y el cáncer?

—Un porcentaje muy importante de los cánceres son evitables y fundamentalmente son evitables si no fumamos, si no tomamos alcohol en exceso, si cuidamos nuestra dieta e intentamos mantener una vida activa e intentamos evitar la obesidad. Pero fundamentalmente el papel perjudicial lo tienen los carcinógenos como el tabaco, el alcohol, el exceso de exposición solar y la dieta inadecuada. Si nos cuidamos en esos aspectos, ya estamos poniendo todo de nuestra parte para evitar un cáncer. 

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.